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miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo: 17


Capítulo: 17



Hace un rato que se ha despedido de Marcos y de Raquel. Siempre vuelven juntos a sus casas depués del instituto. Aunque hace ya varios meses que Cristian le hace creer a sus dos amigos que, después del instituto, se dirige a su casa. Pero no es así. Cristian siempre acompaña a los dos hermanos hasta el portal de su casa para no levantar sospechas.
Ahora camina por la calle Compromiso de Caspe hasta llegar a una boca calle lúgubre y pequeña. En esa estrecha zona dela ciudad se halla su destino. Un local sucio y que se cae a pedazos. Y, dentro de ese repugnante lugar, su mayor perdición. Lo que le hace olvidar.
Llega delante de la puerta del pequeño local. ¿Debe volver allí? Juró que volvería a hacerlo. No debe huir de sus errores, pero es demasiado cobarde como para hacerles frente.
Respira hondo y llama a la puerta con los nudillos. Aún tiene una oportunidad para irse corriendo de allí. Demasiado tarde, una chico más mallor que él con el pelo rapado, le abre la puerta.
-¿Qué quieres?- le pregunta con su voz grave. Cristian tiene por entendido de que se llama Raúl.
Por un momento el cuerpo del joven le pide salir corriendo de ese sitio.
-Busco a Oriana- dice Cristian con la voz temblorosa.
-Espera un momentos, voy a llamarla.
El joven desaparece cerrando la puerta en las narices de el chico. ¡Ahora Cristian, corre! Pero no lo hace. Su cuerpo necesita huir de allí, pero su cabeza necesita olvidar, y sólo hay una forma de hacerlo, y está ahí dentro.
La puerta vuleve a abrirse, esta vez aparece un chica rubia vestida con poca ropa para la época del año en la que están. Oriana.
Sonríe cuando ve a Cristian de nuevo allí. Sabía que no podría aguantar sin su ayuda.
-Hola rubio- dice ella apoyándose contra el marco de la puerta.
-¡Te he dicho un millón de veces que no me llames así!- replica él enfadado.
-¿Prefieres qué te llame de otra forma? Porque sabes que puedo hacerlo.
-A ese juego podemos jugar los dos, Oriana- dice Cristian molesto por le comentario de la joven.
Ella comienza a reírse por le comentario de Cristian. No entiende qué es lo que le hae tanta gracia. Ella debería estar tan arrepentida como él de lo que hizo. Oriana también estaba allí, cuando todo pasó.
-Así que empieza a llamarme por mi nombre o yo tomaré las medidas que crea convenientes.
Oriana deja de apoyarse con la puerta y camina hasta Cristian.
-¿Quieres que empiece a llamarte Aarón?-le susurra ella al oído.
Cristian se sobresalta al oír su verdadero nombre. Nadie le había llamado así desde que sus padres le concedieron el perimiso de cambiarse el nombre por el de Cristian. El nombre de Aarón tenía un pasado del que se arrepentía todos los días de su vida. Desde ese día de verano, con la muerte de Inés, la amiga de Paula, la vida de Cristian debía cambiar. Llegó a cambiar tanto que conoció a nuevos amigos, unos amigos de verdad, entre los que destacaba Paula. Vaya donde vaya, el pasado de Aarón nunca le dejará en paz.
-¡No me llames así, Silvia!- grita Cristian dejando a la chica helada como el hielo- Te he dicho que yo también puedo hacerte mucho daño. No me vuelvas a poner a prueba.
-Mejor dicho, no me pongas tú a prueba, Cristian- grita ella golpeándole en el pecho en el dedo- Yo soy la única que puede hacerte olvidar lo que ocurrió con Inés. Sólo yo. Así que más te vale obedecerme en todo lo que te mande. Si yo te digo que vengas, vienes. Si te digo que bebas, bebes. Si te digo que me beses, me besas.
Antes de que Cristian pueda reaccionar, los labios de Oriana están pegados a los suyos. No se separa, sólo se deja llevar. Como muchas otras veces lo ha hecho.
El beso termina y Oriana le invita a Cristian a que entre en el local. Dentro, perxiste un olor a tabaco.
-Vamos allí, estaremos mejor solos- le dice la joven señalando con el dedo una sala al fondo del sucio local.
Una vez dentro, ambos se sientan en el mismo sofá y comienzan a besarse de nuevo.
-Espera aquí, vuelvo en un momento- dice Oriana saliendo del cuarto.
Cristianintenta converncerse a sí mismo de que eso no estña bien. Debe dejar de ir allí, solo le hace daño. Pero le hace olvidar y tranquilizarse.
La joven vuelve a entrar on un cigarro encendido en la mano y una bolsa con unos polvos blancos en la otra. Vuelca el contenido de la bolsa sobre una pequeña mesa y, con el canto de un cuchillo, separa el polvo en unas largas y finas tiras. Oriana le hace un gesto al Cristian para que se acerque.
-¿Preparado?
-Sí- responde respirando hondo.
La chica le coloca una mano en la espalda y le empuja un poco hacia la mesa como signo de ánimo. La cae bien, es un buen chico. Todos los dñias recuerda esa temporada en la que salieron juntos, pero la muerte de Inés lo estropeó todo. Araíz de esos acontecimientos, usa a Hugo como un simple juguete. Y no le importa nada hacerlo.
Cristian coloca cada al mano al lado de la mesa y su rostro delante de una de las rayas de cocaína. Cierra los ojos con fuerza e inspira muy fuerte. Ya está, lo ha hecho otra vez.
Oriana le ayuda a levantarse y le guís hasta el sofá en el que estaban sentados. Retoman los besos que habían abondonado. Ahora está segura, definitivamente, no le importa nada Hugo. Su relación con él fue y es pura diversión.



