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viernes, 2 de mayo de 2014

Dime que no me quieres. Capítulo: 12

Capítulo: 12

Han quedado todos juntos en media hora delante de las puertas de la estación de Delicias. Guille vuelve a casa y han decidido darle una sorpresa e ir a buscarle. Durante el trayecto en el autobús hasta allí, Andrea no ha dejado de pensar en cómo será el volver a verle o, aún más complicado, cómo reaccionará cuando ambos crucen miradas en su llegada. Desde la conversación que mantuvo con Raquel no ha parado de comerse la cabeza con el tema de Guille y Matt. ¿Tendrá el corazón dividido? Es cierto que quiere a su novio argentino, sintió un flechazo cuando se vieron por primera vez y sigue manteniendo esa sensación cada vez que está junto a él. Y Guillermo…fue muy difícil para ella el intentar olvidarle, dejar a un lado los recuerdos vividos con él que, ahora, no está tan segura de haberlos apartado de su vida.
Ni siquiera ha hablado con Paula sobre lo que le ocurre, sabe que ella lo entendería pero Andrea quiere arreglárselas sola esta vez, quiere que sea su propio corazón quien decida por ella.
La desagradable voz del autobús le indica que la próxima parada será la estación, su destino. Con rapidez, baja del transporte cuando este frena y camina ligera hacia las puertas de entrada. Allí están todos. Marcos está apoyado en la pared, concentrado, con su Smartphone en la mano. Raquel y Verónica ríen escandalosas sobre algo que la primera le ha contado a su amiga. Desde esa noche en la que solucionaron todos los problemas que anteponían a su amistad su relación se ha vuelto más fuerte y, seguramente, más duradera. Y por último, Daniel y Paula que miran a Raquel y Vero reírse. El chico abraza a su novia por detrás, apoyando la barbilla en su hombro izquierdo. Cada vez que Andrea se aproxima más a ellos, nota como Paula mantiene la mirada en un punto fijo, perdida en sus pensamientos.
-¡Hola Andrea!- gritan saludando Raquel y Vero al unísono. La muchacha rubia se dedica a saludar a todos moviendo la mano mientras se acerca al grupo.
Marcos guarda su móvil en el bolsillo trasero de sus piratas vaqueros y mira con una extraña expresión en su rostro o Andrea.
-No traes muy buena cara.- le dice a la joven- ¿Estás preocupada por volver a ver a Guille?
Ella escucha atenta la pregunta y se sobresalta al oír el nombre del chico, aún le producen escalofríos aquella tarde en la que lo dejaron de una forma tan distante.
-Ha sido mucho tiempo sin saber prácticamente nada de él, hasta que ayer me mandó un mensaje diciéndome que hoy volvería a aquí, que él quería que yo lo supiese. Tengo miedo de volver a verle…
-¿Qué? ¿Por qué?- exclama Dani- Andrea es nuestro amigo, el Guille de siempre. Ya sé que tuvisteis lo vuestro, pero ya lo has superado. ¿No es así?
Andrea palidece, siente una fuerte presión en el pecho y no logra contestar. Tampoco quiere hacerlo. El contarle a sus amigos que tal vez sienta por dos personas a la vez es arriesgado, no sabe cómo pueden tomárselo.
-Será mejor que entremos ya- dice Andrea terminando con la conversación.
Una vez dentro, caminan por los pasillos de la estación en busca del andén en el que llega el tren de Guille. Aunque han tenido que preguntar dos veces sobre cómo llegar hasta ahí, han llegado por los pelos. En tren en el que viaja Guillermo acaba de frenar. Una masa de gente sale rauda del vehículo.
-¿Dónde está Guille?- pregunta Vero que se sube de puntillas sobre sus pies intentado localizarle.
-¡Allí!- exclama Paula.
Un joven alto y de pelo castaño sale del tren. Viste con una sudadera roja remangada hasta los codos y decorada con el eslogan de Pull&Bear en negro, y unos vaqueros negros desgastados a juego con sus zapatillas del mismo color. Es él. Guille.
-¡Guillermo! ¡Guille!- le grita Daniel eufórico. El joven, al escuchar su nombre, busca con la mirada la procedencia de esa voz. Gira la cabeza hacia la derecha, hacia atrás hasta que, finalmente, encuentra a sus amigos. Sus ojos azules se iluminan y centellean de sorpresa e ilusión.
-¡Guille!- grita Marcos que corre hacia él seguido de todos los demás a su misma velocidad. Todos menos Andrea que intenta esconderse aunque sabe que es inútil.
Guille deja sus maletas sobre el suelo y abraza a Dani que ha conseguido adelantar a Marcos en el recibimiento de Guillermo.
-Pero, ¿qué hacéis aquí?- exclama él emocionado- ¡No sabía que veníais! 
-Era una sorpresa- le dice Paula que es la última que lo abraza.
-Bienvenido a casa, tío- le dice Dani dándole pequeños golpecitos en su espalda.
-Ya tenía ganas de volver y…
De pronto, se detiene. Su mirada se pierde y sus palabras se frenan en seco. Sus profundos ojos se centran en una joven rubia que aparece de entre el grupo. La muchacha es de baja estatura, con una larga melena rubia que hoy lleva rizada que alcanza la altura de su cintura, sus ojos claros evitan cruzarse con los suyos. Está nerviosa. Hacía mucho tiempo que Guille y Andrea no se encontraban. Las cosas han cambiado.
-Hola…Andrea- le saluda tartamudeando.
-Hola Guillermo- responde ella con un tono frío y seco.
Nada. Eso es lo que hay ahora entre ambos, una relación que perdió su esplendor aquella tarde lluviosa de marzo. Duele que se miren a los ojos, duele que, aun estando en la misma estancia, sientan como miles de kilómetros les impiden volver a unirse como antes lo estaban, duele que su amor adolescente se haya arrojado por la borda…
-Chicos…- empieza a decir Raquel viendo la tensión del ambiente entre Andrea y el recién llegado- ¿Qué os parece si acompañamos a Guille hasta su casa? Así, por el camino, nos puede contar como ha ido en este tiempo que ha estado fuera y luego él se puede ir a descansar.
-Me parece perfecto- dice Guille recogiendo sus maletas del suelo.
Juntos, abandonan la estación y caminan en la dirección de la parada en la que podrán subir al autobús que les lleve a la casa de Guillermo. El bus llega y todos suben, dentro hay demasiada gente y no les queda otra que quedarse de pie hasta que el vehículo no se vacíe. Andrea camina por el pasillo del autobús y, sin esperarlo, este acelera de forma brusca y la joven pierde el equilibrio. Hubiera caído al suelo si unos brazos, tensos y firmes, no la hubiesen sujetado por la cintura. Andrea levanta la vista y el tiempo se congela ante sus ojos, todo se ralentiza mientras siente los brazos de Guillermo que la sujetan. Es la primera vez que ambos se miran fijamente a los ojos desde la llegada del chico.
-¿Estás bien?- pregunta él en un susurro.
-Yo…sí, estoy bien. Gracias.

Consigue estabilizarse mientras que las manos de Guille se despegan de la cintura de ella. Recuerda aquella tarde en la habitación de Andrea, aquella en la que rompió el tazón e pedazos y ella tropezó, cayendo en sus brazos preparados para retenerla. La tarde de su primer beso con Andrea. Un beso que, aunque le duela admitir, no ha olvidado.





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