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sábado, 21 de diciembre de 2013

Dime que no me quieres. Capítulo: 2

Capitulo: 2

El ruido del motor le impedía escucharle hablar. Llevaban varios minutos sobre la moto, camino al centro de la ciudad. Aunque, Verónica ya había montado en aquella Yamaha de color negro, nunca terminaba de encontrarse totalmente segura sobre ella. Pero confiaba en quien al conduce. Los brazos de la muchacha llevan aferrados a la cintura de Lucas de que salieron de la casa de él. Hace unos días le pidió a Vero que le acompañase a un ensayo que tenía con su banda. Lucas toca la batería desde que cumplió los quince y ahora, con dieciocho, él y sus amigos decidieron montar una banda.
Ensayan en un pequeño local, escondido en uno de los callejones del centro. Todos los martes, jueves y domingo, se reúnen para practicar sus canciones. Algunas propias y otras de grandes grupos. La mayoría de las canciones son de estilo rock, el estilo de música favorito de los cinco componentes de la banda. En ella, Lucas es el solista y, a su vez, toca la guitarra eléctrica.
Se adentran en el callejón y la moto va frenando hasta que, Lucas, aparca a un lado del estrecho pasaje. Verónica es la que baja primero del vehículo. Una vez de pie, se retira el casco y se lo tiende a Lucas que ya se lo ha quitado.
-Así que, aquí es donde ensaya tu banda- comenta ella examinando el lugar.
-Bueno, no se puede considerar mi banda. Todos nosotros decidimos crearla por nuestra afición al mundo de la música- dice el joven guardando los dos cascos- pero sí, aquí ensayamos los temas.  
Vero sigue mirando a todas las direcciones que su vista le permite. No sabe lo que le espera ahí dentro, teme no caerles bien a los amigos de Lucas. Seguramente, ella o sea como las amigas que ellos estén acostumbrados a tener.
Lucas la mira y sonríe antes de hablar:
-¡Vamos, Vero! No me digas que estás nerviosa- ríe.
-No, no…- balbucea- es solo que… ¿Y si no les caigo bien?
Él ríe ahora mucho más fuerte que antes. Termina abrazándola.
-Es imposible que les caigas mal- le da un beso amistoso en la frente- Además, no debes preocuparte por eso. Eres una de mis mejores amigas, con eso deberías estar satisfecha.
Vuelve a reír mientras ella sonríe levemente. No le disgusta esa faceta de prepotente que surge algunas veces. Sabe que lo hace para tranquilizarla cuando está nerviosa.
Lucas y Verónica no dejaron de verse desde la noche en la que le joven cumplió la mayoría de edad. Lucas le ayudó mucho a olvidar todo el pasado con Cristian. Pasaban las tardes juntos, él iba a buscarla todos los días a la salida de la biblioteca, donde Vero estudiaba para no descuidar sus estudios.
Lucas abre una pequeña puerta de hierro que da acceso al local donde la banda ensaya. Al entrar, la muchacha se ve obligada a agachar la cabeza para que no impacte contra el marco superior de la puerta. Un vez que ambos están dentro, Lucas cierra la puerta tras de él.
-¡Hola a todos!- saluda él efusivamente- Esta es Vero, hoy me ha acompañado a el ensayo. Vero, estos son Bruno, el batería. Álvaro, el bajista y hace los coros y Álex, el otro guitarrista. Bastante mejor que yo, todo hay que decirlo.
-No le hagas caso, él es el mejor de todos nosotros. Con diferencia- asegura Álex que se acerca a Vero para saludarla, más tarde se estrecha la mano con Lucas como señal de saludo.
Álex tiene el pelo corto, prácticamente rapado. Viste con unos vaqueros oscuros y desgastados y una camiseta de manga corta de color azul marino. La parte visible de sus brazos está recubierta de grande tatuajes y ambas orejas con una dilatación. Los otros dos componentes restantes son gemelos, ambos van vestidos de negro y con el pelo con el mismo corte que el de Lucas, salvando que los hermanos tienen el pelo negro como la noche y Lucas de un rubio oscuro.
-Puedes sentarte aquí si quieres- le dice mientras acerca su boca a su oído para susurrarle- Créeme, les has caído bien solo por cómo te miran. Te dije que era imposible que les cayeras mal.
A Verónica le entraron escalofríos al sentir el aliento de Lucas tan cerca de su piel. Hace un tiempo esos escalofríos eran inexistentes, hace un par de días que se ha dado cuenta de que no. No es como los demás, es él mismo, sin importarle lo que le critique la sociedad sobre su personalidad o estética. Y eso es la que más le atrae de él.
El muchacho rubio se cuelga la guitarra y se coloca en el centro de la sala, con el micrófono a escasa distancia de su boca. Una luz tenue se centra en los cinco componentes de la banda. La música comienza a sonar y, antes de la entrada de Lucas en la canción, la mira. La luz provoca pequeñas sombras en su rostro y brazos y, en sus labios, se dibuja una curva perfecta. Su sonrisa. La luz hace brillar los piercings de su rostro, los de Lucas y los del resto de la banda. La voz melódica del joven comienza a sonar despacio. Vero reconoce la canción al instante. Es Roger Rabbit de Sleeping with Sirens. Le ha oído decir a Lucas mil veces que esa es su canción favorita. Que le trae muchos recuerdos a la mente, recuerdos buenos y malos, tristes y alegres. Pero todos aquellos son dignos de recordar.

Lo que ella no sabe es que el principal recuerdo que acude a la mente de Lucas, es Vero. 



