Capítulo:
30
La tarde
anterior a las 23:00. En el piso de Lucas.
Verónica
sigue dormida, con la cabeza apoyada sobre el pecho de Lucas. Él ha abandonado
el sueño hace media hora aproximadamente, no está seguro. Desde que ha abierto
los ojos ha centrado su atención en la joven que descansa junto a él. Varios
mechones rebeldes caen por su frente hasta llegar a las mejillas. Lucas sonríe
y le aparta el pelo de la cara haciendo que ella se abrace más a él. Podría
estar así toda la vida y nunca se cansaría. Sin resistirse más, Lucas acerca
sus labios hasta posarlos sobre los de la chica en un casto beso. Despacio,
Verónica termina abriendo los ojos tras parpadear varias veces. Su mirada
desprende un brillo especial que no había visto antes en ella, algo por lo que
merece la pena despertarse todos los días junto a ella. Solo por verla
despertar.
-Estás
preciosa- susurra.
Vero
sonríe y estira su cuello para llegar a los labios de su chico. Los besa con
dulzura y deja caer su cabeza sobre la almohada, percatándose de que ninguno de
los dos lleva alguna prenda de ropa. La muchacha se conoce a sí misma y sabe
que debería sentirse avergonzada de que su novio la viese así, con las mejillas
encendidas en un tono rojizo y sin poder sostenerle la mirada a Lucas, ni
siquiera un segundo. Pero nada de eso ocurre. Se siente segura, protegida. Ha
tenido su primera vez con el chico al que quiere, y eso es algo que no todo el
mundo puede decir en la actualidad. Muchas personas de su edad se toman este
tema a la ligera cuando no debería ser así. No obstante, hay una pregunta en la
cabeza de Verónica que le atormenta. ¿Habrá estado a la altura?
-¿Estás
bien?- le pregunta Lucas.
-Nunca he
estado mejor- asegura ella- pero quería preguntarte algo- carraspea- Lucas, sé
que esta no ha sido tu primera vez, en cambio yo…no sé si…
-Sabía
que te ibas a estar comiendo la cabeza con eso.- le corta él- Ha sido perfecto,
¿y sabes por qué?
Vero se
encoje de hombros.
-Porque
ha sido la primera vez que lo he hecho con alguien a quien de verdad quiero y
estoy enamorado de ella.
Y eso es
cierto. Pasaría horas y horas solo mirando cada rasgo de ella, cada
imperfección que ella encuentre y que, para Lucas, sea otra perfección a la que
amar. Simplemente, porque es Verónica. Escribiría miles de canciones sobre lo
que tienen la suerte de vivir juntos, dormiría a su lado, haciéndole frente a
todas sus pesadillas y adentrándose en los más bellos sueños. Le confesaría
tantas veces la palabra “te quiero” que se quedaría pequeña en significado.
Vero le hace olvidar lo que un día fue, solo ella lo ha conseguido.
-Quédate-
le pide mirándole fijamente a los ojos mientras acaricia su cuello con los
dedos.
-¿Esta
noche?
-Siempre.
Hoy a las
17:00. En la habitación de Paula.
Chicos,
¿os apetece quedar esta tarde? Podríamos ir al Rock and Blues… ¿qué os parece?
Paula
bloquea su Smartphone y espera, sentada delante de la pantalla encendida de su
ordenador, a que sus amigos contesten al mensaje que ella acaba de mandar por
el grupo de WhatsApp que comparte con ellos. Tal y como esperaba, todos ellos
deciden asistir a la quedada.
¿A
qué hora quedamos en el bar?
Paula lee
el mensaje que Marcos acaba de mandar. Si ella no recuerda mal, Cristian no
dijo nada de una hora concreta en aquel correo que le envió explicando todos
los detalles de su encuentro con ellos. Todo, menos una hora determinada…
Dándose prisa, la chica entra en su correo electrónico y revisa su bandeja de
entrada. Tal vez podría haber mandado algún otro mensaje… pero nada. Paula
aparta el ratón del ordenador con un golpe y se lleva las manos a la cabeza.
Incluso el acertijo más complicado le resultaría más fácil de resolver que esta
situación. ¿De qué modo está jugando con ellos? ¿Por qué? Tiene que ser más
lista que él, si Cristian piensa llevar a cabo su plan por encima de todo, no
le importará cuánto se retrasen ella y sus amigos. Estará allí, preparado.
Rápidamente, Paula teclea:
¿Os
parece bien a las seis allí?
Todos
responden estando de acuerdo y continúan hablando sobre sus respectivos
veranos, una conversación en la que Paula no interviene. Cierra su sesión en
Twitter, la cual ojeaba hace un rato, apaga el ordenador y se inclina sobre la
silla. Apoya los codos sobre las rodillas y entierra la cabeza entre sus manos.
Necesita despejarse. Con un suspiro, se levanta de la silla y camina
arrastrando los pies hasta el baño. Una ducha no le vendrá nada mal. Paula
cierra la puerta y camina hasta el lavabo donde deja su ropa. Se adentra en la
ducha y deja que el agua caliente corra por su cuerpo y por el cabello. El
vapor que deja el agua por las paredes de la ducha y por su piel, hace que se
relaje por unos instantes.
