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domingo, 27 de octubre de 2013

Capítulo: 48

Capítulo: 48



-Será mejor llevarla a un hospital- les dice Lucas que decide entrar en el plano.
-Yo la llevaré- asegura Cristian decidido a arrebatarla de los brazos de Dani.
-¡No te atrevas a tocarla!- le grita Daniel enfurecido- Ya le has hecho bastante daño, ¿no crees? Así que, vete.
-Vámonos Aron- le avisa, pero él no levanta la vista del suelo- ¡Ya!
Oriana le grita tirando de él hasta que desaparecen en la oscuridad de la noche.
-Dani, voy a llamar a la ambulancia. Se pondrá bien.-le dice Verónica al contemplar la tristeza reflejada en el rostro del joven.
-No…estoy bi…bien- intenta gesticular Paula que acaba de despertar.
-¡Paula! ¿Estás bien?- exclama Vero.
-Mi cabeza…
-La llevaré a mi casa, desde allí avisaré a su madre de lo sucedido. No creo que ponga inconvenientes en que pase la noche allí. No estás en condiciones de ir a muchos lugares hoy.
Paula hace un amago de ponerse de pie y, con la ayuda de su novio que la levanta sin dificultad, logra estabilizarse sobre sus pies.
-No…puedo yo sola- susurra ella- No quiero que nadie me cuide- comienza a dar pequeños pasos sin la ayuda de nadie- estaré bien- hasta que tropieza. Con suerte, los firmes brazos de Dani estaban ahí para sujetarla. Nunca la va a dejar caer.
-Paula, voy a ayudarte quieras o no. Te cuidaré hasta que te encuentres mejor, ¿entendido?
Paula no vuelve a oponer resistencia. Sabe que es inútil. Se apoya en Dani y caminan despidiéndose de Verónica que les dice adiós con la mano hasta que doblan la esquina y desaparecen.
Se vuelve y, mientras se peina el pelo con las manos, nerviosa, camina hasta Lucas que se encuentra, de nuevo, en segundo plano apoyado en la pared de ladrillo de la fachada.
-Menuda noche, ¿eh?- le dice Lucas.
Verónica le mira negando con la cabeza.
-Vamos Vero, ¿te importaría explicarme que ha pasado esta noche?
Ella desvía la mirada. Ha ocurrido todo tan rápido…tan fugaz que le cuesta asimilarlo.
-Quiero irme a mi casa, Lucas…lo siento- intenta darle la espalda pero él la retiene aferrando su mano alrededor de su muñeca. La presión que siente hace que se dé la vuelta y clave su mirada en los penetrantes ojos marrones del chico. Las facciones de su rostro se volvieron duras y rígidas. Hasta ahora, no había tenido la ocasión de observarle tan de cerca. Tenía los labios carnosos y de un tono pálido, el pelo rubio conseguía taparle parte de las cejas y sus largas y finas pestañas protegían sus oscuros ojos. Era obvio, algo de su físico le gustaba.
-No voy a soltarte, no hasta que me digas que ha pasado. Quiero ayudarte Vero, déjame ayudarte.- le dice aflojando su mano en torno a la muñeca de la joven- Confía en mí.
Verónica siente como la presión disminuye. Traga saliva antes de comenzar a relatarle a Lucas como el chico que causó la muerte de una pequeña chica, es el que ocupa su corazón.
-Verás, yo conocía al novio de Oriana porque…- desvía la mirada y sus ojos se topan con una joven alta de pelo negro. Anda deprisa… ¿a dónde irá a estas horas?
-Raquel…- la llama esperando que ella no consiga escucharla. Parece que la suerte no la acompaña esta noche.
-Hola, Verónica- tartamudea Raquel que camina despacio hacia ella. ¿Quién es ese chico? ¿No estaba tan pillada por Cristian?
-Lucas, te prometo que te contaré todo más tarde. Ahora tengo. Que arreglar un asunto muy importante. Lo siento.
-No te preocupes- suspira- Hablamos más tarde.- le da un beso en la mejilla y se marcha dentro del edificio.
Le observa hasta que sube las escaleras del patio.
-¿Quién era ese?- le pregunta Raquel, curiosa- Bueno, da igual.
-Yo…se llama Lucas, lo conocí ayer.- hay un momento de silencio donde se palpa la tensión entre las dos- Oye Raquel, quería hablar contigo.
La joven morena se cruza de brazos y hace un gesto con la cabeza indicándole a Vero que la escucha.
-Quería hablarte de Cristian, verás el…
-Ya sé quién es él en realidad. Se llama Aron, fue uno de los culpables de la muerta de la amiga de Paula. Nos hizo creer a todos los demás que era alguien distinto…
-Todo ha pasado tan rápido ahora que me cuesta asimilarlo todo. Oriana esta aquí con Cristian y llegaron Paula y Dani. Cristian estaba bajo los efectos de la droga, la cual usaba para sentirse mejor todos estos años, y le ha confesado a Paula toda la verdad. Ella se desmayó y…- Vero se lleva una mano a la frente y desvía la vista. Ha sido tan tonta… Si pudiera volver al pasado y cambiar tantas cosas…- Raquel…lo siento. Siente haberme enamorado del chico equivocado, siento haber sido la culpable de que tu hermano se sienta hecho polvo, siento haberte perdido… dejé escapar nuestra amistad por un simple chico que, ahora sé que no vale nada. Perdí a mi mejor amiga, te perdí, Raquel. ¡Y lo siento, lo siento tanto que ahora mis palabras pueden ser mudas para ti! ¡Pero tenía que contártelo todo!- Vero termina gritando y con los ojos empañados en lágrimas de culpabilidad y tristeza. Podían haber vivido tantos momentos juntas que los echaron a perder por un tío más.
-Vero no…no llores, yo…también lo siento. No ha pasado ni un solo día que no te echase de menos como amiga, fuiste la persona que supo comprenderme, apoyarme en todo momento… Ambas tuvimos la culpa de perdernos mutuamente. Pero…el futuro nos ofrece una oportunidad que…yo no quiero desperdiciar, Vero- le sonríe mientras le pone las manos sobre los hombros.

