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domingo, 5 de octubre de 2014

Dime que no me quieres. Capitulo: 35

Capítulo: 35

-Familiares de Paula Hibarra- anuncia la enfermera que acaba de abrir la puerta de la habitación del hospital. Automáticamente, al escuchar el nombre de la joven, Daniel se levanta, todavía adormilado, de su silla.
-Sus padres han ido a descansar.- recalca Dani- Yo soy su…
-Comprendo.- le interrumpe la enfermera. Una sonrisa amable se forma en su rostro.- Puedes pasar a verla.
-¿Ha despertado?
De nuevo, esa sonrisa amable en la boca de la muchacha. No…no es posible…Paula estaba…
-¡Vamos!- le anima la enfermera- ¡No te quedes ahí parado! Ha preguntado por ti…
En cuanto quiere darse cuenta, Dani entra en la habitación de su novia, quien sigue tumbada sobre aquella blanca y dura camilla aunque, esta vez, todo es diferente. Está con los ojos abiertos, sonriéndole como si el accidente no hubiese existido, como si todas las palabras que él le había dedicado en su tiempo en coma hubiesen llegado una por una a sus oídos en ese momento. Lentamente, camina acercándose a ella sin apartar su mirada de su cara que, aun con rasguños y marcas recientes, no le deja de resultar hermosa.
-Dani…- le llama ella con una voz leve y ronca, casi inaudible.
-Sh…no hables…
Se aproxima a ella un poco más, sin aumentar el ritmo pausado de sus pasos.
-Quería…- intenta proseguir Paula pero se ve interrumpida por el roce de los labios de Dani sobre una de las magulladuras de su cuello. Éstos ascienden hacia su mandíbula, acariciando con sus dulces labios las diversas marcas de su rostro.
-Calla…- le él susurra al oído.
Escucha el sonido de como Paula, nerviosa, traga saliva e intenta contener la  respiración a medida que los labios de Daniel se acercan a su boca hasta el punto de unirse en un apasionado beso que el joven llevaba guardando este corto tiempo que, para él, se convirtió en una eternidad. Un beso necesitado por parte de ambos, un beso que hace que Daniel abra los ojos de golpe y se despierte aturdido… Todo ha sido un sueño.
Nunca ha dejado de encontrarse en aquel pasillo incoloro del hospital, dormido en una incómoda silla durante las últimas tres horas. Ha sido su mente, sus ganas de volver a estar junto a ella quienes han viajado al mundo de los sueños con él de la mano. Arrastrándolo a lo que era la realidad perfecta tan anhelada, dejando atrás esa agobiante pesadilla en la que ha permanecido sumergido desde que entró en la clínica. Una pesadilla que continúa sin saber cuándo llegará si fin.
Adormilado, Daniel se frota los ojos con ambas manos a la vez que siente una presencia junto a él. Curioso, levanta la vista hacia su izquierda y observa como un hombre anciano vestido con una bata blanca impoluta le tiende una taza de café caliente. La primera vez el chico se niega a aceptarla, pero termina accediendo ante la insistencia del doctor.
-¿Cuánto tiempo hace que estás aquí muchacho?
-Demasiado del que me gustaría.- le responde tomando un sorbo de su humeante café.
Una grave y corta risa se escucha desde lo más profundo de la garganta de aquel hombre. Dani le mira de reojo, sin comprender a qué viene esa risilla.
-¿Por qué no despierta?- se impacienta el joven.
-Muchacho, el coma es un estado realmente delicado la joven Paula presente graves lesiones que la mantienen en ese estado, pero es fuerte. Lucha por despertarse y eso es algo que los médicos observamos en nuestros pacientes día a día. Se despertará, de eso estoy seguro. ¿Cuándo? Esa respuesta solo depende de ella.
Daniel retira de su vista el vaso medio lleno de café y entierra la cabeza entre sus manos, abatido, incluso desesperanzado… Cabe la posibilidad de que Paula no despierte y eso le atormenta cada vez más.
-Entraré a comprobar cómo se encuentra.-  asegura el médico posando una mano sobre el hombro de Daniel.
