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sábado, 25 de enero de 2014

Dime que no me quieres. Capíulo: 5

Capítulo: 5

El eco de los platillos de la batería resonaba en la cabeza de Verónica que seguía sentada, escuchando atenta el ensayo de Lucas y su banda. Un último aplauso merecido por parte de la joven hacia todos ellos, incluso Vero se levanta aplaudiendo.
-¿Tanto te ha gustado?- le pregunta Álex serio. Desde que Vero ha entrado en el local donde ensayan, no ha visto ni una sola muestra de felicidad en el rostro del joven rapado. Tal vez sea así de carácter, quien sabe.
-Lo dirá solo por ser la amiguita de Lucas- afirma seguro uno de los gemelos.
-¡No!- salta ella- Tocáis realmente bien, aunque lo que hoy hayáis cantado sean canciones de otros artistas, las interpretáis muy bien, desde mi punto de vista claro.
-Resumiendo, la he gustado por ser amiga de Lucas y no quedar mal. Si no, no hubiera soltado todo ese rollo de palabras.- reprocha el otro de los gemelos.
Verónica resopla antes de contestar de nuevo.
-Parece que estáis sordos…- dice en voz baja y, acto seguido, carraspea- Por muy amiga o no que sea de Lucas, la forma en la que cantáis y tocáis los instrumentos me ha gustado. No influye que Lucas y yo seamos amigos.
-Influye que esta banda tiene al mejor guitarrista y solista de la ciudad- se piropea Lucas a sí mismo señalándose con ambos dedos índices.
-Y su modestia sobresale por donde quiera que pase, ¿no es cierto?- comenta Álex igual o, incluso, más serio que antes.
Lucas recoge sus cosas entre carcajadas y se acerca a Vero.
-Nosotros ya nos vamos, chicos- anuncia él.
-¿Ya? ¿A dónde?- pregunta Verónica curiosa y sobresaltada, pensaba que se quedarían con la banda un rato más.
-He planeado unas cosas que podemos hacer- le sonríe- Vamos.- se dirigen a la puerta del local.
-Ten cuidado, Verónica- le advierten los dos gemelos hablando a la vez- Uno nunca sabe las intenciones de Lucas- termina hablando uno de ellos.
Vero abre la puerta y sale a la calle, sin hacerle caso al comentario de uno de los hermanos idénticos. Lucas tarda más en salir, seguramente le habrá contestado como solo sabe hacer él. Se aproximan a la moto y Lucas monta, ofreciéndole el casco a Vero. Ella se siente detrás de él y rodea su cintura con los brazos.
-¿A dónde me llevas?- pregunta ansiosa.
-Tú solo agárrate- dice Lucas con una leve risa. Enciende el ruidoso motor y arranca.
Hoy el tráfico es terrible. La moto de Lucas no deja de esquivar a los coches para llegar lo más pronto posible a su destino. Se conduce por pequeñas callejuelas estrechas del centro de la ciudad, algunas de ellas poco alumbradas. Comienza a atardecer.
Lucas aparca la moto junto a una farola que, con su tenue luz, ilumina la acera. Están al lado del pinar, próximos a las afueras de la ciudad.