lunes, 9 de diciembre de 2013

Dime que no me quieres. Capítulo: 1

Capítulo: 1


Hace una semana que comenzó el verano. El calor se ha adueñado de la ciudad, como todos los años en esta época del año. A Matt siempre le ha gustado el calor de España. Desde que vino de Argentina con nueve años, nunca se ha cansado de él. El país le impresionó mucho, la gente alegre y eufórica y las distintas tradiciones en cada región.
Matt vive con su madre, en un pequeño piso en el centro de la ciudad. Sus padres se divorciaron el año pasado y la custodia recayó sobre la madre del joven. La mujer quería cambiar de aires y olvidar su tierra natal. Matt ha terminado este año el primer curso de un bachiller de artes. La fotografía es su mayor pasión. Desde pequeño, fotografiaba todo lo que llamaba su atención.
-¡Matt! ¡Voy a salir a hacer unos recados!- le avisa su madre entreabriendo la puerta de su habitación.
-Vale, mamá- le sonríe- yo he hecho planes, no vendré.
-Pásalo bien, hijo. Te esperaré hasta lo hora de cenar- se acerca a Matt y le da un beso en la mejilla como despedida. Él le dice adiós con la mano hasta se desaparece del cuarto, cerrando la puerta tras de sí.
Matt escucha como la puerta de la casa se cierra. Mira su reloj de pared, tiene diez minutos hasta que ella llegue. Nervioso, comienza a recoger su habitación. Conoció a esta chica pocos días antes de que la primavera diese a conocer su fin. Fue un encuentro que ninguno de los dos buscó. Que, a simple vista, ninguno necesitaba. El destino decidió que no era así e hizo que sus miradas se encontraran aquella tarde de mayo. Matt no ha hecho muchos amigos en la ciudad, la verdad, tampoco ha puesto mucho empeño en conocer gente nueva. Siempre le ha gustado estar sin mucha compañía. No es un defecto, simplemente es una forma distinta de convivir. En este caso, contigo mismo.
Faltan tres minutos y a ella le encanta llegar puntual. Con tres grandes zancadas, cruza la habitación y se mira en el espejo. Se alisa su camiseta con las manos, evitando cualquier imperfección. Debe estar impecable. ¡Qué ganas tiene de verla! No han tenido la oportunidad de verse durante los últimos días, la joven estaba de exámenes finales en el último curso de educación secundaria obligatoria. Para ellos, las clases finalizaron hace dos días.
Un agudo timbre suena desde el otro extremo de la casa. ¡Ya está aquí! Y, como había dicho, puntual, como siempre.
Matt corre por el pasillo y llega a la puerta de entrada. Respira hondo y expulsa el aire mientras abre la puerta. Una jovencita de baja estatura y largo pelo rubio aparece ante él. Ambos comparten sonrisas y ella se abalanza sobre él, regalándole un tierno beso en los labios. Se separan al cabo de unos segundos.
-Hola, Andrea.


-¡Oye, no es justo!- se queja Dani.
-¿El qué no es justo?-  ríe Paula escandalosamente- Te he ganado dos veces de forma legal. ¡Envidioso!
-¡Venga ya! Este cacharro no funciona…- dice dándole golpecitos al mando de la Wii.
-Tu échale la culpa al mando- reprocha Paula sin dejar de reírse. Le encanta picarle.
Ya han vivido muchas tardes como esta. Muchas veces, Paula echa la vista atrás, cinco meses para ser exactos. Los que Dani y ella llevan compartiendo juntos. Unos meses llenos de sentimiento y alguna que otra pequeña discusión, pero que siempre han acabado en intensos abrazos.
El muchacho mira a Paula que sigue a riendo a carcajadas. Poco a poco, se va aproximando más a ella hasta que la envuelve en sus brazos, sin dejarle escapatoria.
-¡Suéltame!- le pide ella con alguna pequeña risilla.
-Creo que no- le contesta él. Acto seguido, comienza a hacerle cosquillas en los costados. Descubrió hace mucho que era su punto débil. Paula intenta zafarse, pero le tiemblan las piernas y acaba sobre el suelo, con Dani encima.
Ahora nadie ríe, solo se escucha la respiración agitada de la joven. Estar tan cerca de él aún le provoca esos nervios inocentes que, tal vez, perduren para siempre. Dani estira el brazo y la acaricia la mejilla con los nudillos de la mano mientras la mira con ternura y admiración. Automáticamente, Paula se muerde, nerviosa, el labio inferior. El muchacho suelta una pequeña sonrisa, y termina rozando su labio con la yema de los dedos. Acaricia esos labios que no tarda en sellar con un dulce beso que se intensifica cada segundo.
-Creo que con este beso hemos quedado empatados por esta tarde- le dice la joven sonriente.
-¿Empate?
Vuelve a acercar su rostro al de ella y, esta vez, la besa de forma más suave y tierna. Como su fuese un frágil juguete de cristal.
Paula se hace de rogar pero cae en sus redes de nuevo.
-Está bien, tú ganas. Pero solo por esta vez.
-Tengo un plan mejor, ¿y si dejamos a un lado nuestro empate por hoy?

Y, antes de que pronunciase ni una palabra más, docenas de besos les cubren en esa tarde. Besos tiernos, intensos…pero todos ellos llenos del sentimiento. 


sábado, 9 de noviembre de 2013

Saga Inquebrantable.

Hola<3 os dejo el nuevo capítulo de "Aullido en la oscuridad" Espero que os guste tanto como a nosotras escribirla :) A ver si algún día de estos puedo publicar alguna entada más larga :(
Ya estoy trabajando en la segunda parte de "Gracias por hacerme feliz" Va a haber muchas novedades, espero no defraudaros:)
Os dejo el link del capítulo 5 de Aullido en la oscuridad. Aullido en la oscuridad. Capítulo: 5

Besoos!

jueves, 7 de noviembre de 2013

Saga Inquebrantable.

Os dejo aquí el cuarto capítulo de "Aullido en la oscuridad" Espero que os guste. La próxima entrada será un poco más larga, ahora casi no tengo tiempo de hablar mucho más. Aquí os dejo el link del capítulo: Aullido en la oscuridad. Capítulo: 4
¡Un beso!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Saga Inquebrantable.

Hola pequeños<3 os dejo el capítulo 3 de "Aullido en la oscuridad" la historia que mi amiga y yo estamos escribiendo:) Este es el link: Aullido en la oscuridad. Capítulo: 3
Un beso a todos! Os dejo una canción que me encanta :3


martes, 5 de noviembre de 2013

Novedades.

¡Hola, pequeños! ¿Qué tal les va todo? Bueno, como ya dije, el capítulo pasado fue el último de "Gracias por hacerme feliz", pero habrá segunda parte llamada: "Dime que no me quieres" Ya estoy comenzando a pensar muchas ideas para la segunda y última parte de esta saga. Pero me temo que hasta finales de noviembre o principios de diciembre no empezaré publicar los nuevos capítulos. Necesito tiempo para que os gusten desde el principio(:
Hoy vengo a daros una noticia, una de mis mejores amigas y yo hemos comenzado a escribir una novela juntas. Se titula: "Inquebrantable" Y dentro de la saga (aún no sabemos cuántos libros la compondrán) cada libro se llama de una forma distinta. El primero y el que estamos escribiendo se llama: "Aullido en la oscuridad" Nos gustaría que, a partir de este blog, accedierais a nuestra historia. Así que estos días publicare entradas con el link de nuestra historia y, si queréis comentar, podréis hacerlo en la entrada de este blog que os lleve a nuestra historia. Os dejo los dos primeros capítulos. ¡Un beso lectores!