 





jueves, 14 de marzo de 2013

Capítulo: 16


                       Capítulo: 16

-¡Al fin somos libres!- chilla Andrea cruzando las puertas de salida del instituto.
-Eso mejor dilo mañana.- le dice Raquel-¡Ya están aquí las notas!
-Pensaba que el día de mañana no iba a llegar nunca- dice Cristian- el trimestre se me ha hecho larguísimo.
-A ti todos los meses se te hacen eternos- le dice Guille agarrando a Andrea de la cintura- ¡No das ni un palo al agua!
El comentario del joven, hace reír a los demás, incluyendo a Cristian. Bueno, no a todos. Paula no ha pronunciado ni una palabra desde que le ha abierto su corazón a Daniel. Tiene miedo por cómo puede afectar eso a su amistad. ¡No tendría que haberle dicho nada! ¡Estúpido corazón! Cabizbaja se dirige a sus amigos y les dice que se va porque no se encuentra bien. Todos se despiden de ella con dos besos, menos Dani que le sonría desde lejos.
-¿Qué le pasa a Paula?- pregunta Guille que no se separa de Andrea ni un milímetro.
-Ya estaba muy rara en Francés, pero no me ha dado explicaciones de nada- comenta Andrea.
-Seguro que Dani tiene algo que ver- salta Cristian de repente.
Daniel lo fulmina con la mirada. Él no sabe nada de lo que la chica siente por él. Y, si lo supiera, Cristian se lo habría dicho a Dani. Aunque últimamente no se fía mucho de él. Es su amigo, pero el pasado no se puede borrar.
-¿Y por qué tiene que ver conmigo?- pregunta Dani molesto.
-¡Venga ya tío! Aún con tres kilómetros de distancia a Paula se le nota.
-¿¡El qué!?- grita el joven cada vez más enfadado.
-Que está enamorada de ti hasta los huesos. No hay que ser muy listo para darse cuenta.
Daniel mira a todos sus amigos que asienten con la cabeza. No duda de los sentimientos de Paula, al contrario, se alegra de que haya sido capaz de confesárselo. Pero las afirmaciones de sus amigos ayudan a encajar todas las piezas del puzle.
-¿Eso es lo qué todos pensáis?- les pregunta.
Andrea se zafa de los brazos de su chico y se acerca a Dani.
-Soy su mejor amiga, y si no me lo ha contado a mí, es porque no iba a servir de nada. Tu respuesta no iba a cambiar. Seguiría siendo que no.- le dice mirándole fijamente a los ojos- Pero, piensa que sois uña y carne, la adoras y ella a ti mucho más. Dale una oportunidad, porque estoy segura de que hay una voz dentro de ti que te dice que te lanzas, que lo intentes con ella. Por mi pequeña que sea esa voz, hazle caso. El que no arriesga no gana, Dani. Y ella puede ser la princesa que siempre andabas buscando. Esa chica con la que soñabas y no tenía rostro, puede ser Paula. Los dos sabemos que ella se merece lo mejor, al igual que tú. Yo ya le he encontrado- dice mirando a Guille- ahora te toca a ti. Hazla feliz, Dani.
Todo lo que Andrea ha dicho le hace pensar. Sí que es verdad que Paula le encanta, tanto su personalidad como su físico. Tanto sus cualidades…como sus defectos. Pero tiene miedo, miedo de hacerle daño. De llegar a mentirle, y eso no se lo perdonaría jamás.
-Andrea, sí que es verdad que Paula me gusta, me encanta como es. Pero, y si yo no soy él que le deba hacer feliz.
-Lo eres- contesta Marcos automáticamente- conozco a Paula como la palma de mi mano. Nunca ha sentido nada por nadie más que no fueras tú. ¿Crees qué eso contesta a tu pregunta?
Dani se frota los ojos con los puños de las manos cerrados. Cumple todas las facetas para ser su princesa, la chica que le haga latir el corazón a mil por hora. Detenidamente lo piensa, tiene toda la tarde para hacerlo. No necesita más que una tarde.
-Lo voy a pensar. Hay muchas posibilidades de que sea ella la protagonista de mi historia.- afirma el chico- De mi vida.
-¡Claro qué sí!- grita Guillermo que abraza a su amigo.
Todos se despiden y caminan hacia sus casas. Dani es el único que coge el autobús para llegar a su casa. De camino piensa en lo que ha hablado con Andrea. Tiene toda la razón. Siempre ha sentido algo por Paula, algo pequeño que, si lo intenta, puede convertirse en lo más grande.
Piensa en ella. En su pelo castaño, su sonrisa, su cálida voz, en sus ojos. Dani sonríe. A Paula nunca le han gustado sus ojos. Siempre dice que son los típicos ojos marrones. Pero, en realidad, son los ojos marrones que han mirado a Dani con toda la ternura y todo el cariño del mundo.
La desagradable voz del altavoz del autobús hace que salga de su trance. Es su parada, solo tiene que andar cinco minutos para llegar a su casa.
Está empezando a llover. Daniel se pone la capucha de la sudadera y comienza a andar más deprisa. Recuerda la escena de esta mañana, cuado Paula ha expresado lo que siente hacia él. Soríe. Se ha puesto muy nerviosa, no dejaba de tocarse el pelo y no ha aguantado ni dos segundos seguidos en mirar fijamente a los ojos del chico. Le encantan esos nervios tan suyos. Se pone colorada y parace mucho más inocente y vulnerable de lo que ya es. Ayer por la noche se portó fatal con ella, deberñia haberle dicho la verdad. Que le gusta. No está enamorado como ella, pero algo siente por ella.
Antes de entrar en el portal de su casa, Dani saca el móvil y entra en su Tuenti. No tiene notificaciones, pero varios de sus amigos han subido nuevas fotos, entre ellos Paula. Las mira detenidamente. Sólo son tres fotos y sale ella sola. Es preciosa, aunque ella lo niegue. Le da a me gusta en una de las fotos en la que aparece la joven sonriendo delante de la cámara. La ha tenido delante todo este tiempo y ha sido tan idiota de no darse cuenta de que ella es la princesa tan buscada. Su pequeña princesa a la que, a partir de mañana, cuidará como a una reina.

