Capítulo:
11
-Le has
dicho lo correcto, Raquel. Debe abrir los ojos y darse cuenta de que aun no le
ha olvidado.
-Lo sé,
Hugo. Solo espero que todo salga bien.
Hace una
hora que Raquel ha ido a visitar a su amigo al Rock and Blues. Hugo tiene que
trabajar toda la tarde y recibir la visita de la joven ha sido una grata
sorpresa. Rápidamente, se da cuenta de que Raquel ha terminado su consumición y
no tarda en prepararle un nuevo vaso de Coca-Cola. Ella hace un amago de sacar
el monedero de su bolso pero Hugo le hace un gesto con la mano indicándole que
no se moleste.
-¿Cuándo
vas a dejar que pague cualquier consumición que gasto aquí?- pregunta la joven
bebiendo un pequeño trago de su refresco.
-Cuando
mi padre deje de ser el dueño del local y yo deje de trabajar aquí- ríe el
muchacho.
Durante
un rato, solo se escucha en todo el local el barullo de los pocos clientes que
quedan dentro y el fuerte ruido de los vasos que Hugo termina de lavar en el
fregadero.
-¿Cuándo
te marchas?- pregunta Raquel sobresaltando a su amigo de tal forma que uno de
los vasos cae al suelo y se hace añicos.
-Mañana
por la mañana.
Raquel
asiente con la cabeza y Hugo se dispone a barrer los pequeños cristales del
suelo de detrás de la barra. Mañana se marcha a la Universidad de Oxford, una
de las muchas en las que le dieron plaza por sus excelentes notas. Va a
quedarse allí todos los años que sean necesarios para alcanzar una de sus
mayores metas, terminar las carrera de arquitectura y convertirse en un buen
arquitecto. Sabe que su sueño conlleva a no ver a sus padres más que en cortos
periodos de tiempo y no ver a ninguno de sus amigos. No ver a Raquel. Allí
comienza una nueva etapa de su vida en la que, por mucho que le duela
admitirlo, Raquel no puede formar parte de ella. Es más joven que él y debe
acabar sus estudios obligatorios.
-Quiero
acompañarte mañana al aeropuerto para despedirme de ti.
-¡No! No
quiero que nadie me diga adiós mañana.
-¿Qué?
¿Por qué?
Hugo
suspira, apoya los brazos sobre la barra del Rock and Blues y se inclina hacia
Raquel.
-Siempre
he odiado las despedidas y no quiero irme de España con un mal sabor de boca,
viendo como todos os despedís de mí, tristes o angustiosos. Quiero llevarme un
recuerdo feliz de vosotros.
Raquel
sonríe y termina mirándole fijamente a los ojos.
-¿Y qué
voy a hacer yo todo este tiempo sin pedirte tus sabios consejos sobre mis
penas?- ríe.
-¿Aún
sigues pensando en Cristian?
La mirada
de la chica se nubla al escuchar la pregunta de Hugo. La verdad es que hace
mucho tiempo que alejó a Cristian de su corazón y de su vida.
-Yo no de
la misma forma que lo hacía hace unos meses, cuando todos vivíamos en una mentira.-
dice apretando los puños- Hacia él lo único justo que siento es asco, odio y
rencor. Mucho rencor- por un momento desvía la mirada hacia los demás clientes
del establecimiento- Pero, ¿sabes qué?- vuelve a centrar su mirada en él- Paso
del amor, puedo ser muy feliz sin alguien a mi lado.
-El amor
llega en el momento que menos esperas, Raquel. No lo rechaces por enamorarte de
la persona equivocada. Sabes que lo ocurrido no fue…
-Lo sé,
pero estoy cansada de creer en el amor y salir dañada. Quiero ser feliz por mí
misma, sin ninguna pareja a mi lado. ¿No puedo ser feliz así?
-Claro
que sí, pero escúchame.
Raquel
bebe esa vez un largo trago de su refresco y lo deja sobre la barra con un
golpe seco.
-Mira el
amor es como hacer surf, hay olas que, simplemente, las dejas ir porque no son
las adecuadas o las mejores. Hay otras olas que las atrapas pero ellas mismas
te tiran y te empujan al fondo del océano y tú no sabes si tendrás la fuerza
suficiente para salir a flote de nuevo. Y luego están esas olas que te atrapan,
esas en las que pasarías horas surfeando sus aguas, la que tú crees que es la
ola perfecta. Pero con el paso del tiempo acuden olas más grandes y mejores. El
amor es igual, un día llegará alguien que sea esa ola perfecta, la que te
atrape y no te arroje al oscuro fondo del mar.
Raquel,
atónita por sus confortables palabras, no aparta sus ojos de él, recapitulando
cada una de las palabras que Hugo ha dicho. Tiene mucha razón. Siempre hay
tiempo para el amor y, con dieciséis años, no va a llorar porque esa ola no
llega. Habrá un día que aparecerá y será la correcta, la que le atrapará de tal
manera, que será imposible abandonarla.
-Hugo-
comienza a decir ella- no…no sé qué decir, tus palabras…
-Simplemente,
prométeme que, en mi ausencia, serás feliz.
Raquel
abre la boca para contestarle cuando un agudo pitido que procede de su reloj
digital, le indica que es hora de irse.
-Hugo
tengo que irme, he quedado con Vero en mi casa en… ¡diez minutos!- se alarma
mirando su reloj- Hablamos esta noche.
Acerca
sus labios a la mejilla de Hugo y plasma un sonoro beso que hace que los
clientes más cercanos miren a los dos amigos. Se aleja de él.
-¡Raquel!-
le grita desde detrás de la barra. Ahora todos los presentes en el bar centran
su atención en ellos- Prométemelo.
Ella le
sonríe dulcemente y, con todos los clientes de testigo, le responde:
-Te lo prometo.
Qué difícil es alejarse de las personas importantes de nuestra vida...
ResponderEliminarOjalá nunca tuviésemos que tomar esa decisión para poder cumplir nuestros sueños...
Me ha encantado, tenía ganas de leerte :)
¡Un beso muy muy muuy grande! <3
Hola <3
EliminarSí que es difícil decir adiós a personas a las que quieres, pero hay veces que no nos queda otra opción por mucho que nos neguemos a creelo.
Muchas gracias!
Besos<3
OOOSH QUE PENITA! Hugo era uno de mis favoritos…por no decir que su nombre me encanta.Espero que subas pronto,todo esta demasiado intereante.
ResponderEliminarPD.Acabo de empezar un blog ¿Te pasas?
http://ladulcededulcebloghistoria.blogspot.com.es/
Hola! ^_^
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar y ahora mismo me paso de nuevo <3
Besos :*)
NO. Yo no quiero que él se vaya:(. Pero si que le ha dado un gran consejo a Raquel. Me encanto el cpa.
ResponderEliminarBesos<3