Termina y
envuelve su cuerpo en una toalla negra que le llega a la altura de sus
rodillas. Su cabello oscuro cae largo por su espalda, dejando pequeñas gotas
que mueren al caer en la toalla que la rodea. No puede perder tiempo. Seca su
piel y, acto seguido, pasa una nueva toalla por su cabello retirando la mayor
cantidad de agua posible dejándolo caer, húmedo y ondulado, por sus hombros. Se
dirige de nuevo a su habitación y escoge la ropa que llevará puesta esta tarde.
Paula se termina decantando por una camisa sin mangas de cuadros rojos y negros,
unos vaqueros oscuros y cortos de tiro alto que realzan sus largas piernas y
unas Vans de color negro. Alcanza su móvil y las llaves de la casa para guardarlo
todo en una pequeña mochila que se cuelga a la espalda. Termina recogiendo su
pelo en una coleta alta y sale de la casa tras despedirse de sus padres. Paula
echa a correr calle abajo, debe darse prisa.
Al cabo
de un cuarto de hora. En el Rock and Blues.
-¡Mirad!-
exclama Guillermo- ¡Por ahí viene Paula!
-¡Llegas
tarde!- se queja Marcos haciendo una mueca sacando la lengua a la recién
llegada.
-Lo
siento- se disculpa ella- No esperaba que se me hiciese tan tarde.
-No os
metáis con ella- ríe Dani, quien aparece rodeando por detrás la cintura de
Paula- ¿Te apetece tomar algo?
Haga lo
que haga, nada bueno ocurrirá. Si pierde más tiempo en el Rock and Blues,
Cristián se las adueñará para que, algo mucho peor de lo que ya tiene intención
de que ocurra, tendrá lugar.
-¿Y si
damos una vuelta por el paseo?- propone ella.
Nadie
rechista ante la propuesta. Para llegar al Paseo de Independencia debe cruzar
la Plaza de España, justo el lugar que Cristian le indicó en el e-mail. Paula
se queda atrás, dejando que sus amigos caminen delante de ella. Dani intenta
subirse a los hombros de Guille como si fuera un niño pequeño mientras que
Andrea los observa volteando los ojos, Vero camina junto a Marcos ambos
realmente felices y Raquel, sin embargo, mantiene su mirada puesta en Paula.
-¿Va a tener
lugar ahora, verdad?- pregunta con un hilo de voz.
Paula se
limita a asentir a la vez que avanza arrastrando las suelas de sus zapatillas.
-Temo que
os estoy poniendo en peligro a todos, Raquel. Pero no me queda otra opción.- un
estruendoso ruido hace que la muchacha deje de hablar y dirija su mirada hacia
el lugar de donde procede aquel fuerte sonido. Se avecina una tormenta.
-Paula,
dime qué te propones- le suplica su amiga.
La joven
no contesta. Ambas se frenan en cuanto llegan a la altura de un paso de cebra
donde el hombrecillo rojo del semáforo les impide el paso. Varios vehículos
aceleran y pasan por delante de los peatones, todos ellos esperando su turno
para cruzar la calle de la Plaza España. De entre tanto vehículos, Paula
reconoce uno de ellos, del cual, no aparta la mirada. No se mueve, está
esperando a ala señal que le indique el momento justo para acelerar. Aquella
matrícula…el mismo coche de la noche en la que encontró el diario de Inés…el
mismo conductor… La lluvia comienza a caer sobre la acera, cada vez con más
fuerza. En pocos segundos, la carretera y las calles se ven realmente mojadas y
resbaladizas. El hombrecillo rojo del semáforo cambia de color a verde. Todos
comienzan a cruzar y el vehículo que Cristian conduce empieza a moverse, aunque
no a mucha velocidad.
-Raquel,
ve con ellos- le pide Paula. Se acerca sus momento de actuar.
-No hasta
que me digas que tienes en mente.
Raquel
agarra el brazo de Paula, quien intenta zafarse de ella sin mucho éxito. La
arrastra hasta la mitad del paso de cebra, donde se encuentran sus amigos.
El coche
de Cristian se acerca con mucha más rapidez a ellos. Paula no le quita la
mirada de encima al conductor, esos ojos fríos que tanto le atormentaron en su pesadilla
muestran una mueca de asombro. Cristian comienza a mirar hacia todas partes
dentro de su coche, pero pierde el control. La calzada resbaladiza y su escaso
y básico dominio del vehículo, hacen que derrape en la dirección que en un
principio él quería. Los que fueron sus amigos.
-¡¡Apartad!!-
grita Paula con toda sus fuerzas, empujando a los últimos del grupo. No tiene
tiempo de reconocer quienes eran. Ya no tiene tiempo de nada más, todo ocurre
demasiado deprisa. El cuerpo de Paula impacta contra el capó del coche de
Cristian, quien se golpea la cabeza contra el cristal saliendo disparado hacia
delante a toda velocidad. Pero, en ningún momento, choca contra el cuerpo de
Paula que yace inmóvil en el suelo mojado de la carretera. Lo último que logra
escuchar son voces que gritan su nombre, la voz de Dani se hace más grande
entre las demás pero se termina disolviendo al igual que todas. ¿Era este su
plan? Ni siquiera es consciente de ello…Paula solo quería darle una lección a
Cristian, que viera qué se siente al herir a quien fue un amigo. Igual que él
mismo hizo con Inés aquella tarde de verano. ¿Qué se proponía él? ¿Asustar? Eso
es algo que nadie sabrá jamás, porque es un secreto que se ha ido igual que la
persona que lo guarda.
Esta es la Plaza España de Zaragoza, donde tendría lugar el accidente de Paula.
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