http://aullidoenlaoscuridad.blogspot.com.es/

domingo, 3 de noviembre de 2013

Capítulo: 49

Capítulo: 49


Se ha tumbado a su lado, abrazándola toda la noche hasta que se ha calmado y ha podido dormir en paz. Él ha sido el que no ha pegado ojo. Menuda noche… Dani se lleva las manos a la cabeza y camina, con pisadas sigilosas, por la habitación. Si no quiere despertar a Paula, no tiene que hacer el más mínimo ruido. Se sienta sobre su silla y la observa muy atento. Un mechón de su pelo castaño oscuro, le cae por la mejilla y sus hombros suben y bajan al ritmo que la respiración marca. Parece como si una pequeña sonrisa se dibujase en su boca, pero desaparece al instante. Todas sus cicatrices del pasado, se han vuelto a abrir en una simple noche. Aquel que consideraba amigo suyo, le ha traicionado. Les ha traicionado a todos. Dani no puede cambiar su pasado, pero sí hacer que su futuro sea memorable. Un futuro, juntos. ¿Para siempre? Nunca ha creído en ellos. Aunque, ella es la chica perfecta para pasar la vida. Para demostrarle que ha valido la pena apostar por ella. Dani ahora lo sabe. La quiere, y se lo va a demostrar.
Abre uno de los cajones y saca un folio en blanco y coge un bolígrafo que encuentra sobre la mesa. Con rápidos movimientos, plasma sobre el papel las fugaces ideas que llegan a su cabeza. Conclusiones, sentimientos…
Al cabo de un cuarto de hora, repasa lo escrito en el folio y lo dobla, escribiendo el nombre de Paula sobre una de las caras del papel doblado tres veces. “Lo verá cuando se despierte” piensa él. Ya ha comenzado a amanecer, debe darse prisa. Posa la carta sobre la almohada y sale del cuarto, cerrando la puerta muy despacio.
-Buenos días, hijo- le saluda su madre que lo encuentra en el pasillo- ¿Ibas a alguna parte?
-Paula está durmiendo y…- piensa el- ¿Sabes si aún guardamos los espráis de la actuación de Tamara? Ya sabes, aquella que hizo con su clase el año pasado, usamos los espráis para colorear los decorados…
-¡Lo recuerdo!- exclama la mujer- Creo que tenemos uno negro, espera aquí.
Observa como entra en la cocina y abre uno de los armarios, rebusca en su interior y saca de el un bote alargado metálico. Se lo tiende a Dani que lo acepta.
-El color es perfecto- le da un beso en la mejilla- Gracias, mamá.
Corriendo sale de la casa y baja a la calle. Mira a su alrededor, pensativo, hasta que centra su mirada en un punto fijo. “A estas horas de la mañana la calle está muy desierta. Será perfecto” piensa el muchacho. Hora de ponerse manos a la obra.

La luz del día entra con pequeños rayos en la habitación, iluminando el rostro de Paula que se despierta, no son más de las ocho de la mañana. Le duele la cabeza… tal vez sea del mareo de anoche. Se lleva una mano a la frente y se endereza sentándose sobre la cama. Recuerda todo, cada detalle, de lo que ocurrió ayer por la noche. No ha hablado con Cristian desde que le dijo que no quería volver a verle, y es mejor así. No se esperaba algo así de él…era imposible. Ha aprendido que no puede fiarse de nadie, solo de aquellos que se consideren sus amigos leales y fieles.
Al levantarse, arroja un folio doblado que contiene su nombre escrito en el. Lo abre y comienza a leer:

Tal vez este no sea el mejor modo, pero ya sabes que en algunas ocasiones unas cuantas líneas escritas pueden expresarse mejor que un puñado de palabras que se terminan confundiendo, eso es lo que me dijiste el otro día en la biblioteca. Y no te equivocabas, sé que soy valiente para muchas cosas, pero hasta el más valiente tiene sus miedos escondidos. El mío es este. Expresar lo que siento en este mismo instante. Por eso te escribo esta carta, para evitar confusiones al hablarte por la mejor forma que sé. Un papel blanco y un bolígrafo  de tinta azul.
¿Sabes?  Solo llevamos tres días como pareja, setenta y dos horas que para mí han sido las mejores de mi vida, porque las he empleado en quien más se las merece. En ti. La princesa perdida de mi cuento, el rostro confuso de mis sueños. Me encantaste desde el primer día, pero no lo quise reconocer. Tal vez por no hacerte daño. Ya no quiero volver la vista al pasado, solo quiero disfrutar el presente contigo.
Estos tres días han sido tan intensos que es imposible resumir en una palabra todo lo que me has hecho sentir. Eres increíble.
Cada segundo que no estabas a mi lado, que no te tenía entre mis brazos, que no acariciaba cada centímetro de tu piel, sentía como un vacío que solo tu presencia era capaz de llenar. Te echaba de menos, Paula. Y eso es algo que solo tú has conseguido hacerme sentir. Has hecho que me dé cuenta de que no puedo vivir siempre al límite, que merece la pena parar y disfrutar de lo que tienes. Disfrutar de ti. No soy el mismo Dani al que conociste hace unos meses, tú me has hecho cambiar en tres días más que cualquier otra persona en toda una vida. Me has enseñado el verdadero significado de lo que es estar al cien por cien con alguien, me has enseñado a querer de verdad.  Te quiero, Paula.
Puede que te parezca muy precipitado, lo sé. Lo es. Pero también es lo que siento y no te mereces que lo oculte más, como si no existiera. Creo que me estoy comenzando a enamorar de ti, Paula. No lo estoy incondicionalmente, pero el tiempo que pasemos juntos hará que aumente. Y, si no me crees, mira por la ventana.

Emocionada, vuelve a doblar la carta de Dani y se asoma a la ventana de la habitación. Siente como su cuerpo tiembla de emoción. Y es que nunca antes ha vivido un sueño tan real.
Apoya las manos en el marco de la ventana y la abre. No es un piso muy alto, por lo que puede divisar como Daniel se encuentra en la carretera con los brazos abiertos, dando lugar a un mensaje escrito en grandes letras negras que dice: “Gracias por hacerme feliz. Te quiero”
-¿Me crees ahora?- le pregunta gritando desde la calle- ¡Te quiero, Paula!
La joven se lleva una mano a la boca mientras se le escapa una risa nerviosa. Se separa de la ventana y baja a la calle a toda velocidad. Pisa la acera y corre hacia Dani que la abraza atrapándola en el aire. Momento así con ella son los que merecen la pena vivir. Ahora lo sabe.
La deja sobre el suelo y atrapa sus labios en un intenso beso. Al cabo de unos segundos, se separan unos milímetros. Paula todavía consigue escuchar la respiración de Dani.
-Siento no haberme dado cuenta antes pero, ahora estoy seguro de que quiero estar a tu lado todo el tiempo que me permitas estar. A cambio de eso, te prometo quererte más veces de las que logro respirar.
Paula acaricia su cuello y le mira.
-Créeme, si estoy viviendo un sueño no quiero despertar.
Posó sus labios cálidos y suaves sellando un beso en la boca de la muchacha.