-¿Por qué me has traído aquí?- pregunta Vero. No se imagina que se trae Lucas entra manos, nunca lo sabe.
-Ven- le dice en voz baja y haciendo un gesto con la cabeza. Ella, sin rechistar, le sigue.
Caminan durante unos minutos, sin cruzar una sola palabra. Se adentran entre los árboles del pinar, hasta llegar a una llanura de hierbas altas. Desde una de los extremos de ésta, se divisa la ciudad completa, llena de luces y colores que, al caer el sol, resaltan mucho más.
-Nunca antes había estado aquí arriba- comenta Verónica anonadada por el paisaje.
-Vine aquí durante un tiempo. La calma de este lugar me ayuda a pensar y a relajarme- le mira- ¿Te gusta qué te haya traído aquí?
Vero asiente levemente y se sienta sobre la hierba, Lucas le imita.
-¿En qué piensas cuando vienes a este sitio? O, ¿en quién?- le intenta picar. Lucas ríe pero, en el acto, se vuelve con una expresión pensativa, sumergido en sus más profundos pensamientos. “Te mentiría si te dijese que pienso en otra persona que no eres tú. Pero no necesito subir aquí para tenerte en mi mente” piensa Lucas.
-No voy a mentirte…- comienza a decirle- Sí que es cierto que pienso en alguien, y no solo cuando vengo aquí…
Vero se sobresaltó, hasta ahora, no había hablado con Lucas sobre temas como este. A pesar de su peculiar y prepotente carácter, era muy reservado para hablar sobre amor. Pero la curiosidad de Verónica estaba ganando este asalto.
-Y, ¿quién es ella? ¿La conozco? ¿Cómo es?- le bombardea a preguntas mientras el ríe.
-Vaya vaya, si que te interesa mi vida amorosa, ¿eh?
-¡No! Bueno…sí, Lucas eres mi amigo, es normal que hablemos de este tipo de cosas- dice ella sonrojada. Él y su carácter provocaban ese efecto en ella.
-Ella es preciosa, aunque me di cuenta tarde- comenta Lucas- Puede sonarte raro pero en el fondo la odio, la odio por desearla tanto, por comenzar a quererla…
-Lucas- se acerca a él- eso no es algo malo, cuando ves a esa persona con otros ojos desearías no haberla conocido. Por ella todo tu mundo da un giro de trescientos sesenta grados irrevocablemente.
Lucas desvió su mirada hacia los ojos de Vero, unos ojos cuyo color se había grabado como cualquiera de sus tatuajes marcados en su piel. Suspira.
-Sé que debo olvidarla.
-¿Por qué?
-No soy lo que ella necesita, al contrario. He vivido demasiadas cosas, visto demasiadas cosas que me han hecho ser como soy. Ella es tan dulce que lo último que necesita es a una persona amarga como yo.
-Parece que estés hablando de caramelos, Lucas- ríe- Todos tenemos nuestra mitad en alguna parte del mundo, aquella persona que sea como la pieza fundamental del puzle que forme tu vida. Aparecerá cuando dejes de buscarla- finalmente, ambos sonríen.
-Sé que es ella- admite Lucas seguro de sí mismo- pero tal vez yo no sea él.