La joven la mira atónita. No piensa desperdiciar esta segunda oportunidad, y está segura de que Raquel tampoco lo hará. Juntas, como en los viejos tiempos, se abrazan como dos buenas amigas que se reencuentran después de un largo tiempo, separadas por las garras del tiempo. 



Hola  pequeños míos ^_^ lo sé, soy una tardona en publicar :'( Pero el fin de semana pasado no estaba en casa y no pude subir este capítulo, pero aquí estás y espero que os guste.
Quiero recordaros que el siguiente capítulo será el último de la primera parte de esta saga :)
Un beso!

domingo, 13 de octubre de 2013

Capítulo: 47

Capítulo: 47


La sangre se le ha helado al ver ese rostro tan conocido y amado para ella que, en ese mismo instante, no reconoce. La imagen de Cristian ha cambiado tanto de la noche a la mañana que, ni siquiera Verónica, la persona que sintió tanto por él, reconoce.
Solo es capaz de escuchar su respiración agitada y el ritmo acelerado de su corazón. Quiere correr, salir de esta situación que le aterra.
-¿No me vas a saludar?- le pregunta Cristian a Vero- ¿Toda la vida detrás de mí y ahora ni siquiera me dices hola? Patético.
Siente como comienzan a escocerle los ojos. Quiero correr, marcharse y correr lejos de donde Cristian se encuentre.
Con las lágrimas en los ojos precipitándose sobre sus encendidas mejillas, Verónica abandona la casa de Lucas que grita corriendo tras ella:
-¡Verónica, espera!
Pero ella no se detiene.


