Capítulo:
22
-Vuélveme
a contar como ocurrió todo- le pide Paula.
Raquel
resopla e intenta tragar saliva para narrarle a su amiga lo que ocurrió con
Cristian aquella tarde donde llegó a amenazarla.
-Era una
tarde normal, yo volvía a casa después de haber ayudado a mi madre en la tienda
de vestidos de novia. Iba caminando tranquilamente cuando, de repente, observé
que alguien me seguía y me alcanzó. A la fuerza, me llevó a un sucio y
abandonado callejón y allí estaba él- Raquel recuerda la expresión del rostro
de Cristian. Fría, desconfiada, intimidante…- Empezó a decirme que, si yo no
hacía todo lo que él me pedía, si no le ayudaba, todos mis amigos sufrirían
mucho más de lo que él ya tenía planeado. Todos vosotros…
La voz de
Raquel se entrecorta y no puede seguir hablando. En aquella tarde supo con toda
seguridad cómo era el miedo, un miedo que le invadió al escuchar las palabras
de quien fue su amigo en algún momento de su vida. Una persona por la que, su
corazón, sintió mucho más que por cualquier otra persona. Ahora es un recuerdo,
un borroso recuerdo que, a la vez, se convirtió en una mentira.
-Paula-
le llama- yo no lo sabía. No tenía la menor idea de que a ti también te había
amenazado. Por eso, cuando leí el correo electrónico que nos envío a ambas,
corrí a llamarte. Pensé que estaba sola en esto…
Los ojos
oscuros de Raquel se enrojecen y adoptan una forma vidriosa. Al verlo, Paula se
abalanzaba sobre ella y le abraza. Las dos lo necesitan.
-Raquel,
tranquila- le calma apartándose de ella- voy a terminar con esto, sé lo que
debo hacer pero, es mejor que no hablemos de esto que tengo en mente. Te
parecería una locura, a ti y a todos.
La
expresión de Raquel cambia por completo. Sus ojos se han abierto de par en par
y aun le cuesta articular las palabras. Por fin, lo consigue.
-Paula no
hagas ninguna locura, no serviría de nada. No sabemos lo que Cristian…Aron… ¡cómo
quieras llamarle!- exclama- tiene pensado hacernos… ¡Ni siquiera sé por qué
quiere dañarnos!
-Sea lo
que sea lo que quiere hacernos, seremos más listos que él, Raquel.- le explica-
Yo tampoco conozco sus motivos por los que quiere hacernos daño, pero sea lo
que sea, me adelantaré a él. Por vosotros, os lo debo a todos.
-¿Te has
acordado de cogerte algo de ropa de abrigo? Quien sabe el tiempo que puede
hacer. ¡La escuela está en mitad de la nada!- se alarma la tía de Gloria.
-Sí,
llevo todo lo que necesito en mi maleta. La he revisado cientos de veces- reía
la joven. Ver a su tía al límite de la exasperación le resultaba incluso
divertido.
La mujer
mira con ternura a su sobrina que termina de cerrar su maleta azul marino por
tercera vez.
-¿Por qué
me miras así?
La tía de
Gloria se acerca a ella y le pasa las manos por sus delgados brazos.
-Tus
padres están muy orgullosos de ti, Gloria. No lo olvides mientras estés fuera
este tiempo.
-Ellos ni
siquiera están aquí, en España- su tono de voz se vuelve más apagado- además,
tampoco les he llamado para decirles que he ingresado en la academia.
Gloria
recibió la noticia esta mañana. De todas las aspirantes a una de las plazas en
la prestigiosa academia de baile, sin lugar a dudas, la muchacha fue la mejor con
creces. Y, por ello, la academia consideró que lo mejor era que se integrase
cuanto antes con todos sus demás compañeros llenos de talento. Gloria se marcha
en dos horas. Les dirá adiós a todos aquellos que aprecia. A todos, menos a sus
padres…como siempre ha sido… Ellos viajan mucho por trabajo y desde hace un
tiempo, la casa donde vive su tía y, antes de que decidiese compartir un piso
con su mejor amigo Álex, su primo Lucas, se ha convertido en su hogar. Allí es
feliz y no le falta de nada. Aunque, debe reconocer que, echa de menos no ver a
su primo husmeando en su habitación, ni escuchar cantar sus canciones con la
guitarra…
-Deberías
llamarles, Gloria- le aconseja su tía con un toque de pena en su voz.
-Cuando
ellos me llamen desde donde quiera que estén esta vez para saber si su hija
esté bien, entonces les llamaré yo- contesta
Gloria con un tono brusco y frío.
-¡Vaya!-
exclama una voz masculina desde el marco de la puerta del cuarto- ¿Vas a tener
ese carácter cuando conozcas a tus compañeros?
Gloria
reconoce su voz al instante y gira su cabeza hacia la derecha para poder verle.
Los ojos de ambos se iluminan.
-¡Lucas!-
grita ella lanzándose sobre él. El joven se tambalea pero logra elevar a su
prima en el aire en un gran abrazo.
-Oye…-
dice una nueva voz- ¿y para mí no hay abrazo?
