Capítulo: 46
Daniel y Paula pasaron toda la tarde en el lugar secreto de la muchacha.
Horas y horas entre las páginas de los libros. Un placer que muy pocos
comprenden.
Andrea y Guille no querían perder ni un minuto sin estar juntos,
decidieron salir a la calle y pasear por las aceras cogidos de la mano, lo
típico de una pareja enamorada. Escucharon varios comentarios y críticas sobre
ellos, pero no les importaba, vivían lo que sentían.
Verónica terminó su cena de Nochebuena con sus familiares, se despidió
de ellos y salió como una flecha en dirección a su casa. Sus padres sabían lo
de su invitación a la fiesta, ella no les pudo mentir negando que no fuera.
Aunque evitó hablar de cómo conoció a Lucas, el motivo de la fiesta, sus padres
cedieron a que asistiese de mala gana.
Una vez en su habitación, toda su ropa le parecía horrible. Debía de ser
algo normal en casos como este. Al final, recordó la existencia de un vestido
azul marino que se ceñía al cuerpo como una segunda piel. Marcos se lo regaló
por su decimosexto cumpleaños. Le sacó del final de su ropero. Verlo le
producía una sensación de nostalgia en su interior. Su amigo o sea lo que sea
que son ahora, gastó todos sus ahorros en ese vestido exclusivamente para ella.
Pero Vero quiso dejar los recuerdos del pasado atrás y ponérselo. Un día es un
día. Se quitó sus gafas de pasta para colocarse las lentillas en los ojos, se
maquilló resaltando sus mejillas y sus ojos con un lápiz negro y salió de la
casa. Esa sería una noche mítica para mucha gente, unos de esos días que
remarcas en el calendario con un rotulador rojo. Una noche digna de ser
contada.
Desde el segundo piso, podían escucharse el barullo de la gente y la
música de la fiesta de cumpleaños a todo volumen. Verónica sale del ascensor y
ve que la puerta de la casa de Lucas está entreabierta. Entra sin llamar.
Su primera imagen del piso no es del todo acogedora. Gente gritando y
armando escándalo, las botellas de alcohol vacías tiradas por el suelo y las
llenas en las manos de muchos invitados. Pronto pasarían a estar medio vacías.
Verónica cierra la puerta de la casa y esquiva varios vasos de plástico
arrojados en el suelo e intenta caminar sin pisar a nadie. Hay tantas personas
que casi no consigue ver el suelo.
Se siente pequeña e intrusa en esa fiesta. Todos los invitados son
mayores de edad y, a su lado, Vero se siente inferior y, sobretodo, invisible.
Entra en el salón donde mucho la miran y otros no se percatan de que
alguien ha llegado. Los que la observaban, le lanzaban miradas de desprecio. Ella
entró en la habitación dando pequeños pasitos, cabizbaja y acariciándose el
brazo derecho. La música seguía sonando pero la gente estaba paralizada mirando
a Vero.
-¡No hay nada que ver! ¡Que siga la fiesta!- grita alguien justo detrás
de Verónica. Esa voz…
Giró sobre sí misma y se encontró con el rostro de Lucas. La voz que
había escuchado le parecía mucho más familiar que su rostro. Ahora lo adornaban
un aro entre los dos orificios de su nariz y otro en un extremo del labio
inferior. Y, Verónica debía de admitir que, no le quedaban nada mal.
-¿Qué miras tanto, sirenita?
Vero salió del trace, sobresaltada.
-Miraba tus piercings. Ayer, en la piscina, no los llevabas.
-Siempre me los quito para nadar.- le dice recolocándose el aro plateado
de la nariz- Me alegro de que hayas venido, ya pensé que no lo harías.
-He salido lo más rápido de mi cena familiar, pero he llegado a un punto
que no sabía que ponerme- le dice Vero sonrojada.
-Estás preciosa- le piropea Lucas mientras la mira perplejo. Le resultaba
imposible no centrarse en su figura con ese impresionante vestido azul. A simple
vista, cualquier persona podía percatarse de que Verónica no era una chica a la
que le gustase destacar entre las demás, al contrario, cuando menos personas la
vieran, mucho mejor. Pero, esta noche, parece que había dejado de lado a esa
faceta suya.
