Capítulo: 23
El eco del último acorde es lo único que su escucha en el dormitorio de
Verónica. Es la primera vez que alguien le dedica una canción. Y, viniendo de
Marcos, el detalle aun vale mucho más. Se ha convertido en su mejor amigo, él
es como el hermano que nunca tuvo.
-Es preciosa- le dice Verónica emocionada- ¿Por qué nunca me has dicho
que tocas y cantabas?
-Me daba vergüenza. Hay muchas cosas que la gente no sabe de mí y
prefiero que no se enteren.
-Ya, la gente habla mucho y no sabe nada- le dice Vero dedicándole una
sonrisa.
Marcos se remueve un poco el pelo, nervioso. Es guapísima. Le encanta
verla sonreír, le brillan los ojos e inclina la cabeza ligeramente hacia la
derecha. Definitivamente, le encanta. No hay suficientes folios en el mundo
para redactar todas y cada una de las razones por las que necesita que, esa
chica con el flequillo recto, esté a su lado en su vida.
-¿Tampoco sabe nadie lo de tus dibujos?
-No, sólo lo sabes tú. Y es mejor que sea así, ya lo sabes.
-En ese caso, me siento afortunada. Tienes mucho talento, Marcos.
El afortunado es él por tenerla. Por tener su amistad. Su amistad…eso
algo que él siempre va a tener. Nunca la va a decepcionar. Pero Marcos quiere
tener algo más que su amistad, y para conseguirlo debe actuar cuanto antes.
Debe confesarle todo a Verónica. Es hora de que sus sentimientos salgan a la
luz.
-Verónica, yo…tengo que contarte algo…verás yo- comienza a balbucear
Marcos hasta que es interrumpido por su amiga.
-¿Te importaría volver a enseñarme algunos de tus dibujos?- le pregunta
mientras se coloca sus gafas de pasta negra. Hace unos años que empezó a
llevarlas. La mayoría del tiempo se pone sus lentillas, pero no le importa
llevar sus gafas.
Marcos se sobresalta, no era eso lo que quería oír. Pero elige hacer
primero lo que su amiga le pide. Agarra su mochila y saca su cuaderno de dibujos
y se lo entrega a Vero. La chica comienza a pasar las hojas contemplando
detenidamente cada dibujo de Marcos.
-No son muy buenos- dice él.
-¿Bromeas? ¡Son increíbles!- responde ella si apartar las mirad de las
hojas del cuaderno. De repente, le enseña a su amigo el dibujo que más le ha
llamado la atención. Se trata del retrato de una joven con gafas de pasta y el
pelo recogido en una coleta. Verónica reconoce a la persona del dibujo en
seguida.
-¿Esta soy yo?- le pregunta mostrándole el dibujo.
Marcos tarda en responder. Se siente la persona más estúpida del mundo.
¡Qué le responde! Está claro que ella es la del dibujo, pero no cabe duda de
que se preguntará por qué ella. No lo había planeado así pero, no es una mala
forma de confesarle todo. Una imagen vale más que mil palabras.
-Sí- le contesta Marcos- Y hay una explicación por la que tú eres la
mayor parte de mis dibujos.
Hace un rato que el sol ha dejado de verse en Zaragoza. El cielo ha
vuelto a encapotarse de nubes grises y el frío viento despeina el cabella de
Raquel. Ha quedado con su madre en el bar que hay al lado de la tienda de
vestidos de novia, donde ella trabaja. Tiene dentista en media hora, y su madre
ha decidido acompañarla.
Durante la tarde, desde que Marcos se fue de la casa, no ha hablado con
nadie más. Solo que con su madre. La noticia de su hermano le ha helado la
sangre. No es que no le guste la idea de que se haya enamorado de Verónica,
ella es una chica encantadora. Y, aunque ella y Raquel estén peleadas, nunca lo
negará. Es la mejor chica que Marcos puede tener a su lado, pero tiene miedo
por cómo puede terminar esta tarde. Si su hermano le confiesa sus sentimientos
puede arrepentirse de ello. A Verónica le gusta Cristian, siempre le ha
gustado. Y eso Marcos no lo sabe. Raquel se siente en parte culpable, ¿debería
habérselo dicho? Cabe la posibilidad de que él no la hubiese creído. Sólo por
el mero hecho de que ella y Vero están enfadadas, Marcos podía pensar que es
una táctica de su hermana para que él se olvide de la joven.
