Capítulo: 41
-¡Oh, vamos!- exclama Cristian
observando la cara asustada de la joven- No me mires así, Raquel. Los dos
sabemos muy cuanto tiempo llevabas desando que te besara así, ¿no?
Cristian intenta atraerla más hacia
él, pero Raquel comienza a dar pequeños pasitos hacia atrás, intentando
alejarse de él al máximo posible. Ya no es él mismo, sus ojos ya no le
transmiten seguridad. Ahora son fríos como dos témpanos de hielo.
-¿O me vas a negar que no sientes
nada por mi?- le dice atrapando su cintura con ambas manos. Se aferran tanto a
su cuerpo que incluso le duele. Ella intenta zafarse pero Cristian en mucho más
fuerte. Se acerca al cuello de Raquel y lo besa. Al sentir sus labios rozando
su piel, Raquel ahoga un grito mientras una lágrima se le escapa corriendo por
su mejilla. Quiere gritar, pero tiene una opresión en el pecho que le impide
hacerlo. El antiguo Cristian no actuaría así con ella, ni con ninguna otra
chica. Este no es el chico del que se enamoró.
Del cuello pasa a los labios. Sin
delicadeza, la besa. Entre beso y beso, Cristian dice algo entre dientes que
Raquel no puede entender. Está demasiado aturdida como para escuchar nada.
Escucha unas rápidas pisadas a lo
lejos, alguien corre hacia ellos y separa a Cristian del cuerpo de Raquel. Es
Hugo.
-Lárgate de aquí, Hugo. Esto no es
asunto tuyo- le amenaza Cristian.
-¿Por qué no te vas con tus nuevos
amiguitos?
-No te metas donde no te llaman,
Hugo. ¡No tienes idea de nada!- grita empujándole.
Ambos se enzarzan en una pelea que
termina por los suelos. Los golpes de Cristian no son tan fuertes como los de
Hugo, seguramente sea por los efectos del alcohol.
Raquel está sentada sobre la acera.
Nota como le tiembla todo el cuerpo. Nunca pensó que algo así podría llegar a
pasarle, y mucho menos de parte de Cristian, aquella persona por la hubiera
dado todo. Y él, en pocos minutos, le ha quitado hasta el habla.
Hugo clava una rodilla en el
estómago de Cristian y le propicia un puñetazo en la mandíbula. Segundos más
tarde, le levanta agarrando a Cristian de su sudadera.
-No vuelvas a tocarla- le grita
entre dientes. Y le suelta de forma que, Cristian, se golpea la cabeza contra
el asfalto del paso de cebra. Está tan débil que ni siquiera hace un amago de
levantarse.
Hugo vuelve su mirada a Raquel que
no deja de temblar. Corre hacia ella y le ayuda a levantarse agarrándole de los
brazos. Cuando está de pie y se da cuenta de quien la sostiene ahora es Hugo no
duda en abrazarle. Raquel esconde su cabeza entre su cuello y llora. Llora como
nunca antes lo había hecho. Se siente una estúpida y no deja de repetírselo
mientras llora. Hugo intenta calmarla pasando su mano por el largo cabello de
Raquel.
-Ya está, ya está- la calma- todo
ha pasado. Estoy aquí, contigo, y no dejaré que te haga daño otra vez, ¿vale?
Nadie volverá a hacerte sentirte así.
Levanta la cabeza de su hombro y le
mira. Tiene los ojos rojos e hinchados y las lágrimas surcan su rostro
arrastrando con ellas su maquillaje. Traga saliva antes de intentar hablar:
-¿Por qué me ha hecho esto? Él no
era así- dice limpiándose las mejillas, pero no sirve de nada- ¿Por qué me he
tenido que enamorar de alguien así?
Vuelve a llorar pero, esta vez,
deja que Hugo la vea hacerlo.
-Raquel, mírame.- le dice- Tú no
tienes la culpa de nada. Te enamoraste de alguien que te hizo creer que era una
persona completamente distinta. Ahora toca olvidar.
-No creo que puede hacerlo, yo…
-¡Claro que puedes!- exclama él
sujetando sus manos- Yo te voy a ayudar.
Raquel lo mira con los ojos
vidriosos. Hugo es bueno en comparación con muchos otros. Le ha ayudado y sabe
que va a convertirse en un buen amigo para ella.
-Y ahora- le dice el chico
sonriendo- vámonos de aquí, tenemos una cena esperándonos.
-Sí- dice ella con un hilo de voz.
Lleva su mirada al paso de cebra y observa que Cristian ha desaparecido.
Juntos comienzan a caminar por las
frías calles de la ciudad. Hugo pasa un brazo por encima de los hombros de
Raquel, la cual tiene la cabeza llena de preguntas y sabe que Hugo tiene la
respuesta a muchas de ellas.
-¿Cómo sabía que estaba aquí?- le
pregunta ella.
-Vi que tardabas mucho y, que no te
sienta mal pero, decidí irme camino de mi casa y te vi. Supuse que estabas en
cierto peligro porque…
-¿Por qué?
Hugo resopla.
-Es una historia muy larga, Raquel.
Además creo que no soy la persona idónea para contártela.
-Si hay alguien que puede
contármela eres tú. Sé que sabes algo sobre Cristian, algo que me ayudará a
encajar todas las piezas del rompecabezas. Así que, por favor, cuéntame qué es
lo que está pasando.
Vuelve a resoplar, aunque esta vez
con más fuerza. Sabe que tiene razón.
-Está bien- comienza a relatarle-
Hugo lleva viéndose con Oriana desde hace un tiempo. Ella comenzó a juntarse
con mala gente y arrastró a Cristian con ella. Todas las tardes, al salir del
instituto, se iba con ella a “olvidar” como ellos dicen.