“Lo eres” piensa Vero. “Para mí lo eres.








sábado, 11 de enero de 2014

Dime que no me quieres. Capítulo: 4

Capítulo: 4

Give me love de Ed Sheeran suena por toda la habitación. Hace un rato que no cruzan ninguna palabra, han dejado que la música se adueñe de ellos. Andrea tiene la cabeza apoyada sobre el hombro de Matt, que rodea su espalda con el brazo derecho. Ambos están sentados sobre el suelo, con la espalda chocando contra un borde de la cama. La joven posa la mirada fija en un punto de la habitación, mostrándose ausente. De pronto, un agudo pitido que procede del bolsillo de los vaqueros de Andrea, la espabila. Se levanta del suelo para poder acceder el bolsillo con más facilidad y saca el móvil de este. Tiene un WhatsApp de un número desconocido.

Cojo el tren en una hora, he decidido pasar el verano allí. Solo quería que lo supieras.

¿Se habrían confundido? Andrea siente curiosidad de quién puede ser el contacto desconocido y accede a su foto de perfil. Tarda en cargarse.
-¿Ha pasado algo?- le pregunta Matt sin poder ocultar su acento argentino. Por mucho tiempo que lleve en España, el acento de su tierra natal será imposible de erradicar.
Andrea no responde al instante, siente un nudo en la garganta que le impide que las palabras afloren de ella. Consigue ver la foto con toda la claridad. No ha cambiado nada. Sigue siendo la misma e inconfundible foto que hace unos meses tenía. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Andrea, seguido de una fuerte presión en el pecho. Era cierto, y ella tenía la prueba en sus manos, en un simple mensaje de texto. Guille había vuelto.
-Andrea, ¿estás bien?- insiste Matt. Esta vez, se levanta del suelo y se aproxima hasta ella, que guarda con rapidez en Smartphone en su bolsillo.
-Sí, estoy bien.- le mira a los ojos. Su expresión ha cambiado mucho que hace unos minutos, cuando reían y Guillermo no se había vuelto a cruzar en la vida de Andrea- Se han confundido, era un número desconocido. Ya lo he borrado.
Se aproxima a Matt y le deja un beso cortito en los labios. No le gusta mentirle, pero no le quedaba otra salida. Bueno, sí…podría haberle dicho todo lo ocurrido con Guille hace un tiempo. Lo enamorada que llegó a estar de él, todos los momentos tan bonitos e intensos que vivieron juntos…un pasado que no se volverá a repetir. Pero ahora ese chico del pasado había vuelto, él era el contacto no tan desconocido para Andrea. Matt se disgustaría, le conoce bien y no quiere hacerle sufrir con su pasado. Ahora necesita estar sola o con alguien que le escuche, alguien que no sea Matt…
-Debo irme ya.- le dice separándose un poco de él.
-Vale- le da un beso en la mejilla- ¿Quieres que te acompañe a casa?
-No, no te molestes. Hablamos más tarde- le sonríe levemente. Caminan por el pasillo hasta la puerta de salida, Andrea es quien la abre dispuesta a irse, hasta que el muchacho la vuelve a acercar a él y le besa con una pequeña risilla.
-Te quiero- le susurra. Se miran.
-Yo…yo a ti también- le contesta ella con la voz entrecortada. Se desprende de la mano de Matt y corre escalera abajo, confusa.
Llega a la calle y siente como el fuerte sol de verano impacta su luz en los ojos azules de la joven, camina molesta hasta que sus ojos se acostumbran al ambiente. Ha vuelto y aún no consigue hacerse a la idea. Sabe que, algún día, va a tener que encontrarse con él de nuevo cara a cara. Por mucho tiempo que haya estado fuera, no ha dejado de formar parte del grupo de amigos que se fue forjando año tras año. Desde que acabaron con su relación, Andrea eliminó todo lo que le recordaba a Guille de su vida; fotos, su número de móvil, sus mensajes, todo. Un día llegó a estar segura de haberle olvidado por completo y el conocer a Matt fue la mejor medicina para curar todas las heridas que Guille dejó ne su pasado. Poco a poco, fue dándose cuenta de los sentimientos que encontraba en el joven argentino, pensaba que era el único dueño de su corazón, olvidando que a Guille siempre le iba a pertenecer una parte, por muy pequeña que fuera. Ahora lo sabe mejor que nunca…
La presión que siente en el pecho aumenta por segundos, cada vez que Guille acude a su mente como una necesidad de recordarlo aunque sabe que le hace daño. Tiene que hablar con alguien. Vuelve a sacar su móvil y piensa con quien puede contactar. La primera es Paula, pero seguramente esté con Daniel y no le quiere molestar. Le habló de que iban a pasar todo el día juntos, de modo que hablará con ella más tarde. Desliza su dedo sobre la pantalla táctil del Smartphone hasta que encuentra a la persona indicada para un tema como este. Le llama. Escucha un pitido, dos, tres…hasta que un “diga” se escucha en la otra línea.

-Raquel, necesito hablar contigo. 