El viento se encarga de revolverle el pelo mientras ella, nerviosa, hace intentos fallidos de apartárselo de sus ojos y retirárselo detrás de las orejas. No lo consigue y se queja, histérica. Dani observa a Paula mientras ríe. Le encantan esos arrebatos tan suyos.
-Yo no lo veo gracioso- le protesta ella cruzándose de brazos como una niña pequeña. Ahora el pelo le cubre todo su rostro y, esta vez, no hace nada para evitarlo. Se encarga él.
Se coloca delante de Paula y recoge el cabello que le tapa el rostro y lo retira detrás de sus hombros.
-¿Mejor?- le pregunta él en voz baja.
Paula asiente. Lentamente, Daniel comienza a acercarse a ella hasta el punto en el que sus labios se rozan sin llegar a completar el beso. Ella se deja hacer hasta que, con una pedorreta, hace que él retroceda y se limpie la cara mientras ella ría escandalosamente.
-¡Te lo merecías por haberte reído de mi antes!- grita ella entre fuertes carcajadas.
-¿Así?- dice él aproximándose a ella- Ahora verás.
De alguna forma u otra, terminan corriendo calle abajo. Dani persiguiendo a Paula que no cesa de reír. Poco a poco, el joven se acerca más a ella. Está claro quien corre más deprisa de los dos. Finalmente, Dani la atrapa, envolviéndola entre sus brazos.
-Vas a arrepentirte de lo que has hecho- le advierte Dani.
La posa sobre el suelo y termina por hacerle cosquillas en el costado, uno de sus puntos más débiles. Paula se ríe mucho más fuerte y ruidoso que antes, incluso llega un momento en el que ya le cuesta respirar.
-¡Para! ¡Para, por favor, Dani!- chilla ella.
El muchacho cesa ante las súplicas de su novia.
-Ya estamos en paz- le dice Daniel.
-Te has pasado con lo de las cosquillas- le reprocha ella.
-Te las has ganado por escupirme.
-¡No te he escupido! Solo he…
Un nuevo beso. Eso es lo que corta las palabras de Paula. Dani no ha dejado que siguiese hablando uniendo sus labios. Como tantas veces lo ha hecho.
A lo lejos, Paula podía escuchar como alguien, la voz de una joven, gritaba. En medio del beso, abre los ojos y divisa a Verónica en la otra acera, seguida de un chico alto y rubio de apariencia más mayor que ella, gritando.
-¡Por qué ha tenido que ser él! ¡Justamente él!- aúlla Verónica tapándose la cara con ambas manos. Seguramente ella estaba llorando- ¡Ya no le reconozco! ¡Ha cambiado, Marcos tenía razón y no le creí!
Cristian. Paula estaba segura de que hablaba de él. Algo había pasado esa noche que ella no sabía.
-¿Qué te ocurre?- le pregunta Dani que la nota distraída.
-Vero está en la otra acera y está pasándolo mal. Tenemos que ayudarla.
Dani vuelve la vista atrás y sigue a Paula que corre para cruzar la calle y llegar hasta Vero. A medida que se aproxima, puede ver el recorrido del maquillaje de la muchacha que las lágrimas han dejado en su rostro.
-¡Verónica!- grita Dani desde la calzada.
-Chicos…
-¿Qué ha pasado? Hemos oído tus gritos- le dice Paula sin percatarse de que el joven rubio se muestra en un segundo plano.
-Yo…Lucas- señala al joven rubio- me ha invitado a su fiesta de cumpleaños y…Oriana ha aparecido allí con…con su novio…- balbucea Vero nerviosa.
-¿Con Hugo?
-No…con Cristian- dice ella rompiendo a llorar de nuevo.
Paula se lleva una mano a la boca e, instantáneamente, Vero la abraza. Necesita que alguien la abrace.
-Tranquila, no llores. Tranquila.- le consuela Paula- Él no te merece, no…
-¡Vaya, vaya! ¡No eres tan valiente eh! ¡No sabes hacer nada sola sin tus amigos!- grita Oriana que ha bajado a la calle. Cristian le sigue por detrás.
-Bueno, aunque viendo tu ayuda no sé si reírme o llorar- le dice Oriana sin quitarle el ojo de encima a Paula.
-¡No hables así de ellas!- le grita Dani.
-Tú no te metas donde no te llaman- le amenaza Cristian.
Sus ojos son fríos e inexpresivos. Casi que da miedo mirarle fijamente a los ojos.
Dani observa que, alrededor de uno de los orificios nasales de Cristian, hay restos de un polvo blanco. No… ¡no puede ser!
-Tío…porque lo has hecho…- le insinúa Dani.
-¡Cállate!
-No sé qué es lo que has hecho, pero… ¡la droga no es la solución! ¡No arregla nada! Eso es lo que te ha cambiado…
-¡Tú no tienes ni idea de nada, Dani! ¡No sabéis nada! ¡Ninguno! Solo Oriana ha sabido entenderme… ¡Juntos hemos pasado por lo mismo!
-Cristian, será mejor que cierres la boca- le advierte Oriana susurrándole al oído. Pero él no hace caso, se deja dominar por el efecto de la cocaína.
-¡Fue hace demasiado tiempo! ¡Juro que me arrepiento de lo que hice, pero ya no se puede arreglar! ¡La droga es lo único que me ayuda a olvidar por unos momentos que arruiné mi vida!
-¡Con la droga te la arruinas más!- chilla Verónica asustada. Nunca se habría imaginado que Cristian pudiera caer tan bajo. Ella le quería…le quiere.
-¡Tú no sabes lo que es ser el responsable de la muerte de alguien, Verónica!- aúlla Cristian fuera de sí.
-¡Aron, cierra la maldita boca!- chilla Oriana sin darse cuenta de lo que acaba de hacer o, más bien, de decir. Ha revelado la auténtica identidad de Cristian.
-¿Cómo que Aron?- pregunta Paula acercándose a Cristian con pequeños pasos. Dani no quita la vista de encima de su novia, temiéndose lo peor. Paula llega esta situarse delante de la lúgubre mirada de Cristian. Comienza a analizar sus rasgos con mucho detenimiento y…- No puede ser…
-Paula, yo…
-Tú…no…tú… ¡Tú fuiste el causante de la muerte de Inés!
Paula se aleja de él con las piernas temblorosas. Ha sido amiga todo este tiempo de un aprendiz de asesino. Confió en él y en todo este tiempo ha sido tan cobarde de callarse el mayor secreto para Paula.
-Puedo explicártelo yo…
-¡No quiero oírlo!- chilla Paula- No puedo creer que seas tú, Aron. ¡Confié en ti y todo este tiempo hemos sido amigos! Como has sido capaz de ocultármelo.
-¡Me arrepiento, Paula! ¡Tanto Silvia como yo lo hacemos!
Paula guía la vista hacia Oriana. Ella es Silvia. ¡Ahora comienza a entender todo!
-Por eso ya os conocíais de antes…- susurra Paula.
-Perdóname, Paula, por favor. La droga era la único que me ayudaba a olvidar. ¿Sabes que es que todos los días te levantes y tengas que ver la cara de aquella persona a la que dañaste? ¡No tuve más remedio que cambiar de identidad y personalidad!
-¡Para! No quiero escucharte más- le dice ella- No puedo perdonarte Aron, y lo sabes. Fuiste, junto con Silvia, el responsable de la desgracia de Inés, aquella que fue mi mejor amiga. Pero, hasta hoy, me lo habías ocultado. Me has hecho formar parte de tu mentira y eso es imperdonable. No quiero volver a verte más.
-Paula, por favor…
Aron sigue hablando, creyendo que Paula le escucha, pero no es así. Esta situación le está superando. Todo ha sido tan rápido…La joven se lleva una mano a su frente. Se siente mareada, muy mareada. Un sudor frío le recorre la espalda y varios escalofríos le sacuden el cuerpo. Nota como sus piernas ceden y termina cayendo desplomada en los brazos de Dani que no ha tardado en reaccionar. Lo último que escucha es a Dani gritar su nombre:
-¡Paula!