-¿Qué es eso de olvidar?
-Se drogan. Usaban a la droga y sus
efectos para olvidar el pasado. Un pasado que siempre les perseguirá quieran o
no. Un pasado que tienes que ver con uno de tus amigos. Con Paula.
-¿Paula? ¿Qué tiene que ver ella en
todo esto?
Hugo coge aire y se coloca delante
de Raquel. Ha llegado la hora de contar toda la verdad.
-Si le preguntas a Paula, le
sonarán los nombres de Arón y Silvia.
-¿Quiénes son? Hugo, no entiendo
nada.
-Arón y Silvia son los responsables
de la muerte de la amiga de Paula, Inés. Y, al ver lo que habían hecho y los
acontecimientos que trajo la desgracia, se cambiaron los nombres por Cristian y
Oriana.
Raquel clava su mirada en los ojos
de Hugo se tapa la boca con su mano temblorosa. Cristian no existe. Y, sea
quien sea su otra identidad, es uno de los culpables de la muerte de Inés. La
idea de haber estado enamorada de un asesino aterra a Raquel. Todo ha sido culpa
suya, sus lágrimas, la muerte de Inés, su pelea con Verónica… Seguirían siendo
amigas si no fuera por la culpa de ese impresentable. Se le revuelve el
estómago solo de pensarlo.
-Y, ¿cómo es que Paula no reconoce
a Cristian?- pregunta Raquel confusa.
-No estoy seguro de eso, pero
intuyo que, cuando Cristian se enteró de que Paula iba a entrar en su nuevo
grupo de amigos fue corriendo a decírselo a Oriana y cambiaron se aspecto y de
nombres. Típico de cobardes…
-No puede creerlo. He estado
pillada por una especie de asesino. He dejado de hablar con mi mejor amiga por
él- cuenta Raquel gesticulando con las manos. Termina por llevárselas a la
cabeza, desesperada.
-Eh, eh- le dice Hugo capturando
sus manos- no tienes la culpa de nada, no elegimos de quien nos enamoramos. Es
algo que nadie puede controlar. Nadie manda sobre el corazón y los
sentimientos. Ahora, como ya te he dicho, toca olvidar y reconciliarte con tu
amiga. La amistad es el tesoro más valioso.
Tiene razón. Un día se prometieron
que nada ni nadie las separaría. Rompieron esa promesa. Y las promesas son
pactos irrompibles. Deben arreglar las cosas.
-Y ahora, ¿cenamos?- pregunta él
cogiendo a Raquel del brazo.
Ella asiente y caminan en silencio
hasta que llegan al Rock and Blues. Hugo saca las llaves y abre la puerta del
local. Deja pasar a Raquel y enciende las luces. Todas las mesas tienen las
sillas encima, exceptuando a la mesa del centro. Está llena de platos con… ¿chuches?
-Desde aquí parecen chuces- dice
Raquel forzando la vista. Hugo suelta una carcajada.
-Lo son.- dice mientras la acompaña
a la mesa- Un cena de verdad hubiera sido demasiado formal, ¿no crees? Y lo
habitual termina siendo aburrido. Así que pensé en hacer algo distinto y compré
las gominolas. Tienes pizza, hamburguesas, pescado… Al fin y al cabo, es comida
¿no?
-¡Me encanta!- exclama ella comiéndose
un tiburón de gominola.
Comienzan comiendo, charlando,
compartiendo miradas… Es una noche única. Hasta que solo queda un regaliz rojo
sobre uno de los platos. Ambos se miran y se lanzan a cogerlo. Raquel es más rápida
y le hace una risa de burla a su contrincante.
-Que conste que te he dejado ganar-
le dice él- pero, ¿podrías darme la mitad?
Termina poniendo ojitos, aunque
Raquel no cae en su trampa. Y se termina comiendo el regaliz de una sola vez.
-¡Ups!
Hugo se levanta de la silla tan
rápido que Raquel no consigue reaccionar y termina en el suelo, desbocada de la
risa por culpa de las cosquillas de Hugo.
-¡Lo siento, lo siento!- grita ella
a carcajadas- ¡Para, por favor!
Hugo se detiene.
-Está bien- dice mirando al equipo
de música del bar- pero solo si me permites un baile.
-Será un placer.
Hugo ayuda a levantarla y se acerca
al equipo y pulsa el play. Suena una canción lenta que Raquel reconoce al
instante. Es thousand
years de Christina Perry.
-Adoro esta canción- dice ella
mientras Hugo la agarra de la cintura y ella rodea el cuello del chico con sus
manos.
Hugo la mira, está preciosa esta
noche. No ha dejado de mirarla desde que la encontró tirada en aquella acera.
La vio tan pequeña que tenía miedo de dañarla él mismo. Cristian le ha hecho
mucho daño y, ahora, cualquier persona que se acerque a ella para hacerla
sufrir le pagará caro.
Un mechón de pelo cae por su
rostro, pero Hugo se encarga de recogérselo detrás de la oreja.
-Tienes mejor cara- le dice él en
voz baja.
-Gracias a ti. Eres un buen amigo,
Hugo.
-Te mereces ser feliz, Raquel. Y
quiero que sepas que, mientras yo sea tu amigo, nadie más volverá a borrarte
esa sonrisa de la cara.
Hola pequeños^^ ¿Qué tal va todo? Me ha costado escribir este capítulo porque puede que sea uno de los más importantes. ¡Espero que os guste! Os dejo la canción que Hugo y Raquel bailan en el Rock and Blues. Un besazo enorme!
PD: Fui a ver al cine Cazadores de Somras: la ciudad de hueso!!!!! Me encantó os la recomiento y Jace...*_* Aquí os lo dejo. (Me ha enamorado *_*)
¡¡Mi rubio natural!!