miércoles, 1 de enero de 2014

Dime que no me quieres. Capítulo: 3

Capítulo: 3

-Vamos, puedes hacerlo mejor. Venga, desde el segundo la.
El niño resopla y vuelve a colocarse la guitarra sobre las piernas. Observa la partitura hasta que localiza el segundo la de la canción que su profesor le ha marcado. La púa comienza a rasgar las cuerdas del instrumento, hasta que llega a ese fragmento en el que siempre acaba equivocándose. Vuelve a resoplar y su rostro solo expresa indignación y frustración.
-¡No consigo hacerlo!
-Vamos, no desesperes. Prueba otra vez.
-¡No! ¡Nunca lo haré tan bien como tú, Marcos!- protesta el pequeño girándose y cruzándose de brazos.
Marcos le mira y sonríe. Le recuerda a él cuando era niño. Siempre tan perfeccionista. Se levanta de su silla y se acerca al niño. Antes de hablarle, se sitúa de cuclillas delante del niño.
-Con práctica lo conseguirás, te lo prometo- le sonríe- ¿Sabes? Todos esos grandes músicos y compositores que marcaron en la historia de la música que hoy conocemos, no llegaron tan alto en una tarde delante de una partitura. Dedicaron toda su vida a ello. Y, ¿sabes otra cosa más? Todos ellos también se confundieron en partituras como esta, incluso tuvieron errores muchos más graves y, seguramente, no estarían relacionados con su pasión musical, pero nunca se rindieron. Persiguieron su sueño hasta lograrlo, al final, se convirtieron en grandes estrellas que nunca dejaran de brillar.
El niño le mira y, automáticamente, sonríe mostrando sus pequeños dientes.
-Eres el mejor profesor.- le abraza- Ojalá algún día pueda llegar a ser tan buen músico como tú.
Marcos se queda pensativo, le queda mucho que aprender todavía. Es cierto que desde pequeño ha querido pisar escenarios y componer sus propias canciones, perseguir su sueño hasta el final. No se va a rendir, lo tiene claro. Quiere y puede lograrlo.
Counting stars de One Republic suena en el Smartphone de Marcos. Mira la pantalla, es Gloria.
-¡Hola!- contesta sonriente.
-¡Marcos! ¡Corre! ¡Tengo algo muy importante que enseñarte!- grita eufórica al otro lado de la línea.
-Tranquila- ríe- dime dónde estás y acudo allí en cuando pueda.
-Estoy en mi casa, nos vemos aquí en… ¿diez minutos?
Marcos mira su reloj de pulsera antes de responderle.
-Perfecto, ahora nos vemos.
Presiona el botón rojo que finaliza la llamada.
-¿Era tu novia?- pregunta el niño con tono pillo.
-No- ríe Marcos- Es una buena amiga. No tengo novia, únicamente, estoy enamorado de la música. Tengo que irme ya.- le dice al chico mientras recoge sus cosas- Practica, ¿eh? Para la próxima clase quiero escucharte tocar bien esa partitura.
El niño se levanta se la silla y tensa su espalda y brazos.
-¡Señor! ¡Sí, señor!- grita como si fuera una soldado.
La reacción del chico hace reír a Marcos que le revuelve el pelo antes de salir por la puerta. La casa de Gloria no está lejos, solo dos calles más arriba. No es la primera vez que acude a su casa. Desde que ambos pusieron de su parte para conocerse más, se han convertido en muy buenos amigos. Ambos tienen un sueño artístico por el que luchar. Gloria desea ser bailarina con todas sus fuerzas y Marcos un músico reconocido por todos.
Llega al portal de la muchacha y se encuentra con la puerta abierta, de modo que entra y sube por el ascensor hasta su piso. Abre la puerta de éste y la ve, Gloria está apoyada en el marco de la puerta de entrada y sujeta un papel impreso en sus manos.
-¿Qué era eso tan importante?- pregunta Marcos curioso.
Gloria ríe nerviosa y lanza pequeños grititos a la vez que corre hacia su amigo.
-¡Me lo han concedido!- grita separándose un poco de Marcos- La academia de baile a la que siempre quise asistir, ¡me ha concedido la plaza!
Marcos comienza a reír y la vuelve a abrazar con más fuerza.
-Te lo dije, te dije que te aceptarían- le sonríe- Felicidades.
-Sin ti no me hubiera decidido a enviar la solicitud- le da un beso en la mejilla- Gracias, Marcos.
-Yo solo te apoyé, tu talento ha hecho el resto. Te mereces la plaza, Gloria. Eres muy buena bailarina.
Gloria se sonroja y sonríe de manera dulce.
-En la carta dice que tengo que preparar una nueva coreografía para dentro de una semana. Aunque ya esté dentro, quieren verme bailar en vivo. Y…bueno, me gustaría que me ayudases con la música.
-¡Claro! ¿Cuándo empezamos?

 


Hola chic@s:) Aquí os dejo el capítulo 3 de Dime que no me quieres, aunque si os soy sincera, no me convence mucho. A ver que os parece a vosotros. Aprovecho este mensaje para dejaros el link de la historia que escribimos mi amiga y yo. Si queréis pasaros y comentar. Nos hace mucha ilusión:)
Aullido en la oscuridad.(Si clicais aquí os llevará al blog de la historia que hago con ella)

Besos!