Capítulo:
5
El eco de
los platillos de la batería resonaba en la cabeza de Verónica que seguía
sentada, escuchando atenta el ensayo de Lucas y su banda. Un último aplauso
merecido por parte de la joven hacia todos ellos, incluso Vero se levanta
aplaudiendo.
-¿Tanto
te ha gustado?- le pregunta Álex serio. Desde que Vero ha entrado en el local
donde ensayan, no ha visto ni una sola muestra de felicidad en el rostro del
joven rapado. Tal vez sea así de carácter, quien sabe.
-Lo dirá
solo por ser la amiguita de Lucas- afirma seguro uno de los gemelos.
-¡No!-
salta ella- Tocáis realmente bien, aunque lo que hoy hayáis cantado sean
canciones de otros artistas, las interpretáis muy bien, desde mi punto de vista
claro.
-Resumiendo,
la he gustado por ser amiga de Lucas y no quedar mal. Si no, no hubiera soltado
todo ese rollo de palabras.- reprocha el otro de los gemelos.
Verónica
resopla antes de contestar de nuevo.
-Parece
que estáis sordos…- dice en voz baja y, acto seguido, carraspea- Por muy amiga
o no que sea de Lucas, la forma en la que cantáis y tocáis los instrumentos me
ha gustado. No influye que Lucas y yo seamos amigos.
-Influye
que esta banda tiene al mejor guitarrista y solista de la ciudad- se piropea
Lucas a sí mismo señalándose con ambos dedos índices.
-Y su
modestia sobresale por donde quiera que pase, ¿no es cierto?- comenta Álex
igual o, incluso, más serio que antes.
Lucas
recoge sus cosas entre carcajadas y se acerca a Vero.
-Nosotros
ya nos vamos, chicos- anuncia él.
-¿Ya? ¿A
dónde?- pregunta Verónica curiosa y sobresaltada, pensaba que se quedarían con
la banda un rato más.
-He
planeado unas cosas que podemos hacer- le sonríe- Vamos.- se dirigen a la
puerta del local.
-Ten
cuidado, Verónica- le advierten los dos gemelos hablando a la vez- Uno nunca
sabe las intenciones de Lucas- termina hablando uno de ellos.
Vero abre
la puerta y sale a la calle, sin hacerle caso al comentario de uno de los
hermanos idénticos. Lucas tarda más en salir, seguramente le habrá contestado
como solo sabe hacer él. Se aproximan a la moto y Lucas monta, ofreciéndole el
casco a Vero. Ella se siente detrás de él y rodea su cintura con los brazos.
-¿A dónde
me llevas?- pregunta ansiosa.
-Tú solo
agárrate- dice Lucas con una leve risa. Enciende el ruidoso motor y arranca.
Hoy el
tráfico es terrible. La moto de Lucas no deja de esquivar a los coches para
llegar lo más pronto posible a su destino. Se conduce por pequeñas callejuelas
estrechas del centro de la ciudad, algunas de ellas poco alumbradas. Comienza a
atardecer.
Lucas
aparca la moto junto a una farola que, con su tenue luz, ilumina la acera.
Están al lado del pinar, próximos a las afueras de la ciudad.
-¿Por qué
me has traído aquí?- pregunta Vero. No se imagina que se trae Lucas entra
manos, nunca lo sabe.
-Ven- le
dice en voz baja y haciendo un gesto con la cabeza. Ella, sin rechistar, le
sigue.
Caminan
durante unos minutos, sin cruzar una sola palabra. Se adentran entre los
árboles del pinar, hasta llegar a una llanura de hierbas altas. Desde una de
los extremos de ésta, se divisa la ciudad completa, llena de luces y colores
que, al caer el sol, resaltan mucho más.
-Nunca
antes había estado aquí arriba- comenta Verónica anonadada por el paisaje.
-Vine
aquí durante un tiempo. La calma de este lugar me ayuda a pensar y a relajarme-
le mira- ¿Te gusta qué te haya traído aquí?
Vero
asiente levemente y se sienta sobre la hierba, Lucas le imita.
-¿En qué
piensas cuando vienes a este sitio? O, ¿en quién?- le intenta picar. Lucas ríe
pero, en el acto, se vuelve con una expresión pensativa, sumergido en sus más
profundos pensamientos. “Te mentiría si te dijese que pienso en otra persona
que no eres tú. Pero no necesito subir aquí para tenerte en mi mente” piensa
Lucas.
-No voy a
mentirte…- comienza a decirle- Sí que es cierto que pienso en alguien, y no
solo cuando vengo aquí…
Vero se
sobresaltó, hasta ahora, no había hablado con Lucas sobre temas como este. A
pesar de su peculiar y prepotente carácter, era muy reservado para hablar sobre
amor. Pero la curiosidad de Verónica estaba ganando este asalto.
-Y,
¿quién es ella? ¿La conozco? ¿Cómo es?- le bombardea a preguntas mientras el
ríe.
-Vaya
vaya, si que te interesa mi vida amorosa, ¿eh?
-¡No!
Bueno…sí, Lucas eres mi amigo, es normal que hablemos de este tipo de cosas-
dice ella sonrojada. Él y su carácter provocaban ese efecto en ella.
-Ella es
preciosa, aunque me di cuenta tarde- comenta Lucas- Puede sonarte raro pero en
el fondo la odio, la odio por desearla tanto, por comenzar a quererla…
-Lucas-
se acerca a él- eso no es algo malo, cuando ves a esa persona con otros ojos
desearías no haberla conocido. Por ella todo tu mundo da un giro de trescientos
sesenta grados irrevocablemente.
Lucas
desvió su mirada hacia los ojos de Vero, unos ojos cuyo color se había grabado
como cualquiera de sus tatuajes marcados en su piel. Suspira.
-Sé que
debo olvidarla.
-¿Por
qué?
-No soy
lo que ella necesita, al contrario. He vivido demasiadas cosas, visto demasiadas
cosas que me han hecho ser como soy. Ella es tan dulce que lo último que
necesita es a una persona amarga como yo.
-Parece
que estés hablando de caramelos, Lucas- ríe- Todos tenemos nuestra mitad en alguna
parte del mundo, aquella persona que sea como la pieza fundamental del puzle que
forme tu vida. Aparecerá cuando dejes de buscarla- finalmente, ambos sonríen.
-Sé que
es ella- admite Lucas seguro de sí mismo- pero tal vez yo no sea él.
“Lo eres”
piensa Vero. “Para mí lo eres.