Capítulo: 24
Ya son las ocho de la tarde. Lleva media hora de viaje, apoyada en el
hombro de Guillermo, con los ojos cerrados. Le convenció de que le quitase la
venda que se los tapaba antes de llegar a su destino. Si por ella fuera, no
saldría del taxi. Se quedaría abraza a él, toda la tarde, toda su vida.
Congelando el tiempo. Eso es lo que ella pensaba y deseaba antes de quedarse
dormida apoyada en el hombro de Guille.
-Disculpe, ¿sabe más o menos cuánto queda para llegar?- le pregunta
Guillermo al taxista. Se ha dado cuenta de que Andrea se ha dormido y quiere
llegar lo antes posible.
-Nada señor, cinco minutos.
¡Menos mal! El viaje se le está haciendo eterno. ¡No puede esperar más!
Tiene muchas ganas de ver la cara de su novia cuando vea la misteriosa
sorpresa.
Guille vuelve la mirada la cara de su novia. Está más guapa que nunca, y
se ha puesto así para él. Únicamente para él.
De repente, un escalofrío recorre el cuerpo de Andrea, lo que hace que
se acurruque más a Guille.
-Perdone, le importa cerrar la ventana. Es que hace un poco de frío.
El taxista mira al muchacho con mala cara por el espejo.
-Claro- dice mientras pulsa un botón que hace que la ventanilla de atrás
se cierre. Después murmura algo entre dientes.
Guille escucha el comentario despectivo del conductor pero no le hace
caso. Nadie le va a arruinar la noche.
-Bueno pareja, ya hemos llegado. Son veintisiete con treinta.- les
comunica el taxista. Guillermo saca el dinero de su bolsillo y se lo da en la
mano al hombre. Le indica que se quede el cambio, aunque no es que se lo merezca
-¿Ya hemos llegado?- pregunta Andrea aturdida e incorporándose.
-¡Buenos días, dormilona!- le dice Guille dándole un beso en la frente.-
Sí, acabamos de llegar.
Andrea se separa de su novio y estira los brazos y las piernas mientras
bosteza.
-Por fin- termina diciendo- y, bueno, ¿cuál es mi sorpresa?
El chico la mira y se echa a reír.
-Todo a su tiempo, primero tenemos que llegar al sitio perfecto.
Andrea hace una mueca y más tarde chasquea la lengua.
-¿Está muy lejos? ¡Es que quiero llegar ya!- replica ella graciosa-
Tengo muchas ganas de ver lo que me tienes preparado.
-Solo espera que te guste.
Ambos sonríen a la vez en una lucha de sonrisas. Hasta que la de Andrea
se rinde y atrapa la de Guille con un beso. Ese es uno de los momentos mágicos
que repetiría con Guillermo cada minuto.
El carraspeo del conductor del taxi, rompe la magia. Que
oportuno…Rápidamente salen del coche y ven como este se aleja. Cuando
desaparece, Guille se acerca a Andrea y le agarra la mano mirándola a los ojos.
-Nunca la sueltes, pase lo que pase.
-No lo haré- le responde ella con firmeza.
Vuelve a sumergirse en los ojos azules del chico. Esos ojos con los que
ha soñado tantas veces y que ahora son suyos. Únicamente suyos.
Es la primera vez que Andrea se fija en el lugar donde se encuentran, y
le resulta familiar. La hora de que las farolas de la calle se enciendan llega
por fin. Ahora puede ver con mucha más claridad.
-No puede ser…- comienza a decir ella- ¡Me has traído a la Plaza del
Pilar!
-¡Sorpresa!- le dice Guille agarrándola por detrás.
-¡Para esto tanto viaje en un taxi! Pero si estamos al lado de mi casa.-
replica sin poder evitar alguna sonrisa.
-Tenía que hacer tiempo hasta que se hiciese de noche. Sólo se me
ocurrió montarnos en un taxi.
-¿Te has gastado más de veinte euros en un taxi para nada?
-Ya sabes que el dinero no es ningún problema- le da un beso en la
mejilla- vamos, por aquí. Un barco nos está esperando.
A Andrea no le da tiempo a preguntar nada más. ¡Un barco! Guille se ha
vuelto loco, pero le encanta que organice estas cosas pensando en ella.
Llegan a la ribera del río, bajan unas escaleras y suben a un pequeño
barco blanco y azul. Guille sube primero y, después, ayuda a su novia a montar dándole la mano.
-Bueno y, ¿para qué me has traído aquí?- le pregunta ella curiosa.
-Para que veas esto- le dice Guille señalando el cielo.
Está despejado, no hay rastro de la niebla. Hoy ha sido un día con un
tiempo horroroso, pero el mal tiempo ha dado paso a una noche perfecta. Las
estrellas brillan sobre el cielo oscuro, miles de estrellas. Andrea nunca había
visto las estrellas con tanta claridad en la ciudad.
-Es precioso- le dice la chica hasta que le mire fijamente a los ojos-
Gracias por traerme aquí esta noche.
-No me las des. Además, lo bueno está aún por llegar.- le dice Guille
rodeándole la cintura.- ¿Ves ese montón de estrellas con forma de nube? ¿La
estrella del centro?
-Sí, ya la veo.
-Ahora es tuya.- le dice Guillermo entregándole un sobre de color
marrón.
Andrea coge el sobre y, nerviosa, lo abre. En su interior hay varios
papeles. De todos ellos, escoge una un poco más grueso que los demás. En él
aparece dibujado el conjunto de estrellas en forma de nube y, rodeada con un
rotulador rojo, la estrella del centro.
-¿Me has comprado una estrella?- dice Andrea emocionada. Nunca antes,
nadie, le había regalado algo así.
-Entonces, ¿te gusta?
-Me encanta.
Le rodea el cuello con las manos y le regala un beso en los labios. Es
un beso largo, intenso. Otra vez, lleno de magia y sentimientos.
-Vaya, si lo sé te regalo la estrella antes- le dice Guille haciéndola
reír.
Ambos se sientan en el suelo, apoyando sus espaldas contra la pared del
barco. Andrea deja el sobre encima de sus rodillas y abraza a su novio por la
cintura mientras posa su cabeza contra su pecho. Esa noche llena de sorpresas,
se ha convertido en el sueño de cualquier chica, y para Andrea, un sueño realidad.
Ya he vuelto!! Siento mucho el haber tardado tanto en subir este capítulo. Solo espero que os guste, pequeños lectores. Besos^^:)