-Por fin, esto es real.








Heyyy:) Siento anunciaros que este es el último capítulo de "Gracias por hacerme feliz" pero habrá segunda parte así que habrá muchas más historias y personajes. La segunda parte no comenzaré a publicarla en el blog hasta mitad de Noviembre o principios de Diciembre. Siento dejar tanto tiempo, pero tengo que pensar muchas más ideas para la segunda parte. Solo os puedo anunciar que se titulará: "Dime que no me quieres" 
Espero que os haya gustado esta primera parte. Quería daros las gracias a todos los que me habéis seguido todo ese¡te tiempo, sin vosotr@s esto no habría salido adelante. ¡MIL GRACIAS PEQUEÑOS!
Un beso infinitamente grande para tod@s <3




domingo, 27 de octubre de 2013

Capítulo: 48

Capítulo: 48



-Será mejor llevarla a un hospital- les dice Lucas que decide entrar en el plano.
-Yo la llevaré- asegura Cristian decidido a arrebatarla de los brazos de Dani.
-¡No te atrevas a tocarla!- le grita Daniel enfurecido- Ya le has hecho bastante daño, ¿no crees? Así que, vete.
-Vámonos Aron- le avisa, pero él no levanta la vista del suelo- ¡Ya!
Oriana le grita tirando de él hasta que desaparecen en la oscuridad de la noche.
-Dani, voy a llamar a la ambulancia. Se pondrá bien.-le dice Verónica al contemplar la tristeza reflejada en el rostro del joven.
-No…estoy bi…bien- intenta gesticular Paula que acaba de despertar.
-¡Paula! ¿Estás bien?- exclama Vero.
-Mi cabeza…
-La llevaré a mi casa, desde allí avisaré a su madre de lo sucedido. No creo que ponga inconvenientes en que pase la noche allí. No estás en condiciones de ir a muchos lugares hoy.
Paula hace un amago de ponerse de pie y, con la ayuda de su novio que la levanta sin dificultad, logra estabilizarse sobre sus pies.
-No…puedo yo sola- susurra ella- No quiero que nadie me cuide- comienza a dar pequeños pasos sin la ayuda de nadie- estaré bien- hasta que tropieza. Con suerte, los firmes brazos de Dani estaban ahí para sujetarla. Nunca la va a dejar caer.
-Paula, voy a ayudarte quieras o no. Te cuidaré hasta que te encuentres mejor, ¿entendido?
Paula no vuelve a oponer resistencia. Sabe que es inútil. Se apoya en Dani y caminan despidiéndose de Verónica que les dice adiós con la mano hasta que doblan la esquina y desaparecen.
Se vuelve y, mientras se peina el pelo con las manos, nerviosa, camina hasta Lucas que se encuentra, de nuevo, en segundo plano apoyado en la pared de ladrillo de la fachada.
-Menuda noche, ¿eh?- le dice Lucas.
Verónica le mira negando con la cabeza.
-Vamos Vero, ¿te importaría explicarme que ha pasado esta noche?
Ella desvía la mirada. Ha ocurrido todo tan rápido…tan fugaz que le cuesta asimilarlo.
-Quiero irme a mi casa, Lucas…lo siento- intenta darle la espalda pero él la retiene aferrando su mano alrededor de su muñeca. La presión que siente hace que se dé la vuelta y clave su mirada en los penetrantes ojos marrones del chico. Las facciones de su rostro se volvieron duras y rígidas. Hasta ahora, no había tenido la ocasión de observarle tan de cerca. Tenía los labios carnosos y de un tono pálido, el pelo rubio conseguía taparle parte de las cejas y sus largas y finas pestañas protegían sus oscuros ojos. Era obvio, algo de su físico le gustaba.
-No voy a soltarte, no hasta que me digas que ha pasado. Quiero ayudarte Vero, déjame ayudarte.- le dice aflojando su mano en torno a la muñeca de la joven- Confía en mí.
Verónica siente como la presión disminuye. Traga saliva antes de comenzar a relatarle a Lucas como el chico que causó la muerte de una pequeña chica, es el que ocupa su corazón.
-Verás, yo conocía al novio de Oriana porque…- desvía la mirada y sus ojos se topan con una joven alta de pelo negro. Anda deprisa… ¿a dónde irá a estas horas?
-Raquel…- la llama esperando que ella no consiga escucharla. Parece que la suerte no la acompaña esta noche.
-Hola, Verónica- tartamudea Raquel que camina despacio hacia ella. ¿Quién es ese chico? ¿No estaba tan pillada por Cristian?
-Lucas, te prometo que te contaré todo más tarde. Ahora tengo. Que arreglar un asunto muy importante. Lo siento.
-No te preocupes- suspira- Hablamos más tarde.- le da un beso en la mejilla y se marcha dentro del edificio.
Le observa hasta que sube las escaleras del patio.
-¿Quién era ese?- le pregunta Raquel, curiosa- Bueno, da igual.
-Yo…se llama Lucas, lo conocí ayer.- hay un momento de silencio donde se palpa la tensión entre las dos- Oye Raquel, quería hablar contigo.
La joven morena se cruza de brazos y hace un gesto con la cabeza indicándole a Vero que la escucha.
-Quería hablarte de Cristian, verás el…
-Ya sé quién es él en realidad. Se llama Aron, fue uno de los culpables de la muerta de la amiga de Paula. Nos hizo creer a todos los demás que era alguien distinto…
-Todo ha pasado tan rápido ahora que me cuesta asimilarlo todo. Oriana esta aquí con Cristian y llegaron Paula y Dani. Cristian estaba bajo los efectos de la droga, la cual usaba para sentirse mejor todos estos años, y le ha confesado a Paula toda la verdad. Ella se desmayó y…- Vero se lleva una mano a la frente y desvía la vista. Ha sido tan tonta… Si pudiera volver al pasado y cambiar tantas cosas…- Raquel…lo siento. Siente haberme enamorado del chico equivocado, siento haber sido la culpable de que tu hermano se sienta hecho polvo, siento haberte perdido… dejé escapar nuestra amistad por un simple chico que, ahora sé que no vale nada. Perdí a mi mejor amiga, te perdí, Raquel. ¡Y lo siento, lo siento tanto que ahora mis palabras pueden ser mudas para ti! ¡Pero tenía que contártelo todo!- Vero termina gritando y con los ojos empañados en lágrimas de culpabilidad y tristeza. Podían haber vivido tantos momentos juntas que los echaron a perder por un tío más.
-Vero no…no llores, yo…también lo siento. No ha pasado ni un solo día que no te echase de menos como amiga, fuiste la persona que supo comprenderme, apoyarme en todo momento… Ambas tuvimos la culpa de perdernos mutuamente. Pero…el futuro nos ofrece una oportunidad que…yo no quiero desperdiciar, Vero- le sonríe mientras le pone las manos sobre los hombros.