 










jueves, 7 de marzo de 2013

Capítulo: 15


Capítulo: 15



Sigue tumbada en la cama, lleva todo el día enferma con unas cuantas décimas de fiebre. Quería ir al instituto para poder hacer el control de Historia, pero la madre de Verónica ha decidido que lo mejor sería que se quedase en casa. No ha podido llamar a ninguno de sus amigos para contarles lo que pasaba, así que esperará hasta las dos y veinte, cuando todos salgan del centro.
Se aburre muchísimo, y no sabe qué hacer.  No vale la pena abrir su Tuenti porque queda un cuarto de hora para que todos vuelvan a sus casas.
Vuelve a tumbarse boca a arriba en su cama y resopla. ¡Qué aburrimiento! Verónica odia estar enferma, y eso que a la gente le encanta solo por el hecho de no ir a clase. Ella es la excepción. No le importa ir al instituto, es más, le gusta aprender.
Solo cinco minutos, cinco minutos para hablar con alguno de sus amigos. Los echa de menos, siempre han estado juntos y, al estar separada de ellos, siente como si le falta algo. Son su segunda familia.
Mira a su alrededor, todas las paredes de la habitación están cubiertas por fotos de todos y cada uno de ellos. Imágenes de su primer año como grupo, hasta ahora. Aún quedan muchas fotos por pegar en las paredes del cuarto de Verónica. Mientras mira una y cada una de las fotografías, Vero sonríe. Le encantan todas, pero, no puede negar que tres de las ciento y pico, son sus favoritas. En una de ellas aparecen todos juntos en la piscina. Recuerda lo bien que lo pasó ese día. Risas, juegos, bromas…pero siempre juntos. En otra sale subida a los hombros de Marcos. Siempre que mira esa foto una sonrisa se lo dibuja en la cara. Es su mejor amigo. Al principio, antes de que fuese a su casa a estudiar tres tardes a la semana, le parecía un bruto y una persona que no le importaba los demás, solo él. Pero fue conociéndolo  y descubriendo cosas de él que no se podría haber imaginado. Es una persona amable, servicial y, la verdad, se preocupa más por lo demás que por sí mismo. Todo lo contrario a lo que Verónica pensaba. Le aprecia muchísimo.
Y, la última foto, aparece Cristian dándole un beso en la mejilla a Vero. Y, aunque Dani aparezca por detrás sacando la lengua y bizcando los ojos, la imagen tiene un valor incalculable para la chica.
Suspira mientras se retira un mechón de pelo de los ojos. Cada día que pasa le gusta más, pero sabe que a Raquel también. Daría lo que fuera por volver a ser tan amigas como eran antes de que ella confesase lo que siente por Cristian delante de Raquel. Pero su antigua amiga solo quiere una cosa que Verónica no le puede dar, olvidar al chico.
Lleva mucho tiempo así, aunque Raquel sabe que puede aparecer alguien especial en la vida de Vero que le haga cambiar de opinión, pero sobre todo, que le haga feliz, es lo único que ella busca.