Luego todo es oscuridad.



domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo: 46

Capítulo: 46


Daniel y Paula pasaron toda la tarde en el lugar secreto de la muchacha. Horas y horas entre las páginas de los libros. Un placer que muy pocos comprenden.
Andrea y Guille no querían perder ni un minuto sin estar juntos, decidieron salir a la calle y pasear por las aceras cogidos de la mano, lo típico de una pareja enamorada. Escucharon varios comentarios y críticas sobre ellos, pero no les importaba, vivían lo que sentían.
Verónica terminó su cena de Nochebuena con sus familiares, se despidió de ellos y salió como una flecha en dirección a su casa. Sus padres sabían lo de su invitación a la fiesta, ella no les pudo mentir negando que no fuera. Aunque evitó hablar de cómo conoció a Lucas, el motivo de la fiesta, sus padres cedieron a que asistiese de mala gana.
Una vez en su habitación, toda su ropa le parecía horrible. Debía de ser algo normal en casos como este. Al final, recordó la existencia de un vestido azul marino que se ceñía al cuerpo como una segunda piel. Marcos se lo regaló por su decimosexto cumpleaños. Le sacó del final de su ropero. Verlo le producía una sensación de nostalgia en su interior. Su amigo o sea lo que sea que son ahora, gastó todos sus ahorros en ese vestido exclusivamente para ella. Pero Vero quiso dejar los recuerdos del pasado atrás y ponérselo. Un día es un día. Se quitó sus gafas de pasta para colocarse las lentillas en los ojos, se maquilló resaltando sus mejillas y sus ojos con un lápiz negro y salió de la casa. Esa sería una noche mítica para mucha gente, unos de esos días que remarcas en el calendario con un rotulador rojo. Una noche digna de ser contada.