La joven la mira atónita. No piensa desperdiciar esta segunda oportunidad, y está segura de que Raquel tampoco lo hará. Juntas, como en los viejos tiempos, se abrazan como dos buenas amigas que se reencuentran después de un largo tiempo, separadas por las garras del tiempo. 



Hola  pequeños míos ^_^ lo sé, soy una tardona en publicar :'( Pero el fin de semana pasado no estaba en casa y no pude subir este capítulo, pero aquí estás y espero que os guste.
Quiero recordaros que el siguiente capítulo será el último de la primera parte de esta saga :)
Un beso!

domingo, 13 de octubre de 2013

Capítulo: 47

Capítulo: 47


La sangre se le ha helado al ver ese rostro tan conocido y amado para ella que, en ese mismo instante, no reconoce. La imagen de Cristian ha cambiado tanto de la noche a la mañana que, ni siquiera Verónica, la persona que sintió tanto por él, reconoce.
Solo es capaz de escuchar su respiración agitada y el ritmo acelerado de su corazón. Quiere correr, salir de esta situación que le aterra.
-¿No me vas a saludar?- le pregunta Cristian a Vero- ¿Toda la vida detrás de mí y ahora ni siquiera me dices hola? Patético.
Siente como comienzan a escocerle los ojos. Quiero correr, marcharse y correr lejos de donde Cristian se encuentre.
Con las lágrimas en los ojos precipitándose sobre sus encendidas mejillas, Verónica abandona la casa de Lucas que grita corriendo tras ella:
-¡Verónica, espera!
Pero ella no se detiene.


El viento se encarga de revolverle el pelo mientras ella, nerviosa, hace intentos fallidos de apartárselo de sus ojos y retirárselo detrás de las orejas. No lo consigue y se queja, histérica. Dani observa a Paula mientras ríe. Le encantan esos arrebatos tan suyos.
-Yo no lo veo gracioso- le protesta ella cruzándose de brazos como una niña pequeña. Ahora el pelo le cubre todo su rostro y, esta vez, no hace nada para evitarlo. Se encarga él.
Se coloca delante de Paula y recoge el cabello que le tapa el rostro y lo retira detrás de sus hombros.
-¿Mejor?- le pregunta él en voz baja.
Paula asiente. Lentamente, Daniel comienza a acercarse a ella hasta el punto en el que sus labios se rozan sin llegar a completar el beso. Ella se deja hacer hasta que, con una pedorreta, hace que él retroceda y se limpie la cara mientras ella ría escandalosamente.
-¡Te lo merecías por haberte reído de mi antes!- grita ella entre fuertes carcajadas.
-¿Así?- dice él aproximándose a ella- Ahora verás.
De alguna forma u otra, terminan corriendo calle abajo. Dani persiguiendo a Paula que no cesa de reír. Poco a poco, el joven se acerca más a ella. Está claro quien corre más deprisa de los dos. Finalmente, Dani la atrapa, envolviéndola entre sus brazos.
-Vas a arrepentirte de lo que has hecho- le advierte Dani.
La posa sobre el suelo y termina por hacerle cosquillas en el costado, uno de sus puntos más débiles. Paula se ríe mucho más fuerte y ruidoso que antes, incluso llega un momento en el que ya le cuesta respirar.
-¡Para! ¡Para, por favor, Dani!- chilla ella.
El muchacho cesa ante las súplicas de su novia.
-Ya estamos en paz- le dice Daniel.
-Te has pasado con lo de las cosquillas- le reprocha ella.
-Te las has ganado por escupirme.
-¡No te he escupido! Solo he…
Un nuevo beso. Eso es lo que corta las palabras de Paula. Dani no ha dejado que siguiese hablando uniendo sus labios. Como tantas veces lo ha hecho.
A lo lejos, Paula podía escuchar como alguien, la voz de una joven, gritaba. En medio del beso, abre los ojos y divisa a Verónica en la otra acera, seguida de un chico alto y rubio de apariencia más mayor que ella, gritando.
-¡Por qué ha tenido que ser él! ¡Justamente él!- aúlla Verónica tapándose la cara con ambas manos. Seguramente ella estaba llorando- ¡Ya no le reconozco! ¡Ha cambiado, Marcos tenía razón y no le creí!
Cristian. Paula estaba segura de que hablaba de él. Algo había pasado esa noche que ella no sabía.
-¿Qué te ocurre?- le pregunta Dani que la nota distraída.
-Vero está en la otra acera y está pasándolo mal. Tenemos que ayudarla.
Dani vuelve la vista atrás y sigue a Paula que corre para cruzar la calle y llegar hasta Vero. A medida que se aproxima, puede ver el recorrido del maquillaje de la muchacha que las lágrimas han dejado en su rostro.
-¡Verónica!- grita Dani desde la calzada.
-Chicos…
-¿Qué ha pasado? Hemos oído tus gritos- le dice Paula sin percatarse de que el joven rubio se muestra en un segundo plano.
-Yo…Lucas- señala al joven rubio- me ha invitado a su fiesta de cumpleaños y…Oriana ha aparecido allí con…con su novio…- balbucea Vero nerviosa.
-¿Con Hugo?
-No…con Cristian- dice ella rompiendo a llorar de nuevo.
Paula se lleva una mano a la boca e, instantáneamente, Vero la abraza. Necesita que alguien la abrace.
-Tranquila, no llores. Tranquila.- le consuela Paula- Él no te merece, no…
-¡Vaya, vaya! ¡No eres tan valiente eh! ¡No sabes hacer nada sola sin tus amigos!- grita Oriana que ha bajado a la calle. Cristian le sigue por detrás.
-Bueno, aunque viendo tu ayuda no sé si reírme o llorar- le dice Oriana sin quitarle el ojo de encima a Paula.
-¡No hables así de ellas!- le grita Dani.
-Tú no te metas donde no te llaman- le amenaza Cristian.
Sus ojos son fríos e inexpresivos. Casi que da miedo mirarle fijamente a los ojos.
Dani observa que, alrededor de uno de los orificios nasales de Cristian, hay restos de un polvo blanco. No… ¡no puede ser!
-Tío…porque lo has hecho…- le insinúa Dani.
-¡Cállate!
-No sé qué es lo que has hecho, pero… ¡la droga no es la solución! ¡No arregla nada! Eso es lo que te ha cambiado…
-¡Tú no tienes ni idea de nada, Dani! ¡No sabéis nada! ¡Ninguno! Solo Oriana ha sabido entenderme… ¡Juntos hemos pasado por lo mismo!
-Cristian, será mejor que cierres la boca- le advierte Oriana susurrándole al oído. Pero él no hace caso, se deja dominar por el efecto de la cocaína.
-¡Fue hace demasiado tiempo! ¡Juro que me arrepiento de lo que hice, pero ya no se puede arreglar! ¡La droga es lo único que me ayuda a olvidar por unos momentos que arruiné mi vida!
-¡Con la droga te la arruinas más!- chilla Verónica asustada. Nunca se habría imaginado que Cristian pudiera caer tan bajo. Ella le quería…le quiere.
-¡Tú no sabes lo que es ser el responsable de la muerte de alguien, Verónica!- aúlla Cristian fuera de sí.
-¡Aron, cierra la maldita boca!- chilla Oriana sin darse cuenta de lo que acaba de hacer o, más bien, de decir. Ha revelado la auténtica identidad de Cristian.
-¿Cómo que Aron?- pregunta Paula acercándose a Cristian con pequeños pasos. Dani no quita la vista de encima de su novia, temiéndose lo peor. Paula llega esta situarse delante de la lúgubre mirada de Cristian. Comienza a analizar sus rasgos con mucho detenimiento y…- No puede ser…
-Paula, yo…
-Tú…no…tú… ¡Tú fuiste el causante de la muerte de Inés!
Paula se aleja de él con las piernas temblorosas. Ha sido amiga todo este tiempo de un aprendiz de asesino. Confió en él y en todo este tiempo ha sido tan cobarde de callarse el mayor secreto para Paula.
-Puedo explicártelo yo…
-¡No quiero oírlo!- chilla Paula- No puedo creer que seas tú, Aron. ¡Confié en ti y todo este tiempo hemos sido amigos! Como has sido capaz de ocultármelo.
-¡Me arrepiento, Paula! ¡Tanto Silvia como yo lo hacemos!
Paula guía la vista hacia Oriana. Ella es Silvia. ¡Ahora comienza a entender todo!
-Por eso ya os conocíais de antes…- susurra Paula.
-Perdóname, Paula, por favor. La droga era la único que me ayudaba a olvidar. ¿Sabes que es que todos los días te levantes y tengas que ver la cara de aquella persona a la que dañaste? ¡No tuve más remedio que cambiar de identidad y personalidad!
-¡Para! No quiero escucharte más- le dice ella- No puedo perdonarte Aron, y lo sabes. Fuiste, junto con Silvia, el responsable de la desgracia de Inés, aquella que fue mi mejor amiga. Pero, hasta hoy, me lo habías ocultado. Me has hecho formar parte de tu mentira y eso es imperdonable. No quiero volver a verte más.
-Paula, por favor…
Aron sigue hablando, creyendo que Paula le escucha, pero no es así. Esta situación le está superando. Todo ha sido tan rápido…La joven se lleva una mano a su frente. Se siente mareada, muy mareada. Un sudor frío le recorre la espalda y varios escalofríos le sacuden el cuerpo. Nota como sus piernas ceden y termina cayendo desplomada en los brazos de Dani que no ha tardado en reaccionar. Lo último que escucha es a Dani gritar su nombre:
-¡Paula!