No se despide de él, ni siquiera Dani se digna a levantar su mirada todavía fija en el suelo. Necesita respuestas, datos, una simple fecha en la que Paula despierte y pueda entrar a abrazarla. Una fecha que, tal vez, tarde semanas, meses en llegar. Y él no puede más. Necesita tomar un poco de aire. Cansado, camina arrastrando sus pies por los pasillos hasta llegar, cogiendo el ascensor, a la plante calle. Con un agudo pitido, las puertas se abren y Dani apoya su espalda en la pared del edificio. Siente como, poco a poco, un fuerte nudo se va formando en su garganta, impidiéndole tragar con facilidad. Aferra los brazos a los costados de su cuerpo y cierra los ojos con fuerza, notando como un escozor entra en ellos. Cuando quiere abrirlos, una lágrima cae por una de sus mejillas hasta parar en la barbilla. Rápidamente, limpia su cara y parpadea varias veces. Ahora no puede venirse abajo, por mucho que la situación le supere, no puede derrumbarse. Por ella. Por Paula.
Inspirando una bocanada de aire, decide entrar de nuevo en el hospital. Tras subir varios pisos por la escalera, llega a la planta correspondiente. Atraviesa el pasillo e, incrédulo, observa como la puerta de la habitación de Paula se encuentra abierta de par en par. Dani acelera su paso hasta llegar al marco de la puerta. No da crédito a lo que está viendo. Un hombre y una mujer, ambos con una expresión cansada y ojerosa en su rostro, rodean la camilla uno a cada lado de ésta. En un lateral de la habitación, el mismo médico que le había ofrecido aquella taza de café hacía varios minutos, apuntaba varia líneas escritas en una hoja sujeta a una tablilla de plástico rígido. Y, ahora incorporada sobre aquella camilla de hospital, está Paula. Lo ha logrado. Ha abierto los ojos, ha despertado del coma. El doctor tenía razón, nunca dejó de luchar y ahora está ahí, delante de él quien no puede ni siquiera gesticular. Daniel permanece inmóvil junto a la puerta, observando como la madre de Paula abraza  su hija mientras le deja besos en el cabello y la frente. Por otro lado, su padre no suelta el agarre de la mano de Paula. Ni siquiera cuando se fija en la figura de Dani en la entrada.
-Hija, estábamos tan preocupados- solloza su madre.
-Y creo que no éramos los únicos.- asegura su padre sin despegar sus ojos de Daniel.- Paula, creo que alguien quiere verte.
Una sonrisa por parte de los padres reconforta a Dani, quien termina sonriendo levemente. Paula ha vuelto y él no podría estar más feliz.
-Será mejor que os dejemos solos.- anuncia el médico mientras conduce a los padres de la paciente hacia la puerta.- Daniel- le llama antes de irse- me gustaría hablar contigo más tarde.
El muchacho asiente, no puede apartar la mirada de Paula. Ha esperado tanto este momento que no sabe cómo reaccionar, incluso ha pasado por su mente que podría tratarse de un nuevo sueño al igual que hace unas horas. Finalmente, se quedan solos y Dani cierra la puerta del cuarto.
-No puedo creer que hayas despertado por fin.- dice el muchacho mientras se aproxima a la joven- Paula he llegado a pensar que te perdía, que nunca más volverías a mirarme, a abrazarme… En este tiempo no te haces a la idea de la forma en la que te he echado de menos…tanto que ahora me cuesta creer que te esté hablando cara a cara.- se agacha junto a ella y le abraza dulcemente, atrayendo su cuerpo delicado hacia el suyo. De todos modos, siente a Paula distante, tal vez todavía aturdida por los golpes y daños del accidente. Debe darle tiempo, y él no tiene prisa. Ella ha vuelto y eso es lo único que le importa. Vuelve a clavar su mirada en sus ojos. Dios, nunca se cansará de ella, de la sensación que le produce. La quiera y ahora puede decírselo.- Paula, te…

-Perdona, pero…- le interrumpe ella. Una extraña mueca su forma en su rostro, al igual que la expresión de sus ojos no mantiene aquel brillo especial que solo guardaba para él. Se ha desvanecido… Dani intuye que algo pasa.-… ¿Quién eres?



Hola!! Antes de nada siento mucho no haber subido este capítulo antes, pero el curso ocupa todo mi tiempo :(
Ha llegado el último capítulo de esta segunda y última parte de "Gracias por hacerme feliz" Tal vez muchos no esperéis este final pero quería sorprenderos. ¡Espero que os guste!
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS MIS LECTORES!
Besos:
María.
PD: Habrá un epílogo.