Un
muchacho de pelo rubio y un poco más alto que Gloria, asoma por detrás de
Lucas. Marcos, quien le muestra una resplandeciente sonrisa.
-Por
supuesto que lo hay.
Se
abrazan con fuerza, sin dejar un solo espacio libre entre ellos. Gloria cierra
los ojos y recuerda; recuerda la primera vez que habló con Marcos a través de
la webcam del ordenador, descubrió todas y cada una de las cosas que tenían en
común, recuerda su primer encuentro cara a cara, todas las veces que se ha quedado
ayudándola en sus coreografías, aportándole su gran apoyo e ideas. Se ha
convertido en un gran amigo en los últimos meses y decirle adiós…le va a
resultar complicado…
El abrazo
se ve interrumpido por Lucas, quien carraspea de manera exagerada.
-Bueno
mamá- le dice a la mujer- creo que es mejor que les dejemos solos, aún tienen
que despedirse.
Gloria
mira a su primo quien chasquea la lengua y desaparece de la habitación con su
madre. Marcos y ella se quedan solos, con la mirada fija en los ojos del otro.
-¿Tienes
ya todo listo?- pregunta Marcos rompiendo aquella intensa mirada rascándose la
nuca.
-Sí-
responde ella con un suspiro.
-¿Y tú?-
pregunta él colocándole una mano sobre el hombro- ¿Estás lista?
Gloria le
mira sorprendida. Nadie le había hecho esa pregunta antes. Sí, es cierto que se
han alegrado de su ingreso en la academia, pero nadie le había preguntado si
estaba preparada. Nadie, salvo Marcos. Su suma atención con ella es algo que
echará mucho de menos. Siempre es tan atento que es difícil creer que exista
alguien así, capaz de anteponer las prioridades de los demás a las suyas.
Gloria sabe que está lista para marcharse, pero no está preparada para decirle
adiós a su amigo.
-Sí-
responde en un tono de voz tan bajo que a Marcos le cuesta oír. En ese momento,
antes de que el joven pueda articular una palabra más, Gloria rodea su cuello
con los brazos y se aferra a él, abrazándole de nuevo. Marcos le corresponde al
abrazo y posa sus manos en la espalda de la muchacha.
-Ojalá
pudieras venir conmigo- le susurra ella con el rostro oculto en el hueco del
cuello de Marcos.
-Bailar
nunca ha sido lo mío- ríe él. Nota como una lágrima de Gloria humedece su
cuello y, al instante, escucha sus sollozos- Gloria…vas a cumplir tu sueño, no
tienes motivos para llorar.
-Lo sé…perdona-
dice separándose de él mientras se limpia las mejillas de lágrimas.- Te
parecerá estúpido pero, nunca pensé que emprender el camino hacia mi sueño iba
a ser tan duro. Me cuesta despedirme de mi tía, de Lucas…de ti…- las lágrimas
vuelven a asomar en los ojos de Gloria y se cubre la cara con sus manos- voy a
echarte mucho de menos, Marcos.
-Gloria-
le coge las manos, apartándoselas de la cara, y las atrapa entra las suyas- esta
vez, no pienses en lo que dejas atrás, es tu sueño. Vívelo, por ti y por todos
los que queremos que seas feliz realizándolo. Imagínatelo como un viaje en
tren, ha llegado la hora de coger un nuevo tren que te llevará a tu destino,
dedicarte al baile. Lástima que, en ese tren, solo queda un asiento libre. Tu
asiento, tu plaza de ingreso en la academia. Y te puedo asegurar que, yo, te
estaré esperando en la parada que tú te decidas bajar. Y, estoy seguro, de que
esa parada será el final del viaje y eso significará que lo has conseguido.
Antes de
que nadie diga nada más, se escucha un agudo claxon procedente de la calle. Ha
llegado el momento de irse, no puede dejar escapar este tren. Lo hará por ella,
por Marcos. Lo conseguirá.
-Vamos,
te acompaño a la puerta- le dice su amigo cogiéndole la maleta, la cual, pesa
más de lo que esperaba. Y es que, para cumplir tu sueño más deseado, hay que ir
preparado. Y Gloria lo está, no cabe duda. Su talento pesa mucho más que
aquella maleta.
Una vez
en la puerta de la casa, un gran todoterreno negro espera a la joven, quien
abraza a su tía y, acto seguido, se dirige a su primo. Lucas le revuelve el
pelo como su fuese una niña pequeña, pero ésta no parece molesta. Por última
vez, Gloria mira a Marcos y le muestra su sonrisa. Una sonrisa a la vez triste
por su partida aunque también llena de emoción. Marcos prefiere un simple gesto
de despedida como aquel, que una serie de palabras tristes que, en la mayoría
de los casos, se terminan olvidando. Y es que, la sonrisa de su amiga es algo
que recordará todos los días porque ella ha decidido hacer lo que más le gusta.
Gloria se
monta en el coche de color negro y se despide de ellos ondeando la mano desde
el interior del vehículo. Todos se despiden de la misma forma y observan como
el coche desaparece al final de la calle.