-Ven- dice Lucas- vamos fuera, allí estaremos más tranquilos.
A Vero le cuesta tragar saliva antes de hablar.
-Está bien- dice con una voz casi inaudible.
Camina, temblorosa, a pocos centímetros de él. Viste con unos vaqueros
grises y un polo negro de manga corta que deja a la vista una frase tatuada en
su antebrazo que decía: Desde el cielo tus ojos me guían hoy. Y, acompañando a
la frase, un pequeño pájaro alzando el vuelo. ¿Qué significará?
Es como si el cuerpo de Lucas muestre fases o momentos de su vida que le
han marcado, al igual que marcan los tatuajes.
Entran en una pequeña sala de estar en la que no hay tantas personas
como en el resto de las habitaciones, únicamente una joven de largo cabello
rubio que les mira de reojo. A Verónica le resulta familiar su cara…
-Hola, Lucas.
-¿Qué tal, Oriana? No te esperaba por aquí- le saluda.
Verónica la mira con los ojos sobresaltados. ¡Ya sabe quién es! “Es la
chica que estaba en el partido de fútbol de Cristian. ¡La novia de Hugo!”
piensa Vero.
-Un amigo de tu universidad, ex compañero de nuestro curso, corrió la
voz de tu fiesta y me apeteció pasarme un poco y…
-¿Tú eres la novia de Hugo? ¿Qué haces aquí?- le pregunta Verónica para
salir de dudas. Oriana suelta una carcajada.
-Eso mismo te podría preguntar yo, ¿no crees? Fui compañera de clase de
Lucas en el instituto. Hugo, él y yo íbamos a la misma clase. Éramos inseparables
los primeros años de instituto.
Y, antes de que Vero pudiese decir nada, Lucas exclamó:
-Espera un momento, ¿os conocéis?
-Bueno, no mucho. Solo he visto a Oriana una vez en el partido de fútbol
de un amigo mío.
-¡El mundo es un pañuelo!- exclama Lucas.
-Desde luego- contesta la muchacha rubia bebiendo un sorbo de su copa.
Había algo en esa chica que no le gustaba nada a Verónica. Todo lo que
le peguntabas lo dejaba en duda, flotando en el aire con la intriga a flor de
piel como resultado.
-¿Has venido sola?- le pregunta Lucas.
-No- contesta entrecerrando los ojos- mi novio me acompaña.
-¿Está Hugo aquí?- pregunta Vero cruzada de brazos.
Oriana no responde, en su lugar, suelta una pequeña risita que, a oídos
de Verónica, le resulta ser fría y maléfica.
En ese instante, un chico rubio de ojos azules, entra por la puerta con
pasos sigilosos y amenazantes.
-¿Quién eres tú?- le pregunta Lucas elevando la voz.
-Lucas, te presento a mi novio, Cristian. Creo que tu amiguita ya lo
conoce muy bien.
Hola pequeños<3 ¿Qué tal todo? Espero que genial jeje aquí os deoj el nuevo capítulo. ¡Solo quedan 3 más para terminar esta primera parte!
Un besazo^_^
O.O! Maaadreeee! Que lío! Por ahora a Lucas no le cae muy bien Cristian.
ResponderEliminar¿Y Cristian? no se…¿va a ser borde con Vero? Ella no ha hecho nada.
Sube pronto.
Hola!
EliminarTodo se verás en los próximos y últimos capitulos jejeje
Un beso<3
¡Oh, dios mío! Cierto, el mundo es un pañuelo, tengo miedo de lo que pueda pasar, ya con la imagen que nos has mostrado de Cristian entrando a la habitación me ha dejado con mal sabor de boca, madre mía, estoy deseando saber qué ocurre D:
ResponderEliminar¡Un beso muy muy muuy grande! <3
Hola ^_^
EliminarJeje todo se terminará descubriendo y resolviendo en los próximos y últimos capítulos ejeje.
¡Muchas gracias por comentar!
Un besazo<3
AH NO. ¿ES EN SERIO?
ResponderEliminarEsa Oriana no em cae nada bien .-.
Besos
Oriana es odiosa! Ella y Cristian...PUAJ! ajajaja
EliminarBesos!