Luego todo es oscuridad.



domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo: 46

Capítulo: 46


Daniel y Paula pasaron toda la tarde en el lugar secreto de la muchacha. Horas y horas entre las páginas de los libros. Un placer que muy pocos comprenden.
Andrea y Guille no querían perder ni un minuto sin estar juntos, decidieron salir a la calle y pasear por las aceras cogidos de la mano, lo típico de una pareja enamorada. Escucharon varios comentarios y críticas sobre ellos, pero no les importaba, vivían lo que sentían.
Verónica terminó su cena de Nochebuena con sus familiares, se despidió de ellos y salió como una flecha en dirección a su casa. Sus padres sabían lo de su invitación a la fiesta, ella no les pudo mentir negando que no fuera. Aunque evitó hablar de cómo conoció a Lucas, el motivo de la fiesta, sus padres cedieron a que asistiese de mala gana.
Una vez en su habitación, toda su ropa le parecía horrible. Debía de ser algo normal en casos como este. Al final, recordó la existencia de un vestido azul marino que se ceñía al cuerpo como una segunda piel. Marcos se lo regaló por su decimosexto cumpleaños. Le sacó del final de su ropero. Verlo le producía una sensación de nostalgia en su interior. Su amigo o sea lo que sea que son ahora, gastó todos sus ahorros en ese vestido exclusivamente para ella. Pero Vero quiso dejar los recuerdos del pasado atrás y ponérselo. Un día es un día. Se quitó sus gafas de pasta para colocarse las lentillas en los ojos, se maquilló resaltando sus mejillas y sus ojos con un lápiz negro y salió de la casa. Esa sería una noche mítica para mucha gente, unos de esos días que remarcas en el calendario con un rotulador rojo. Una noche digna de ser contada.

