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sábado, 28 de junio de 2014

Dime que no me quieres. Capítulo: 16

Capítulo: 16

El aroma a tabaco se ha adueñado de la habitación. En ella, se encuentra Oriana sentada sobre un viejo sofá, sosteniendo un tercer cigarrillo en la mano. Cristian, con la cabeza apoyada en las piernas de la muchacha, apaga el suyo, el último por hoy. Junta las manos y mira al techo del local, no ha olvidado su encuentro con Paula y llevará a cabo sus advertencias. Se vengará de aquellos que fueron culpables de terminar interno en aquel centro de desintoxicación, el cual no le sirvió de nada. Su estancia allí no ha hecho que abandone su necesidad de tomar cada vez más dosis. Consumiéndolas se siente bien, muy bien.
-¿En qué piensas?- le pregunta Oriana pasando la mano por el cabello del joven quien tarda unos segundos en responder. Se levanta y se incorpora en el sofá cruzando las piernas.
-En asuntos que debo resolver.
Ella le mira con extrañeza.
-¿Qué clase de asuntos? Aron- le llama- llevas una días muy raros desde que saliste del centro…
Le devuelve una mirada de dureza y frialdad.
-¡He dicho que son asuntos míos!- grita enfurecido.
Los alaridos de Cristian asustan a la chica. Desde que abandonó el centro de desintoxicación no ha sido él mismo. La cantidad de drogas que le proporciona a su cuerpo ha aumentado considerablemente.
Sin previo aviso, Aron acerca su rostro al de Oriana y besa sus labios con intensidad. Confusa, le corresponde al beso rodeándole el cuello con sus brazos.
-No quería gritarte,- se disculpa con una voz más calmada- pero no me gusta que se entrometan en mis asuntos, ya lo sabes. Es mejor que te mantengas al margen de esto.
-De acuerdo…
-Ahora debo irme- le comenta Aron levantándose con gran rapidez del sofá. Y, sin despedirse de Oriana, sale por la puerta de la habitación y con ello del local. Ha llegado la hora de comenzar con su primera venganza.


-¿De verdad no estás enfadada por qué no haya podido ir a tu casa esta tarde?
-¡Claro que no!- exclama Raquel- Tenemos mucho verano por delante para disfrutar de una tarde juntas. Además, no ibas a suspender tu primera cita con Lucas.
-Prometo que mañana no vemos y te cuento todo. Ha sido todo increíble- Vero suspira desde el otro lado de la línea telefónica.
-¿Vas a decirme que ya estás enamorada?- le pregunta con una risa traviesa.
-¡No! Bueno…ojalá llegue a estarlo de él algún día- responde con una voz tímida y casi inaudible. Mientras tanto, Raquel, ríe de forma escandalosa al otro lado del teléfono. Verónica siempre ha sido muy reservada, pero sabe de sobras que está muy feliz con Lucas  y su alegría le contagia.
-Te dejo ya para que vuelvas con Lucas, enamorada.
-Que tonta eres, Raquel- ríe.
-Por eso me quieres tanto.- asegura- Mañana nos vemos Vero- se despide mandándole un sonoro beso que logra escuchar sin ninguna interferencia.
La llamada termina y deja su Smartphone sobre la mesa del salón. Ya ha visto la película que tenía planeado ver con Vero esta tarde en la casa: Titanic, su película favorita de todos los tiempos. Nunca se casará de ella.
Aburrida y sin saber qué hacer, camina hasta su habitación, se sienta sobre la silla de su escritorio y alcanza unas zapatillas desgastadas de color blanco. Se las calza, coge las llaves y cierra la puerta de la casa. No le irá mal dar un paseo. Una vez fuera, camina toda su calle hasta llegar a un paso de cebra…

-Mira al frente, la chica que está esperando a cruzar la calle, ¿la ves?- pregunta Cristian escondido tras una esquina de la calle desde donde puede ver como Raquel cruza el paso.
-Ya la tengo localizada.
-Bien. Síguela y lleva a cabo el plan.
Cristian cuelga la llamada y observa como todo se lleva a cabo. Ha contratado a Raúl, uno de los amigos de Oriana, para que realice el trabajo sucio de todas y cada una de sus venganzas. No resultó muy difícil de convencer, ya que Cristian le prometió una buena recompensa a cambio de todos los trabajos sucios y Raquel es la primera víctima.
La joven pasa por delante de Raúl, que se encuentra sentado en uno de los bancos de la calle y, dejando un poco de distancia entre ellos, la comienza a seguir. Ella se percata de que alguien va pisándole los talones desde hace un buen rato y acelera su paso. Intenta echar a correr hasta que Raúl le agarra con fuerza del antebrazo.
-¡Suéltame! ¡Socorro!- grita Raquel con todas sus fuerzas. Provocando la risa de Raúl quien tira de ella hasta adentrarse en un pequeño callejón.
-Hola Raquel- le saluda una voz conocida- Veo que nos han cambiado nada.
-Cristian…-tartamudea asustada- Ojalá pudiera decir yo lo mismo de ti. ¿Qué quieres?
-Directa…me gusta esa faceta tuya- le asegura caminando hacia ella igual que un depredador se dirige a su presa- Vas a ayudarme en todo lo que te pida Raquel. En todo.
-Déjame en paz, estás loco. ¡Soltadme!
-Pienso vengarme de todos vosotros, ¿sabes? De tu hermano, de Verónica, de todos…
Ella le mira asustada.
-¿Qué te propones? ¡No haré nada que les dañe a ellos!
-Entonces quien saldrá dañada serás tú…
Cristian mete la mano en su bolsillo y saca una navaja cuyo filo brilla con la poca luz del sol que entra en esa callejuela. Una sonrisa siniestra se forma en el rostro del joven.

-¿Y ahora?- le apunta con la navaja- ¿Piensas ayudarme, Raquel?



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