El viento sopla con mucha más fuerza, lo que hace que Raquel acelere el
paso y entre en el Rock and Blues. El lugar donde ha quedado con su madre.
Están todas las mesas llenas, así que se acerca a la barra y se sienta
en uno de os taburetes. Pronto un camarero, con una voz familiar, se acerca a
ella y le pregunta lo que desea tomar. La imagen de Hugo, el novio de Oriana,
aparece delante de sus ojos.
-¡Hola, Raquel!- saluda entusiasmado el chico- ¿Qué haces tú por aquí?
-He quedado aquí con mi madre. ¡Qué casualidad! ¿Desde cuándo trabajas
aquí?
-Ya van a hacer dos años. Mi padre es el dueño del bar, yo le ayudo
algunas tardes que tengo libres.
Con un gesto le indica que espere. Rápidamente, Hugo va a atender a un
hombre de anciana edad. ¡El mundo es un pañuelo! Quién iba a decirle que se lo
encontraría en ese bar, y mucho menos el que su padre fuese el dueño.
-Bueno, dime, ¿qué vas a tomar?- le pregunta con una sonrisa. Raquel no
responde al instante, la sonrisa del joven la deja paralizada por unos
segundos.
-Una Coca-Cola, por favor.
-Muy bien. Enseguida te la traigo.
Desde su taburete ve como Hugo le prepara su refresco. ¡Qué guapo es! La
vez que lo vio en el partido de Cristian no le prestó tanta atención, además,
recuerda que su novia lo trató fatal delante de ellos. Seguro que es un chico
encantador.
-Aquí tienes- le dice dándole el vaso.
-Gracias, ¿cuánto es?- le pregunta sacando el monedero.
-¡Ni de broma! Invita la casa- le dice Hugo rechazando su dinero.
-¡Eso si qué no! No pienso irme sin pagarte.
-Pues tienes para largo- le dice risueño- Hagamos una cosa. La cuenta
queda saldada su aceptas a cenar conmigo mañana por la noche.
La propuesta la pilla desprevenida. Le apetece mucho cenar con él.
-Claro, acepto.
-¡Genial! Entonces quedamos a las ocho en la Plaza España, ¿te parece?
-Perfecto- dice despidiéndose de él con dos besos. Le tiemblan las
piernas, ¿por qué le tiemblan las piernas? Se supone que es una cena entre
amigos. Además, él tiene a Oriana. Que, a decir verdad, su relación no está
saliendo como Hugo esperaba.
Raquel se despide del chico con una gran sonrisa en la cara. Se quedaría
toda la tarde compartiendo risas y Coca-Colas con él, pero su madre acaba de
entrar por la puerta del local.
Este es el Rochk and Blues de Zaragoza.
Que hermoso el lugar. Me encanto el cap.
ResponderEliminarMe encanta Hugo *-*
Dios, ¿Y este chico no piensa decir lo que siente por Vero de una buena vez? haha.
BEsos
La verdad es que este sitio me encanta:) que suerte de que yo vivo en Zaragoza jaja:)
EliminarSi...jeje Hugo es un amor, pero esto es solo el principio jaja.
Muchos besos guapa:)
Hugo ez muuuy mono *_*
ResponderEliminarEs un sitio muy bonito,algún día tendré que ir.
Sube pronto esta todo muy inetesante y...muy lioso todo ahah
Si es adorable jaja
EliminarEl sitio me encanta siempre que puedo voy:)
Jaja tranquila que todo se terminara resolviendo jaja
Besitoos^^