Desde el segundo piso, podían escucharse el barullo de la gente y la música de la fiesta de cumpleaños a todo volumen. Verónica sale del ascensor y ve que la puerta de la casa de Lucas está entreabierta. Entra sin llamar.
Su primera imagen del piso no es del todo acogedora. Gente gritando y armando escándalo, las botellas de alcohol vacías tiradas por el suelo y las llenas en las manos de muchos invitados. Pronto pasarían a estar medio vacías.
Verónica cierra la puerta de la casa y esquiva varios vasos de plástico arrojados en el suelo e intenta caminar sin pisar a nadie. Hay tantas personas que casi no consigue ver el suelo.
Se siente pequeña e intrusa en esa fiesta. Todos los invitados son mayores de edad y, a su lado, Vero se siente inferior y, sobretodo, invisible.
Entra en el salón donde mucho la miran y otros no se percatan de que alguien ha llegado. Los que la observaban, le lanzaban miradas de desprecio. Ella entró en la habitación dando pequeños pasitos, cabizbaja y acariciándose el brazo derecho. La música seguía sonando pero la gente estaba paralizada mirando a Vero.
-¡No hay nada que ver! ¡Que siga la fiesta!- grita alguien justo detrás de Verónica. Esa voz…
Giró sobre sí misma y se encontró con el rostro de Lucas. La voz que había escuchado le parecía mucho más familiar que su rostro. Ahora lo adornaban un aro entre los dos orificios de su nariz y otro en un extremo del labio inferior. Y, Verónica debía de admitir que, no le quedaban nada mal.
-¿Qué miras tanto, sirenita?
Vero salió del trace, sobresaltada.
-Miraba tus piercings. Ayer, en la piscina, no los llevabas.
-Siempre me los quito para nadar.- le dice recolocándose el aro plateado de la nariz- Me alegro de que hayas venido, ya pensé que no lo harías.
-He salido lo más rápido de mi cena familiar, pero he llegado a un punto que no sabía que ponerme- le dice Vero sonrojada.
-Estás preciosa- le piropea Lucas mientras la mira perplejo. Le resultaba imposible no centrarse en su figura con ese impresionante vestido azul. A simple vista, cualquier persona podía percatarse de que Verónica no era una chica a la que le gustase destacar entre las demás, al contrario, cuando menos personas la vieran, mucho mejor. Pero, esta noche, parece que había dejado de lado a esa faceta suya.
-Ven- dice Lucas- vamos fuera, allí estaremos más tranquilos.
A Vero le cuesta tragar saliva antes de hablar.
-Está bien- dice con una voz casi inaudible.
Camina, temblorosa, a pocos centímetros de él. Viste con unos vaqueros grises y un polo negro de manga corta que deja a la vista una frase tatuada en su antebrazo que decía: Desde el cielo tus ojos me guían hoy. Y, acompañando a la frase, un pequeño pájaro alzando el vuelo. ¿Qué significará?
Es como si el cuerpo de Lucas muestre fases o momentos de su vida que le han marcado, al igual que marcan los tatuajes.
Entran en una pequeña sala de estar en la que no hay tantas personas como en el resto de las habitaciones, únicamente una joven de largo cabello rubio que les mira de reojo. A Verónica le resulta familiar su cara…
-Hola, Lucas.
-¿Qué tal, Oriana? No te esperaba por aquí- le saluda.
Verónica la mira con los ojos sobresaltados. ¡Ya sabe quién es! “Es la chica que estaba en el partido de fútbol de Cristian. ¡La novia de Hugo!” piensa Vero.
-Un amigo de tu universidad, ex compañero de nuestro curso, corrió la voz de tu fiesta y me apeteció pasarme un poco y…
-¿Tú eres la novia de Hugo? ¿Qué haces aquí?- le pregunta Verónica para salir de dudas. Oriana suelta una carcajada.
-Eso mismo te podría preguntar yo, ¿no crees? Fui compañera de clase de Lucas en el instituto. Hugo, él y yo íbamos a la misma clase. Éramos inseparables los primeros años de instituto.
Y, antes de que Vero pudiese decir nada, Lucas exclamó:
-Espera un momento, ¿os conocéis?
-Bueno, no mucho. Solo he visto a Oriana una vez en el partido de fútbol de un amigo mío.
-¡El mundo es un pañuelo!- exclama Lucas.
-Desde luego- contesta la muchacha rubia bebiendo un sorbo de su copa.
Había algo en esa chica que no le gustaba nada a Verónica. Todo lo que le peguntabas lo dejaba en duda, flotando en el aire con la intriga a flor de piel como resultado.
-¿Has venido sola?- le pregunta Lucas.
-No- contesta entrecerrando los ojos- mi novio me acompaña.
-¿Está Hugo aquí?- pregunta Vero cruzada de brazos.
Oriana no responde, en su lugar, suelta una pequeña risita que, a oídos de Verónica, le resulta ser fría y maléfica.
En ese instante, un chico rubio de ojos azules, entra por la puerta con pasos sigilosos y amenazantes.
-¿Quién eres tú?- le pregunta Lucas elevando la voz.

-Lucas, te presento a mi novio, Cristian. Creo que tu amiguita ya lo conoce muy bien.





Hola pequeños<3 ¿Qué tal todo? Espero que genial jeje aquí os deoj el nuevo capítulo. ¡Solo quedan 3 más para terminar esta primera parte! 
Un besazo^_^