Desde el segundo piso, podían escucharse el barullo de la gente y la música de la fiesta de cumpleaños a todo volumen. Verónica sale del ascensor y ve que la puerta de la casa de Lucas está entreabierta. Entra sin llamar.
Su primera imagen del piso no es del todo acogedora. Gente gritando y armando escándalo, las botellas de alcohol vacías tiradas por el suelo y las llenas en las manos de muchos invitados. Pronto pasarían a estar medio vacías.
Verónica cierra la puerta de la casa y esquiva varios vasos de plástico arrojados en el suelo e intenta caminar sin pisar a nadie. Hay tantas personas que casi no consigue ver el suelo.
Se siente pequeña e intrusa en esa fiesta. Todos los invitados son mayores de edad y, a su lado, Vero se siente inferior y, sobretodo, invisible.
Entra en el salón donde mucho la miran y otros no se percatan de que alguien ha llegado. Los que la observaban, le lanzaban miradas de desprecio. Ella entró en la habitación dando pequeños pasitos, cabizbaja y acariciándose el brazo derecho. La música seguía sonando pero la gente estaba paralizada mirando a Vero.
-¡No hay nada que ver! ¡Que siga la fiesta!- grita alguien justo detrás de Verónica. Esa voz…
Giró sobre sí misma y se encontró con el rostro de Lucas. La voz que había escuchado le parecía mucho más familiar que su rostro. Ahora lo adornaban un aro entre los dos orificios de su nariz y otro en un extremo del labio inferior. Y, Verónica debía de admitir que, no le quedaban nada mal.
-¿Qué miras tanto, sirenita?
Vero salió del trace, sobresaltada.
-Miraba tus piercings. Ayer, en la piscina, no los llevabas.
-Siempre me los quito para nadar.- le dice recolocándose el aro plateado de la nariz- Me alegro de que hayas venido, ya pensé que no lo harías.
-He salido lo más rápido de mi cena familiar, pero he llegado a un punto que no sabía que ponerme- le dice Vero sonrojada.
-Estás preciosa- le piropea Lucas mientras la mira perplejo. Le resultaba imposible no centrarse en su figura con ese impresionante vestido azul. A simple vista, cualquier persona podía percatarse de que Verónica no era una chica a la que le gustase destacar entre las demás, al contrario, cuando menos personas la vieran, mucho mejor. Pero, esta noche, parece que había dejado de lado a esa faceta suya.
-Ven- dice Lucas- vamos fuera, allí estaremos más tranquilos.
A Vero le cuesta tragar saliva antes de hablar.
-Está bien- dice con una voz casi inaudible.
Camina, temblorosa, a pocos centímetros de él. Viste con unos vaqueros grises y un polo negro de manga corta que deja a la vista una frase tatuada en su antebrazo que decía: Desde el cielo tus ojos me guían hoy. Y, acompañando a la frase, un pequeño pájaro alzando el vuelo. ¿Qué significará?
Es como si el cuerpo de Lucas muestre fases o momentos de su vida que le han marcado, al igual que marcan los tatuajes.
Entran en una pequeña sala de estar en la que no hay tantas personas como en el resto de las habitaciones, únicamente una joven de largo cabello rubio que les mira de reojo. A Verónica le resulta familiar su cara…
-Hola, Lucas.
-¿Qué tal, Oriana? No te esperaba por aquí- le saluda.
Verónica la mira con los ojos sobresaltados. ¡Ya sabe quién es! “Es la chica que estaba en el partido de fútbol de Cristian. ¡La novia de Hugo!” piensa Vero.
-Un amigo de tu universidad, ex compañero de nuestro curso, corrió la voz de tu fiesta y me apeteció pasarme un poco y…
-¿Tú eres la novia de Hugo? ¿Qué haces aquí?- le pregunta Verónica para salir de dudas. Oriana suelta una carcajada.
-Eso mismo te podría preguntar yo, ¿no crees? Fui compañera de clase de Lucas en el instituto. Hugo, él y yo íbamos a la misma clase. Éramos inseparables los primeros años de instituto.
Y, antes de que Vero pudiese decir nada, Lucas exclamó:
-Espera un momento, ¿os conocéis?
-Bueno, no mucho. Solo he visto a Oriana una vez en el partido de fútbol de un amigo mío.
-¡El mundo es un pañuelo!- exclama Lucas.
-Desde luego- contesta la muchacha rubia bebiendo un sorbo de su copa.
Había algo en esa chica que no le gustaba nada a Verónica. Todo lo que le peguntabas lo dejaba en duda, flotando en el aire con la intriga a flor de piel como resultado.
-¿Has venido sola?- le pregunta Lucas.
-No- contesta entrecerrando los ojos- mi novio me acompaña.
-¿Está Hugo aquí?- pregunta Vero cruzada de brazos.
Oriana no responde, en su lugar, suelta una pequeña risita que, a oídos de Verónica, le resulta ser fría y maléfica.
En ese instante, un chico rubio de ojos azules, entra por la puerta con pasos sigilosos y amenazantes.
-¿Quién eres tú?- le pregunta Lucas elevando la voz.

-Lucas, te presento a mi novio, Cristian. Creo que tu amiguita ya lo conoce muy bien.





Hola pequeños<3 ¿Qué tal todo? Espero que genial jeje aquí os deoj el nuevo capítulo. ¡Solo quedan 3 más para terminar esta primera parte! 
Un besazo^_^

domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo: 45

Capítulo: 45


Ha escrito y borrado tantas veces el mensaje que ya ni siquiera está seguro de si es buena idea mandárselo. Solo serviría para hacerla sufrir el doble de lo que ya lo va a hacer. La ha visualizado varias veces en su mente, cómo sería la escena. Las lágrimas surcarían veloces so rostro llevándose consigo su maquillaje que le resalta el azul de sus ojos y su felicidad. Sus labios temblarían al mirarle a la cara… Y, lo peor de todo es que, él es el culpable. La va a abandonar sin luchar, sin continuar la batalla por ella. Cada segundo que pasa se siente más lejos de Andrea y, es consciente de que, en pocos días, lo estará.
No puede llamarla, Guillermo tiene que hablar con Andrea cara a cara. Es lo mínimo que puede hacer.
Siente que la ha fallado. Ha empezado a no creer en los para siempre. A saber que no todas las historias tienen un buen final. Un final feliz.
Su padre ha llamado varias veces a la puerta de su dormitorio. Ha echado el pestillo de la habitación para que nadie le moleste. Guille no sabe que pensar, ni como actuar. Andrea es quien le da sentido a todo su mundo. Esa luz que le ilumina hasta en la más densa oscuridad.
Tiene que verla, acabar con todo este dolor cuanto antes.
Se cubre su camiseta con una sudadera gruesa de color azul marino y un gorro de lana negro que le resguarda la nuca.
Abre la puerta, desbloqueando el pestillo y la atraviesa. Su padre ya no está detrás, seguramente esté abajo con su madre. Su madre. Ella es la culpable de todo.
Baja las escaleras a toda velocidad y, efectivamente, sus padres están sentados en dos de los sillones del salón. Guille le lanza una mirada llena de odio a su madre.
Son tantas las cosas que ahora le diría. Pero es mejor no agrandar más el daño que ya está hecho. Guille camina hacia la puerta dispuesto a abrirla sin despedirse de nadie.
-¿Dónde te crees que vas?- le pregunta su madre fría como un témpano de hielo.
-A intentar arreglar lo que mi madre ha estropeado.
-¡Te prohíbo que vayas a verla!
Guille no hace caso de su advertencia y cierra la puerta de un portazo sonoro.
La casa de Andrea está a media hora de la de Guille, será mejor que vaya hasta allí en autobús. No puede perder el tiempo.
A lo lejos ve como el vehículo se aproxima a la parada. ¡No puede perderlo! A la carrera, consigue alcanzar al autobús y subir. Al final del transporte divisa un asiento libre. Guille camina por el estrecho pasillo hasta llegar al asiento. Está junto a la ventanilla. Por un momento, guía su vista al frente y ve como un grupo de chicas, de unos trece años cada una, cuchichean de él. Un de ellas le mira y ríe, susurrándole algo a las demás que Guille no es capaz de entender. Hablan tan bajo que el chico no consigue escucharlas, pero sabe de sobras que él es su tema de conversación. Aparta la vista del grupo y mira por la ventana aunque, de reojo, observa como una chica rubia del grupo le guiña un ojo mientras se muerde el labio. Guille hace una mueca y niega con la cabeza, chafando todas las ilusiones de la joven. No tiene tiempo para estupideces de crías. Su cabeza solo está centrada en una única cosa; Andrea.
La próxima parada es la suya. Rápidamente, baja del autobús evitando escuchar nuevos cuchicheos del grupo de las adolescentes.
Cuanto más se acerca a la casa de Andrea, se le forma un mayor nudo en la garganta. Va a dañar a la persona que más quiere. Con quien ha compartido sus últimas horas, las mejores que ha pasado en mucho tiempo.
La puerta del portal de la casa está abierta. Guille lo atraviesa y decide subir por las escaleras hasta el piso. Nota el latido de su corazón por todo su cuerpo, siente como le sudan las manos y su respiración se vuelve más fuerte y rápida. Cada peldaño que sube, su nudo de la garganta se hace más fuerte y le cuesta tragar.  Sabe que esta tarde será dura para ambos y, seguramente, acompañe a Andrea en sus lágrimas. No va a poder evitarlo.
Termina de subir el último tramo de escaleras, hasta su destino, con las piernas temblorosas. Camina hasta la puerta y respira hondo. Dispuesto a llamar al timbre de la casa, levanta el brazo y ve como la mano le tiembla como nunca antes lo había hecho. Por fin, pulsa el botón de timbre y suena una música de cascabeles que, aunque sea relajante el escucharla, a Guille solo le pone más nervioso. Ha llegado el momento. Se lo juega todo a una carta y sabe que tiene todas las de perder en esta partida.
La puerta se abre dejando a la vista a una jovencita de pelo rubio como el oro y baja estatura.
-¡Guille!- exclama ella sonriente. No sabe la que le viene encima.
El joven no la saluda, se deja caer sobre ella abrazándola realmente fuerte, intentando mantenerla siempre a su lado, junto a él. Pero no es posible, su madre ha hecho, con su malicia, que no lo sea. Que su relación con Andrea tenga un fin tan próximo que ya están viviendo en él.
-Perdóname- intenta hablar él. Nota como las lágrimas comienzan a caer pos su aniñado rostro. Al parecer, él ha sido el primero en derrumbarse. No va a evitar hacerlo- Andrea, perdóname, por favor.
-Guille, ¿qué es lo que pasa?- dice ella asustada- ¿Por qué lloras?
Ella se separa de ese abrazo y pasa sus dedos por las mejillas del joven, que no deja de sujetarla por la cintura.
-Me voy, Andrea.
Ella lo mira incrédula. ¿Qué quiere decir?
-Vamos, pasa y cuéntame qué te ocurre.
De la mano, entran en el salón comedor de la casa. Andrea nota como la mano de Guille oprime la suya, temblorosa.
Juntos se sientan en el sofá. Guille sigue sin soltar las manos de la muchacha.
-Me voy, Andrea- le vuelve a repetir el joven- Me voy a un internado de Galicia cuando terminen las vacaciones de Navidad.
Y rompe a llorar dejando a Andrea petrificada con los ojos mirando a la nada.
-Mi madre me lo ha dicho antes de venir aquí. Tenía que contártelo.
-Pero no, no puedes irte. ¿Por qué?
-Mi madre se ha enterado de lo nuestro, por culpa de Cristian. Ella entró a mi habitación y husmeó allí sin permiso, encontrando los papeles de la estrella que te regalé y unos mensajes nuestros de esa misma tarde. Buscó en mi lista de contactos el nombre de Cristian y le llamó para que nos buscase y nos hiciera unas fotos para afirmar si era cierto lo nuestro. Cristian nos encontró y le dio las pruebas a mi madre a cambio de dinero. A raíz de eso, mi madre localizó un internado en Galicia para enviarme allí… la solicitud fue aceptada. Y ha hecho todo esto para evitar que yo te vuelva a ver.
No ha sido capaz de mirar a los ojos azules de la joven cuando le ha relatado toda la historia.
-Te juro que si vuelvo a ver a Cristian se arrepentirá de la que ha hecho- dice Guille con voz firme. No se esperaba esta de aquel a quien le dijo amigo tantas veces. Marcos tenía razón, ha cambiado y ya no volverá a ser el mismo. Se ha cargado su amistad con Guille.
-No hagas nada, Guille- le dice Andrea con ojos vidriosos, está siendo fuerte, pero Guillermo sabe que no tardará en romper a llorar. La situación está pudiendo con ella aunque no quiera mostrarlo. –Tienes que irte a ese internado. Ya sabes que yo nunca le caí muy bien a tu madre y se deseo es mantenerte lejos de mi.
-¡Pero no es el mío, Andrea!
-¡Ni el mío! ¡Pero no podemos hacer nada!- grita ella y, esta vez, sin reprimir las lágrimas.
-No quiero perderte- le dice él volviendo a agarrar sus manos.
-Y no lo harás. Aún tenemos unos días hasta que te vayas- se le quiebra la voz al decir esa última palabra- aprovechémoslos al máximo, por favor. Solo te pido eso, Guille. No quiero pensar en el futuro que nos espera, quiero vivir cada segundo del presente contigo en estos días.
-Siempre los vivirás, no dejaré que te separes de mi, ¿entendido?

Andrea asiente y se acerca hasta la boca de Guille para besarle. Las pocas fuerzas que le quedan las gasta en ese beso salado por culpa de las lágrimas, pero no tan amargo como puede ser el último beso que se den antes de la marcha de Guille. Pero, como ha dicho ella, el presente solo dura unas milésimas de segundo y no piensan desperdiciarlas.