Capítulo: 36

Capítulo: 36

Una densa cortina de agua cerraba la vista a la calle desde el porche del polideportivo. Ya era hora de volver a casa.

-Chicos, Guille y yo cogeremos un taxi para llegar a casa- dice Andrea.

-Está bien- contesta Dani. Lleva preocupado por Paula desde que se derrumbó en la piscina. ¿Qué puede haberle pasado?

-Yo llamaré a mi madre para que venga a recogerme en coche- les comenta Vero buscando su móvil dentro de la mochila- ¡Mierda! He debido de dejarme el móvil dentro. Voy a buscarlo y llamaré a mi madre desde allí. Iros yendo, ¿vale?

Abre la puerta del polideportivo, pero antes de entrar se vuelve a sus amigos para decirles:

-Muchas gracias por invitarme, chicos.

Y desaparece tras las grandes puertas de cristal que guardan el recinto de las piscinas.

-Está fatal- afirma Guille- Dese lo ocurrido con Marcos esta mañana, Vero no es la misma. Esa luz que siempre la iluminaba se ha apagado por completo.

-Tienes razón. Nunca había visto a Marcos como hoy. Y lo peor de todo ha sido que, ninguno nos dimos cuenta de que le gustaba Vero. Tendríamos que haberlo visto para poder ayudarle- dice Dani que no se separa de Paula ni un solo segundo.

-Ahora ya no podemos hacer nada. Lo mejor que puede hacer Marcos es olvidar, conozco bien a Vero y no tiene ojos más que para Cristian- dice Andrea seria.

Los cuatro amigos se quedan en silencio por unos instantes. Paula tiene la mirada perdida, sumergida en sus pensamientos mientras Dani la abraza cada vez con más fuerza. Nota como su pequeño cuerpo tiembla. Y no es por el frío.

-Será mejor que Andrea y yo nos vayamos ya- dice Guille mientras le hace señales al taxi para que pare. Antes de marchar, se despiden de sus amigos, deseándoles unas felices vacaciones y prometiendo que se verán en Navidades.

La pareja corre hacia el vehículo, cierran las puertas y desaparecen entre la densa lluvia de ese veintitrés de diciembre.

-Dani…- pronuncia Paula en voz baja.

-¿Si?

-Creo que yo también llamaré para que me vengan a buscar.

-¡Ni hablar!- contesta Dani. No puede abandonarla, ahora no. Lo necesita a su lado, su deber es ayudarla en todo lo que pueda, hacerla feliz- Mi casa está más cerca de aquí, te llevaré allí cuando cese la lluvia.

-Cuando la lluvia pare yo podré ir a mi casa andando desde aquí.

-Estás muy lejos de allí- le dice apoyando su dedo debajo de la barbilla de la joven haciendo que le mire- Deja de insistir, déjame cuidar de ti.

Ella no responde, simplemente le abraza. Le abraza como esta mañana en el recreo del instituto. Sin que no existiera nadie más, únicamente ellos dos.

-¿Puedo tomarme esto como un sí?- le pregunta Dani separándose unos escasos milímetros de Paula. Ella le mira y asiente. Ambos se miran a los ojos. Se había imaginado muchas veces este momento, pero nunca había podido llegar a estar seguro de que Paula fuese el rostro de su princesa aun por encontrar. Está feliz de que sea ella, no hay nadie mejor para serlo. Le acaricia la mejilla con suavidad mientras ella cierra los ojos, sintiendo cada segundo del momento. En eso quiere Dani que se base su relación, en disfrutar cada segundo que pasen juntos. De su mejilla pasa a los labios que los roza con la yema de los dedos. Mantiene su mirada fija en los labios de Paula hasta que atrapa su cuello con ambas manos y se aproxima a besarla.

-Dani- le dice ella intentando apartarse- la herida.

-No me importa.

Y el beso llega, sin poder impedirlo. Dani lo necesitaba, y sabe que ella también. Probar sus labios una vez más, volver a sentir esa sensación parecida a una descarga que te recorre todo el cuerpo.

Paula siente como se le acelera el corazón. Se deja llevar y enreda sus dedos entre el cabello de Dani mientras él le pone una mano en su cintura para atraerla más a él hasta que sus abrigos se chocan. El beso dura unos pocos segundos más hasta que ambos se separan. Paula abre los ojos y contempla esa sonrisa que tanto le gusta.

-Deberíamos irnos- dice ella recuperando el aliento- ya ha dejado de llover.

-Siento mucho haberte tirado al agua- le dice Guille a Andrea. El taxi les ha dejado solo a una manzana de la casa de Andrea. Él se ha ofrecido a traerla hasta allí, luego él se irá por su camino.

-No pasa nada- le dice ella dándole un beso cortito en los labios- de todas formas te habría tirado yo.

Guille suelta una carcajada y dice:

-¿Eso crees? ¿Crees que hubieras podido conmigo?

-Por supuesto, tú me pillaste desprevenida y no puede contraatacar.

Finge que se enfada y comienza a caminar por delante de Guillermo hasta que llega al portal de su casa y saca las llaves de su bolsillo. Pero va a meter la llave en la cerradura y el chico la coge de la cintura y la eleva.

-¡Bájame, bájame!- grita ella.

-¿No decías que eras más fuerte que yo?

-Por lo visto no- dice ella pataleando- ¡Ahora, bájame!

-Menudos modales, señorita. ¿Cuál es la palabra mágica?

-¡Bájame, ya!

Guille chasquea la lengua.

-Error. Te quedan dos intentos.

-¿Desde cuándo hay intentos?

Vuelve a chasquear la lengua.

-Ahora solo uno.

Andrea resopla.

-Guille, por favor, ya que eres tan amable, ¿tendrías la amabilidad de ponerme en el suelo, por favor?

Al fin cede, y la posa en el suelo. Suspira.

-Ha sido como música para mis oídos.

-Serás…- Guille no le deja terminar la frase. Presiona sus labios sobre los de ella y ambos se funden en un nuevo beso- adorable.

Sonríe y se aleja caminando. Observa como introduce la llave para abrir la puerta y antes de que entre y no puedo oírle le grita:

-¡¡Te quiero!!

¡Buenas tardes a tod@s! ¿Qué tal va todo? Yo os dejo el último capítulo que publicaré antes de que me vaya a Londres una semana. ¡Espero que os guste! ~Un besazo~