De pronto su móvil empieza a vibrar y suena Girls on fire de Alicia Keys. Se alegra mucho al ver quien le llama.
-¡Hola Marcos!- grita ella levantándose de la cama.
-Hola pequeñaja- contesta él llamándola por su mote. Él se lo puso cuando comenzaron a ser muy buenos amigos- ¿cómo es que no has venido al instituto?
-Estoy enferma con unas decimillas de fiebre. Pero ya estoy mucho mejor. La mañana se me ha hecho muy larga sin vosotros. ¿Qué tal el examen de sociales?
-Me ha ido bastante bien, creo que sacaré un siete o un ocho.
-¡Eso es genial! Me alegro mucho por ti, has estudiado mucho.
-Tú has sido la que me has ayudado. Gracias.
-No me las des. Bueno y, ¿ha habido alguna novedad?
-¿Estás sentada?
-¿Por qué lo dices?- le pregunta Verónica desconcertada.
-Porque será mejor que te sientes para escuchar la noticia. Yo casi no me lo creo cuando lo he visto.
-Venga Marcos, cuéntame.
El chico la escucha reírse al otro lado de la línea. Le encanta su risa. Ya se la imagina, estará sentada en su cama con las piernas cruzadas y dando toquecitos con el dedo sobre el colchón. Es perfecta, aún con todas sus imperfecciones.
-Andrea y Guille están saliendo por fin.
Vero suelta un agudo chillido cuando escucha la noticia. ¡Ya era hora! Tantos años sintiendo el uno por el otro, tantos años ocultando lo que pensaban que nunca podría pasar, tantos años enamorados en secreto.
-¡Me alegro muchísimo por ellos!- grita ella al otro lado de la línea telefónica.
-Se les ve genial juntos. Tendrías que verlos, no se separan ni un segundo.
Ojalá él estuviera así de bien con Verónica. La ha echado mucho de menos esta mañana, siempre que miraba a su sitio de la clase, pensaba donde podía estar, o que le podía haber pasado a esa chico de flequillo recto.
-Vero, mejor que hoy no quedemos para estudiar. Tu solo descansa, ¿vale?
-Marcos, de verdad que estoy bien. Podemos dar la clase si quieres.
-No, de verdad- dice él decidido. Lo mejor que puede hacer es descansar- aunque eso no significa que te vayas a librar de mí tan fácilmente.
-¿Qué quieres decir?- pregunta Vero extrañada.
-Luego me pasaré a verte que…te echo de menos pequeñaja.
Verónica sonríe sin que Marcos la pueda ver. Siempre está ahí para lo que ella necesite. Se ha convertido en su mejor amigo.
-Está bien, pásate por mi casa cuando quieras- dice ella aún sonriente.
-A las cinco y medie estoy allí. Seré puntual.
-De acuerdo- dice ella. Al momento se produce un silencio algo incómodo, hasta que Vero lo rompe.- Bueno pues, nos vemos luego.
-Muy bien. Adiós Vero.
-¡Espera Marcos! Quería darte las gracias por lo de venir a verme, de verdad que no hace falta.
-No me las des, lo hago encantado, ya lo sabes. Un beso pequeñaja.
-Besos. Hasta luego.
Con una pequeña sonrisa en la cara, Marcos presiona el botón rojo de su móvil y mira su reloj. Quedan tres horas para la que puede ser la mejor tarde de su vida.