Capítulo: 4
La novia caminaba del brazo de su padre por el pasillo de la iglesia que
llevaba al altar, donde les esperaban, nerviosos, el cura y, por supuesto, el
novio. En los bancos de la derecha estaban
los familiares de a novia y en los de la
izquierda los del novio. Sentado en el primer banco del lado derecho, había un
niño rubio peinado de lado, de ojos castaños y vestido de blanco de la cabeza a
los pies. Se llamaba Marcos, el hijo de Belén, la novia y futuro hermano de
Raquel, la hija de Paco, el novio.
Raquel era una niña de pelo negro como el ala de un cuervo y ojos
oscuros como la noche. Llevaba puesto un vestido de color malva y, su cabeza,
se veía adornada de pequeñas flores blancas.
Desde que los dos niños se conocieron no se llevan muy bien. Discutían,
se peleaban y no podían verse ni en pintura.
Durante la ceremonia, Marcos no paraba de sacarle la lengua y ponerle
caras de asco a Raquel. Ella, como de costumbre, no le hacía caso. Pasaba de
él. Se dedicaba a juguetear con los adornos de su vestido.
Cuando ambos se enteraron de la noticia de que sus padres se iban a
casar, Marcos y Raquel hicieron lo imposible para que esa boda no se llevase a
cabo. Era en lo único que estaban de acuerdo. En arruinar la vida amorosa de
sus padres. Pero ninguna de sus estrategias daba resultado. Siempre les
terminaban pillando con las manos en la masa y siempre decían la misma frase:
‘’¡Castigados, a jugar juntos!’’ ¡Jugar
juntos! ¡Qué padres mandan jugar juntos a sus hijos! Supuestamente, jugar con
un hermano, no es un castigo para un niño. Pues, para raque y Marcos…¡Sí! ¡No
había nada peor! El tener que compartir las cosas de Marcos, las impregnaba de
los gérmenes de Raquel. Y viceversa. Vivir bajo el mismo techo era insufrible.
Eso era hace siete años, aunque ahora las cosas no es que hayan cambiado
mucho, pero por lo menos, se soportan.
-¿Quiénes van al partido de Cristian?- le pregunta Marcos a su hermana.
-Paula, Daniel, Verónica, tú y yo.
-¿Y Guille y Andrea?
-No, van a estudiar el examen de sociales de mañana.
-¿Tú has estudiado?
-No.
-¡Así te va!
-¡Para ser modelo, no hay que estudiar!
-¡Sí!
-¡No!
-¿Sabes qué? ¡Paso de ti!
-¡Vale!
Marcos entra en la cocina para coger un vaso de agua. Le encantaría
llevarse bien con Raquel, pero a veces es incorregible y eso la hace de lo más
insoportable. Pero en el fondo, muy en el fondo, la quiere mucho. Y ella
también lo quiere a él, aunque ninguno de los dos lo demuestre.
En su habitación, Raquel termina de arreglarse. Camina hacia su tocador
y se mira en el espejo. Coge todo lo necesario para pintarse los ojos.
Muchas veces le ha oído decir que le gustan las chicas bien pintadas,
sin pasarse.
Cuando los ojos están perfectamente pintados, busca una barra de labios
rosa claro y se los retoca. Lista.
¡Qué ganas de verle! Cristian es muy especial para ella. Es verdad que
ha salido con muchos chicos y la ven como un rollo de una noche. Nunca fue una
chica difícil, ni de relaciones largas. No como sus amigas. Andrea salió con un
chico de su clase durante un año y medio, pero su corazón siempre perteneció a
Guillermo. Paula nunca ha salido con nadie, pero se le nota en los ojos que
esconde algo. Y Verónica… con ella no se habla desde que confesó sus
sentimientos hacia Cristian, sabiendo lo que ella sentía por el chico. Hola y
adiós, esa es su conversación con Verónica. Le sentó muy mal que sienta lo
mismo por Cristian, supuestamente eran amigas, y eso no se lo hacen las amigas.
Y, además, en el amor y en la guerra todo vale.
-Será mejor que nos vayamos ya o llegaremos tarde- le dice Marcos que
acaba de entrar en su habitación.
-De acuerdo. Le escribo una nota a mamá y nos vamos.
-Vale.
Raquel arranca un trozo de papel de un folio, coge un bolígrafo y le
escribe:
Mamá, Marcos y yo nos vamos a
ver el partido
de fútbol de Cristian.
Un beso:
Raquel.
-Ya está, nos podemos ir.
-Muy bien.
Raquel abre la puerta para salir de la casa hasta que el brazo de su
hermano la retiene.
-Raquel, siento mucho haberte gritado antes. Creo que ya es hora de que
nos llevemos mejor, como unos hermanos de verdad.
Antes de contestarle, Raquel decide dedicarle una sonrisa a Marcos. Él siempre
la estaba protegiendo y ayudando y, ella
no se lo agradecía de ninguna forma.
-Yo también te pido perdón por lo de antes u por como me he comportado
contigo y te he tratado durante estos años. Me encantaría volver al pasado y
cambiarlo todo.
Marcos le da un abrazo a Raquel como signo de que todo está olvidado. Y,
aunque fueron muchas las cosas que Raquel le hizo, la quiero muchísimo.
-Será mejor que nos demos prisa o llegaremos tarde- le dice Raquel emocionada.
-Sí, no vaya a ser que Cristian se enfade- contesta Marcos golpeándole
cariñosamente el brazo y riéndose a carcajadas. Raquel se para en seco para
mirarle. Tiene suerte de tenerlo como hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario