Capítulo:
25
De vuelta
a su casa después de la mañana que ha pasado con su amigo, Guille nota la
vibración de su móvil en el bolsillo. Desbloquea la pantalla y observa que tiene
un mensaje nuevo de Andrea. Se extraña pero no tarda en leerlo varias veces:
¿Podemos
vernos esta tarde? Es importante.
Con el
ceño fruncido, le responde que puede pasar a buscarla a su casa, no está muy
lejos de allí.
De
acuerdo, te veo en media hora.
Con
agilidad, Guillermo teclea un nuevo mensaje para la joven rubia:
¿Ocurre
algo?
Pero su
respuesta no llega. Continúa caminando por la calle, pensativo. ¿Habrá hablado
Andrea con Matt? Sí, está seguro de que sí. Andrea necesita poner en orden sus
sentimientos cuanto antes. ¿Y si le ha elegido a él? ¿Y si ha sido Matt? No
tiene tiempo que perder. Acelera su paso por la gran avenida y espera llegar a
la casa de Andrea en menos de diez minutos.
“¿Ocurre
algo?” Andrea vuelve a leer aquel mensaje como si fuera la primera vez que lo
hacía. Ha decidido no contestar… ¡pero claro que ocurre algo! Pasa que se
encuentra entre la espada y la pared, que tiene demasiada carga a su espalda.
Una elección que puede dañar, una decisión que puede convertirse en euforia o
en traición. Todo depende de esta tarde. Está realmente convencida de que los
sentimientos fluirán entre Guillermo y ella pero, ¿será capaz de dejarse
llevar? ¿De no pensar en Matt?
Apresurada,
abre su armario y descuelga de las perchas varias prendas de ropa. Finalmente,
se decanta por una camiseta de tirantes blanca básica y una falda negra con
vuelo de tiro alto. Se viste colocándose la camiseta por dentro de la falda y
abrochándose un collar dorado y blanco que su madre le regaló en su pasado
cumpleaños. Nunca le han gustado ese tipo de complementos pero, por su
encuentro de hoy con Guille, va a hacer una excepción. Se sienta en su silla
del escritorio y, alargando el brazo, atrapa con una mano su par de Vans
negras. Una vez con ellas en los pies, se acerca el espejo que hay detrás de la
puerta de la habitación y se contempla en él. Con ambas manos, peina su largo
cabello rubio ahora ondulado y se lo deja caer por los hombros. Aplica un poco
de colonia en su cuello y sale de la habitación. Su madre está en el salón de
la casa viendo una de esas telenovelas de la tarde, de modo que se despide de
ella y cierra la puerta de la casa con un golpe seco. Toma el ascensor y baja
hasta el patio del edificio mirando hacia el suelo. Una vez cerca de la puerta,
Andrea levanta la vista y ve a Guille apoyado en la pared con los brazos
cruzados y la mirada fija en la calle. La joven coge una gran bocanada de aire
y abre la puerta del edificio tirando de una manivela metálica. El ruido de la
puerta al abrirse hace que Guille se sobresalte y, como resultado, sus miradas
chocan.
-¡Hola!-
exclama el joven acercándose a ella para darle un beso en cada mejilla.
-Hola…-
saluda ella en voz baja al sentir la mano de Guille sobre su cintura y sus
labios presionando cerca de la comisura de los suyos. “Recuerda, déjate llevar”
piensa su subconsciente- ¿Te apetece dar un paseo?- le propone.
-Sí,
claro- responde Guillermo.
En un
silencio incómodo, caminan por las anchas calles del Paseo de Independencia de
Zaragoza. Guille se dedica a mantener la mirada fija en la acera, mientras que
Andrea alisa la falda por tercera vez con sus manos. Ninguno de los dos dice ni
una sola palabra. Siempre habían tenido miles de temas sobre los que mantener
una conversación y, ahora, parecen dos completos desconocidos. Andrea se
percata de que, ya varias veces, el chico ha vuelto su mirada hacia ella,
esperando a que le diese una explicación de aquel encuentro tan repentino. Se
decide a hablar cuando Guille rompe el hielo.
-¿Has
pensado en la última vez que nos vimos?- se interesa andándose sin rodeos.
La
muchacha suspira profundamente antes de contestar.
-Será
mejor que entremos allí- señala una pequeña heladería que hace esquina.
Cruzan la
calle y Guille deja que la joven entre primero en el local. Se aproximan a la
mesa más lejana, allí tendrán más tranquilidad. Andrea se levanta preguntándole
a Guille que querrá de tomar, pero él se adelanta.
-Quédate
aquí sentada- le pide sacando su cartera. Ahora es él quien le pregunta a la
chica, quien se decanta por una copa pequeña de frambuesa y chocolate.
Guille le
sonríe levemente y se acerca al mostrador de pedidos. Andrea le observa desde
su sitio en la mesa y piensa en cómo sería de nuevo su vida junto a él. No
puede negar que le ha echado de menos todo este tiempo.
Andrea
sale del trance cuando se percata de que Guille ha dejado el vasito de su
helado delante de ella y se sienta. El chico sostiene entre los dedos índice y
pulgar una pequeña cucharilla roja de plástico, la cual introduce dentro de su
helado de menta con chocolate y se la lleva a la boca.
-No he
dejado de pensar en eso- le dice Andrea pillando a Guille desprevenido.
-¿De qué
hablas?
-Del beso
del otro día- le aclara- no he dejado de darle vueltas. Necesitaba verte hoy
para terminar de estar segura, debo tomar una decisión cuanto antes.
Guillermo
deja a un lado su helado y acerca sus manos a las de Andrea por debajo de la
mesa.
-¿En qué
piensas?- le pregunta él.
La
muchacha junta sus labios de modo que terminan formando una fina línea bajo su
nariz. Los ojos azules de Guillermo la examinan de tal forma que ella llega a
estremecerse. Pero le encanta que haga eso. Ahora mismo no piensa en nada ni
quiere hacerlo, solo dejarse guiar por los impulsos que dicta su corazón.
Dejarse llevar y probar una vez más sus labios, abandonando en lo más profundo
de su mente la toma de decisiones a la que deberá someterse. Andrea aparta el
recipiente de su helado a un lado de la mesa y se inclina sobre Guille,
presionando su boca contra la de él. Sus labios se mueven juntos a un ritmo
rápido, ansiosos el uno del otro. La joven nota como el chico muerde su labio
inferior y, entonces, lo siente. Esa sensación de flotar que nunca antes había
logrado sentir con otro chico, ni siquiera con Matt. Un cosquilleo baja desde
su cuello hasta el estómago, un hormigueo realmente familiar y, a la vez, tan
anhelado.
Se ven
obligados a separarse cuando una de las camareras carraspea a su lado y les
fulmina con la mirada. Andrea vuelve a su sitio y sus miradas se penetran en la
del otro.
-Pensaba
en que te quiero- afirma Andrea.
Ese beso
ha sido la clave de su decisión…
TIENEEEEN QUE VOLVEEEEEER! O ME VOLVERÉ LOCA DE REMATE. jajajajaaja
ResponderEliminarDios me encanta Guille y Andrea son tan monos. ^^
DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS:') Ha sido tan lindo, y estoy de acuerdo. Andrea me ha encantado lo que hizo, tienen que regresar<3
ResponderEliminarBesos
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